Luego de la renuncia de Carlos Retegui, conductor del ciclo que llevó a los Leones a ganar el oro olímpico, asumió Germán Orozco con la misión de sostener al seleccionado en la élite. Su lucha contra el cáncer y el primer reto de su gestión: India 2018.
10 de mayo de 2018
Londres. Peillat, líder del equipo, celebra un gol con sus compañeros en la World League 2017. (Télam)No eran conocidos, ni en Argentina ni en el mundo, como los Leones. Ese apodo –que toma como referencia el de las Leonas– lo sugirió Carlos Retegui cuando asumió como técnico del seleccionado masculino de hockey sobre césped en 2014. A diferencia de las mujeres, en aquel momento los varones no encontraban el rumbo, a punto tal que se ubicaban lejos de las principales potencias en el ranking. El apodo, hoy familiar, fue solo el comienzo de una verdadera transformación. Alcanza con repasar algunos de los logros conseguidos durante la gestión Retegui, como la medalla de bronce en el mundial de La Haya 2014 y, sobre todo, la histórica coronación como campeón olímpico en Río de Janeiro 2016. Pero, además, el Chapa –como llaman al entrenador– logró imponer una filosofía de juego admirada en todo el mundo.
De ahí que su renuncia, oficializada en marzo, provocó un cimbronazo. No solo por su influyente rol como conductor del mejor ciclo de la disciplina, sino también debido a la forma en que se produjo su alejamiento. Luego de dimitir en primera instancia esgrimiendo motivos personales, Retegui aceptó regresar con el cargo de técnico general de los seleccionados nacionales por pedido de la Confederación Argentina de Hockey (cah). Sin embargo, sus decisiones cambiantes motivaron que dos jugadores –Gonzalo Peillat y Agustín Mazzilli– decidieran dar un paso al costado, en desacuerdo con el proceder del entrenador y de la cah.
Como corolario de este conflicto, el Chapa se vio forzado a no continuar al frente de los Leones, por lo que los dirigentes designaron a Germán Orozco como su sucesor. Exjugador y capitán del seleccionado, el nuevo técnico ahora sí cuenta con el apoyo total del plantel. Y también de Retegui. «Lo conozco y le deseo lo mejor, de corazón. Él y los jugadores saben lo que quiero a la camiseta argentina. Pueden contar conmigo siempre», le dijo el Chapa a Acción, lejos de cualquier confrontación.
Otra historia
La carrera de Orozco exhibe pergaminos que abren promisorias expectativas en virtud de su experiencia. Sin ir más lejos, con la camiseta argentina disputó varios torneos, entre ellos los Juegos Olímpicos de Sidney 2000 donde cumplió un destacado papel, mientras que como entrenador integró el cuerpo técnico liderado por Pablo Lombi en el Mundial 2010 y los Juegos Olímpicos de Londres 2012.
Claro que en su carrera figura un hecho imposible de soslayar. Ocurrió durante su etapa como jugador, en la antesala de los Juegos Panamericanos de 1999, cuando los médicos le detectaron un linfoma de Hodgkin. No bajó los brazos. Comenzó con el tratamiento de quimioterapia hasta que logró curarse con autotransplante de médula. «Aquello fue una lección de vida», reconoce hoy Orozco, para explicar que no le teme a su nuevo rol como conductor de los Leones. «Ya con lo que pasé, puedo superar cosas que no serán tan graves como esa. En este grupo hay varios chicos con los que compartí mis últimos años como jugador», sostuvo en sus primeras entrevistas.
Sabe, de todos modos, de la exigencia que le espera. En ese sentido, afrontará este mismo año desafíos clave para su futuro. Uno de ellos es el Champions Trophy, a disputarse en Breda (Holanda) entre el 23 de junio y el 1 de julio. El otro, mucho más relevante, será la cita mundialista en la India, del 28 de noviembre al 16 de diciembre en la ciudad de Bhubaneswar, donde el seleccionado enfrentará a Nueva Zelanda, Francia y España en la primera ronda rumbo al gran objetivo: disputar la final y, de ese modo, superar la performance de La Haya 2014.
Para ello contará con Peillat y Mazzilli, quienes confirmaron que estarán disponibles nuevamente. Dos puntales de un seleccionado forjado por Retegui, cuyo legado parece quedar en buenas manos. «Al ser campeones olímpicos hay que ir a ganar todos los torneos, entre ellos el mundial», dice Orozco. Se trata de defender el prestigio y esa identidad de juego que ubicó al hockey argentino en lo más alto. Fe, como se advierte, le sobra.