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Platense, el campeón inesperado

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Alejandro Duchini

El Calamar venció a Huracán y se consagró campeón por primera vez en su historia. Con la austeridad como bandera, pudo doblegar a los grandes. Los nombres clave de la hazaña.

Santiago querido. Delirio de los jugadores en el estadio Madre de Ciudades. El marrón vivió un domingo inolvidable.

Foto: NA

Platense, con un fútbol tan aguerrido como efectivo, conquistó su primer torneo en Primera División con un premio adicional: jugará la Copa Libertadores 2026. Le ganó 1 a 0 a Huracán con un golazo de Guido Mainero en la final del Torneo Apertura en el estadio Madre de Ciudades, de Santiago del Estero. Pocos creían que el equipo de Vicente López, con un plantel armado sin grandes nombres y con poco presupuesto, sería el vencedor del campeonato.

Clasificó con lo justo en el Grupo B (sexto) y desde ahí se hizo imparable. Primero eliminó a Racing (1 a 0) en Avellaneda, después a River –definición por penales tras el 1 a 1 en los 90 minutos– en el Monumental, a pesar de un arbitraje que le jugó en contra (Yael Falcón Pérez); y en la semifinal le ganó a San Lorenzo en el Bajo Flores (también 1 a 0). No le sobró nada, pero si algo puede sintetizar a este nuevo campeón es la prepotencia de trabajo. Sin lujos, pero con convicciones, llegó a Santiago del Estero, donde lo esperaba un Huracán que en los papeles era el favorito.

Entre dos equipos humildes, Platense era el que llegaba de punto, como se dice en términos futboleros. Porque vino de abajo con su historia sin triunfos y, tal vez, sin mayores aspiraciones. Durante las décadas del 80 y 90 se destacó por ser el que siempre se salvaba del descenso. Si no era en la última fecha, lograba mantener la categoría por un gol a favor en definiciones por penales o por un mínimo puñado de puntos. La racha se le cortó en 1999 y desde entonces naufragó en el ascenso. Hasta que en 2021 volvió a Primera y a fines de 2023, con Martín Palermo como DT, llegó a la final de la Copa de Liga, que perdió 1 a 0 contra Rosario Central en la misma cancha en la que ahora festejó.

El Calamar es, al fin de cuentas, un justo campeón. Lo demostró sobre todo en la final, cuando desde el comienzo jugó mejor que Huracán. Sorprendió porque su esquema era más de contraataque. Sin embargo, atacó de entrada a un Huracán impávido, casi sin reacción. Vicente Taborda estuvo cerca de anotar el primero y Leonel Picco se perdió otro cuando el muy buen arquero Hernán Galíndez apenas pudo desviar la pelota al córner. La primera jugada de peligro de Huracán llegó antes del cierre del primer tiempo, cuando su figura, el rapidísimo Walter Mazzantti, llegó al fondo y mandó un centro que cruzó la línea de gol sin ningún compañero que la empuje al arco.

Pero el golazo de Mainero cambió la historia. Iban 18 minutos cuando Taborda envió un tiro libre al área de Huracán y la pelota le quedó servida a Mainero para que le pegue de volea, inalcanzable para Galíndez. Fue, en definitiva, la foto del título. Como pudo haber sido la de Rodrigo Herrera si hacía el segundo un poco después.

Emoción. Favio Orsi y Sergio Gómez, la dupla técnica que moldeó un equipo aguerrido y muy eficaz.

Foto: NA

Poderosos sin poder
En un fútbol pobre desde lo económico, donde los poderosos como Boca y River invierten millones en la contratación de jugadores, Platense es el equipo por el que hinchan los humildes. Es más o menos lo mismo que Huracán, al que también hay que felicitar. Su técnico, Frank Kudelka, había dicho días atrás que en el fútbol argentino «cualquiera le puede ganar a cualquiera». Y recordó que el Globo tuvo que rearmarse «con ideas y sin gastar lo que no se podía gastar». «Esto echa por tierra que el que más gasta es el que más posibilidades tiene. Creo que el que más ideas tiene es el que más posibilidades tiene». Huracán y Platense lo demostraron.

Los que siguen serán, para los futboleros, pero sobre todo para los de Platense, los días en que desfilarán nombres e historias poco conocidas. Se hablará tanto de la dupla técnica de Favio Orsi y Sergio Gómez, dos que juntos vienen desde el ascenso y construyeron a este campeón con lo poco que tenían. Jugaron en Platense e hicieron su carrera en otros clubes. Gómez, de 43 años, contó alguna vez que fue Orsi, de 51, quien lo rescató de las tentaciones de la calle. «Mi hermano mayor», lo definió. Desde 2013 empezaron a trabajar como dupla. Flandria, Almagro, Godoy Cruz, entre otros. Desde ahora son los responsables del mayor hito en la historia de Platense.

Habrá, además, un desfile de nombres de jugadores. Como el de Juan Pablo Cozzani, que le dio solidez al arco. Ni hablar de Mainero, que hizo el gol más importante de todos los tiempos en Platense. No olvidemos a Ignacio Vázquez, futbolista surgido en All Boys, el capitán cuyas lágrimas recorrieron el mundo del fútbol argentino la noche en que no miraba a los ojos a Falcón Pérez en medio del bochornoso arbitraje en el River-Platense. Esa, además de la noche de los penales, fue la noche de Taborda, quien con su golazo inició la eliminación de River. Ya unos días antes Nicolás Orsini había empezado el camino al título con su sorpresivo gol sobre la hora ante Racing. Y la semana pasada fue el turno de Franco Zapiola, quien le convirtió a San Lorenzo. También está Juan Saborido, tal vez uno de los mejores defensores del torneo.

Increíble pero real, Huracán seguirá cargando con su cruz de quedarse con las manos vacías cada vez que llega con chances de ser campeón. Seguirá cargando, en tanto, con la sombra del Huracán del 73. Horas complicadas para sus hinchas. Lo contrario es Platense y Vicente López, un barrio eufórico que celebra el triunfo más grande. Ayer, en su cancha emblemática ubicada metros de la General Paz, los hinchas se reunieron para ser felices. Inesperada y merecidamente hoy son los más felices de la tierra.

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