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Detrás del juego

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Distintos clubes argentinos conformaron una organización que enarbola las banderas de memoria, verdad y justicia al reconstruir historias con eje en el fútbol. El caso de los desaparecidos de Racing y la visibilización de otras problemáticas sociales.


Unidos. Integrantes de la agrupación se reúnen periódicamente en espacios comunitarios. (Coordinadora DDHH fútbol Argentino)

Emérico Hirschl no fue solo un entrenador de fútbol. Era húngaro y judío. Y hay dos versiones sobre cómo llegó a la Argentina. Una de ellas sostiene que desembarcó como jugador del Ferencváros, que se enamoró de Buenos Aires durante una gira con ese equipo y que regresó tiempo después por una oferta de trabajo. La otra versión tiene matices: dice que Hirschl era carnicero y que llegó como un inmigrante más, sin dinero y sin trabajo, pero que se sumó como masajista al Ferencváros. Así se quedó, aunque haciéndose pasar por entrenador. Y fue entrenador. Dirigió a Gimnasia, donde armó el Expreso de 1933, un equipo mitológico. A River, donde hizo debutar a Moreno y Pedernera, y fue campeón en 1936 y 1937. También a San Lorenzo, Central y Banfield. Pero la vida de Hirschl tiene otro lado. Mientras vivía en la Argentina, conseguía visados para que judíos pudieran escapar del nazismo.
La historia de Hirschl es una de las que se cuentan en No fue un juego, historias de fútbol durante el nazismo y el Holocausto. Expuesta en el Museo de River, elaborada en conjunto con el Museo del Holocausto de Buenos Aires, e ideada por los periodistas Germán Roitbarg, Leonardo Albajari, Gustavo Asmus y Guillermo Ibarra, la muestra es otro costado de cómo, desde los clubes de fútbol, se puede construir memoria. Lo saben los fundadores de la Coordinadora de Derechos Humanos del Fútbol Argentino, que se armó el año pasado con representantes de Ferro, Argentinos, Banfield, San Lorenzo, Defensores de Belgrano, Racing, Lanús y Rosario Central. Pero que comenzó a crecer con la llegada de otros clubes, tanto que en la marcha del 24 de marzo la Coordinadora participó con una columna propia, cada uno de sus miembros con la camiseta de sus equipos, como una forma de presentación oficial.

Premisas e inspiraciones
«Nos unen la pasión por el fútbol, el compromiso social y la lucha por los derechos humanos, que no distingue de colores. El fútbol une y los derechos humanos son parte del contrato social de los argentinos; las asociaciones civiles sin fines de lucro se juntan para sostenerlos y difundirlos desde y hacia la comunidad», anunció la Coordinadora en el primer comunicado, luego de una reunión en la Casa de la Cultura Sanlorencista, el lugar elegido para poner en marcha el proyecto. No todos los clubes tienen subcomisión de derechos humanos, pero en buena parte de ellos hay gente que trabaja por la memoria, la verdad y la justicia, y lleva adelante acciones sociales y contra la violencia institucional.
«En Ferro tuvimos desde el primer momento subcomisión de derechos humanos, que se articula con lo social. En otros casos, como Huracán, comenzó desde lo social para ir hacia derechos humanos. Depende de cada club. Y creemos que no tiene que ver con lo partidario, sino con lo que ocurrió con socios desaparecidos, qué pasó con los clubes durante el terrorismo de Estado», dice Mariano Vignozzi, de Ferro.
El libro Los desaparecidos de Racing, del sociólogo Julián Scher, fue inspirador para la conformación de la Coordinadora. Son once historias, pero podrían ser más. Y podrían ser de otros clubes. O podrían verse desde otro lado, como el caso de los fusilamientos en la cancha de Racing. La periodista Micaela Polak publicó el año pasado en Página/12 su investigación sobre el episodio, un operativo de las Fuerzas Conjuntas sobre la calle Colón, entre Alsina e Italia, donde se encuentra el estadio Presidente Perón. Esa noche guarda una curiosidad. Oreste Corbatta, ídolo de Racing, que por entonces vivía en la cancha, caminaba de madrugada con su amigo Rafael Barone. Y fue ahí cuando vieron los cuerpos. Barone lo declaró como testigo en la causa que investiga los crímenes del Primer Cuerpo del Ejército. Polak tomó esa línea de investigación y llegó al acta de la Dirección de Inteligencia de la Policía Bonaerense: «Varias personas se hallaban pintando leyendas subversivas, referentes al grupo autodenominado “Montoneros” en las paredes del estadio de Racing Club». Y continúa: «Que respecto a los extremistas abatidos, trátase de cuatro N.N. masculinos y dos N.N. femeninos, siendo tres de los masculinos muy jóvenes, de una edad que oscila entre los 18 y 22 años de edad y el cuarto de unos 45 años, y en cuanto a las mujeres, ambas muy jóvenes, también de unos 18 a 24 años de edad. Procúrase identificación». Un grupo de socios reclama que se realice un mural en el estadio para recordar el hecho ocurrido durante la última dictadura militar.


Museo River. Muestra sobre fútbol y nazismo. (Coordinadora DDHH fútbol Argentino)

En Gimnasia recuerdan a Antonio Piovoso, un arquero que fue suplente de Hugo Orlando Gatti y jugó tres partidos en la Primera del club. Es, tal vez, el único jugador de Primera desaparecido. Pero no el único futbolista en haber sido secuestrado. Otro arquero, Claudio Tamburrini, que atajó en Almagro, fue el protagonista de la fuga de la Mansión Seré, el centro clandestino de Morón. Tamburrini se exilió en Suecia, donde vive y es doctor en Filosofía de la Universidad de Estocolmo. Acaso la contracara sea otro arquero, Edgardo Andrada, que jugó 184 partidos en Rosario Central y es acusado de ser agente civil de inteligencia del Ejército. Al menos así aparece en una lista que se dio a conocer por decreto durante el kirchnerismo.
«Creemos que el fútbol puede servir de excusa para sembrar conciencia, sobre todo en gente que por distintas circunstancias ha quedado alejada de la temática de los derechos humanos», señaló Scher tras la realización de uno de los encuentros en la casa de la cultura sanlorencista. Rearmar esas piezas es una de las tareas de la Coordinadora. Pero no la única. También se propone visibilizar casos actuales de violencia estatal, como ya sucedió con diferentes acciones sobre Santiago Maldonado.
Como ocurre con el Museo de River o como sucede con la Coordinadora, pero también con la articulación que realizan los departamentos de historia de distintas instituciones para reconstruir cada detalle del fútbol argentino, desde el amateurismo hasta esta parte, los clubes, en manos de sus socios, también pueden ser un lugar para rescatar la memoria.

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