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Libro de la buena memoria

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Hernán Carbonel

Como si fueran fábulas
María Teresa Andruetto
Random House
222 páginas

Temas. La autora reflexiona sobre la patria, la memoria, la identidad, el odio y la opresión.

Entre tantos otros, dos rasgos distintivos destacan en la producción literaria de María Teresa Andruetto: el don de humanidad que encarnan sus personajes y el refinado trabajo con el lenguaje. En sus libros de crónicas, ensayos, memorias o narrativa de ficción, estos factores fluctúan, pero nunca dicen ausente. Como si fueran fábulas no es la excepción. Construido sobre una brevedad y una condensación similar a la de su texto anterior, Extraño oficio, aquí enlaza historias de hombres y mujeres, un entretejido de vidas que tienen lugar de encuentro en la palabra, porque hay algo, sea casualidad o causalidad, que las une en el transitar del tiempo.

La autora reflexiona así sobre qué es la patria y quiénes son sus dueños, si es que ha de haberlos; presenta casos de pueblos a los que se los ha despojado de su territorio; aborda la identidad de individuos que crean colectivos. Apunta al ejercicio de la memoria –los muertos como una semilla de lo que se recuerda–, ya que sin legado no hay sino naufragio. Viaja hasta las lenguas de origen, se trate de quechua, charrúa o bantú. Presenta y representa a los oprimidos, los desclasados, los que quedaron excluidos del catálogo, debajo del renglón de la Historia: pueblos originarios, esclavos afroargentinos.
Más: enumera crímenes de lesa humanidad, así fuera en las tribus de América, el Holocausto, el África profunda o la Franja de Gaza. Pone en evidencia «el racismo, la discriminación, y la injusticia social en nuestro tiempo». Va hacia la tierra, el origen, lo ancestral. Describe al odio como «la más triste de las pasiones tristes», y a la indiferencia como un modo sutil del desprecio frente al dolor del otro. Y mientras mecha referencias de su propia obra, se trate de Stefano o Los manchados, incluye poemas de Julia Magistratti, Primo Levi, Wislawa Szymborska, Marina Colasanti o Circe Maia.

En poco más de medio centenar de textos de entre tres y cinco páginas, surgen las experiencias de soldados mapuches que pelearon en la guerra de Malvinas, los 43 alumnos desaparecidos en México en 2014, la fotógrafa Vivian Maier, el desguace de las líneas ferroviarias en Zapala (un «ferrocidio»), el Chacho y Felipe Varela, los fusilamientos de 1920 en la Patagonia («el único repudio inmediato a esa matanza fue hecho por mujeres, mujeres prostitutas»); Raphael Lemkin, creador del término genocidio; el marino español Gonzalo Guerrero, que luego de un naufragio se convierte en jefe maya y pasa a defender su nuevo territorio; San Basilio de Palenque, el primer pueblo libre de Sudamérica, fundado por esclavos llegados a Colombia; el cronista de indias Guamán Poma de Ayala, autor de un libro que denunciaba los atropellos del sistema colonialista; los aviones ingleses Skyvan, utilizados durante los vuelos de la muerte; y decenas de sucesos y personajes más, que Andruetto va hilvanando con la delicadeza de quien teje con seda.

Podría decirse, con Spinetta, que Como si fueran fábulas es un libro de la buena memoria: narra el pasado para exponer el presente, y quizás sea vestigio del futuro. Porque para Andruetto todo reside en el arte del contar. «Este es nuestro oficio. Testimoniar», cita ella a Leonardo Favio. Y la frase parece funcionar a la perfección para este libro.

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