27 de septiembre de 2024
El hombre que amaba los platos voladores
Director: Diego Lerman
Intérpretes: L. Sbaraglia, S. Prina, M. Ayos, O. Núñez, D. Aráoz.
País: Argentina
Móviles. De Zer (Sbaraglia) convirtió al Cerro Uritorco en un centro turístico.
Foto: Prensa Netflix
Presentada en el festival de cine de San Sebastián, El hombre que amaba los platos voladores explora la vida de José De Zer, cuya carrera marcó un antes y un después en la forma de presentar la información en la pantalla chica. La frase «es la televisión del futuro», que De Zer dice a los directivos del noticiero del Canal 6 en el film (en referencia a Nuevediario, famoso programa de Canal 9), encapsula el espíritu innovador que definió su estilo, y que lo llevó a la fama por su cobertura sobre el avistamiento de ovnis en el Cerro Uritorco.
José Keizer, más conocido como José De Zer, no solo se destacó en revista Gente y en el periodismo de espectáculos (hay referencias a Moria Casán y al teatro de revistas), sino que también tuvo un pasado militar que influyó en su carácter. Participó como subteniente en la Guerra de los Seis Días en Israel, y su vida personal estuvo marcada por una intensidad que incluía el consumo de tres paquetes de cigarrillos al día y múltiples tazas de café. Sin embargo, su legado más perdurable está vinculado a sus móviles dedicados a los ovnis, un fenómeno que él y su camarógrafo, Carlos «Chango» Torres, popularizaron a lo largo de seis meses de trabajo en Córdoba.
El director de Refugiado y El suplente logra capturar la esencia de este periodista audaz, interpretado por un transformado Leonardo Sbaraglia. La película no solo relata los eventos que llevaron a De Zer a la fama, sino que también explora su mente compleja, llena de creencias místicas y una percepción de la realidad que oscilaba entre lo innovador y lo delirante. Las tomas con lentes anamórficos utilizados por Diego Lerman reflejan el deterioro psicológico del personaje, mientras que el guion, escrito en colaboración con Adrián Biniez (Whisky, El 5 de Talleres), equilibra la dualidad entre el hombre visionario y el excéntrico.
Una de las preguntas clave que plantea el relato es si el trabajo de De Zer puede verse como una sátira de la manipulación mediática o como una audaz innovación. Ambos enfoques coexisten, lo que permite al espectador interpretar la historia de acuerdo con su propia visión del personaje. Alguien que, a pesar de definirse como «chanta», despliega una convicción admirable que nunca parece falsa. Su actitud inclaudicable es el alma de esta película que combina la fábula surrealista con un viaje personal hacia lo desconocido. Lo que queda claro es que la película mantiene un tono humorístico, sin perder el carácter fantástico que define tanto al cronista como a su trabajo.
El Cerro Uritorco, que hoy es un centro turístico gracias a los reportajes de De Zer, es presentado en la película como un símbolo de la necesidad humana de creer en lo inexplicable, un fenómeno que ha evolucionado a lo largo del tiempo pero que en su momento resultó ser revolucionario. La producción también reflexiona sobre los mitos urbanos y el «circo mediático» que los rodea, algo que el director retrata con una mezcla de crítica social y homenaje al periodismo de esa época. El hombre que amaba los platos voladores explora tanto la personalidad de José De Zer como el impacto cultural de su paso por la televisión. Con una gran interpretación de Sbaraglia, Lerman logra una película que invita a reflexionar sobre los límites entre realidad y ficción, entre la verdad y lo inventado, destacando a un personaje que dejó una marca indeleble en la historia de los medios en el país.