24 de noviembre de 2024
Tarde primaveral, soleada, con vientos leves provenientes del sector sudeste. «Redepente», el huracán Rebequita aterriza en la cercanía y eleva su voz cual grito sagrado:
–¡Tobías de mi alma en penas son de nosotros… estoy preocupadérrima, ansiolítica, angustiforme, un manojo de nervios en alza!
–Pero, ¿qué es lo que ocurre, Rebequita de mis anhelos consuetudinarios no consumados pero aún vigentes? ¿Acaso recibiste un mensaje del cielo anunciando tu inmaculada decepción? ¿Acaso un aúreo rostrimita con punta de flecha ha formado estela en tu purpurado cuello?
–Tobías, hombre murciélago de mi baticueva, ¡no te hagas el hiperquinético que no te luce! No apeles a la retórica, o al contubernio falaz, porque lo mío es absolutamente terrenal, territorial, y terrorífico. Lo que me conmueve en grado sumo es que el Gobierno ha decidido terminar con el plan Procrear.
–Pero Rebequita de mis duraznos en almíbar en celo… entiendo tus sentimientos solidarios psicosociales, empatizo con el estupor antropojuvenil autopercibido inquilino, pero a la vez me permito solicitarte una tenue, aunque egoísta, he de reconocerlo, reflexión: dado que tú posees un como habitáculo donde reposar diariamente, que es parte de tus pertenencias personales, ¿por qué tanta angustia? ¿Te sobrecoge la clase media en vías de extinción?
–¡Ay, Tobías de mis extremidades proximales! Nada de eso me atribula ni me configura fóbicamente, deberías saberlo. ¡El problema es que el Gobierno terminó el plan Procrear… y nosotros no hemos procreado aún! ¿Cómo haremos el día que pensemos en el futuro de nuestros genes, si no se procrea más? ¿Tendremos que irnos del país para poder ser con-descendientes? ¿Tendremos que pedir un crédito a un banco privado para poder realizar el sueño del hijo, la hija, o el hije propie?
–Pero Rebequita de mis salutaciones navideñas, ¿qué tiene que ver una cosa con la otra?
–¿Qué cosa, con qué otra, Tobías?
–Pues, el plan Procrear… con tener hijos.
–¡No me digas que todavía creés en la cigüeña, en el repollo, o en el FMI! Los niños nacen como consecuencia de un proceso que se llama Procrear, y ahora el Gobierno lo prohibió.
–¡Pero no, Rebequita, nada que ver, ese era un plan de crédito para la vivienda!
–¡Lo que yo decía, un plan para vivir! Este Gobierno no quiere que se procree, porque eso implica más gente viviendo y dicen que no hay plata.
Tobías se quedó callado. A veces, se llega a las conclusiones más lúcidas por los caminos más absurdos.