Opinión

Carlos Heller

Dirigente cooperativista

El salvataje y las contrapartidas

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Mano a mano. Bessent y Caputo: un respaldo que le cuesta caro a la Argentina.

Foto: @SecScottBessent

En medio de las dudas generadas por las características del prometido salvataje financiero de Estados Unidos a la Argentina y las contraprestaciones que se exigirán a cambio, el Congreso Nacional volvió esta semana a demostrar su capacidad para poner en acto el equilibrio de poderes.

Por un lado, el Senado rechazó por amplia mayoría los vetos presidenciales a leyes opuestas a que el ajuste del gasto público incluya el recorte de partidas para la emergencia pediátrica y el financiamiento de la educación superior.

La Comisión de Presupuesto y Hacienda de Diputados, por su parte, avanzó en el pedido de remoción de su titular, José Luis Espert, por un conjunto de razones referidas a su responsabilidad parlamentaria. Desde que asumió en diciembre de 2023, Espert prácticamente no convocó a reuniones por iniciativa propia y la comisión solo funcionó a través del emplazamiento. Se evidenció así una manifiesta ineficacia, al dificultar los debates y la emisión de dictámenes para ser tratados en el plenario.

El objetivo principal es que las instituciones de la democracia funcionen adecuadamente. Y que el Poder Ejecutivo gestione con un Presupuesto de la Administración Pública Nacional aprobado por el Congreso es esencial para los valores democráticos.

También resonaron en ese espacio de la cámara baja las revelaciones sobre los vínculos del legislador con el presunto narco Federico «Fred» Machado, argumento que varios diputados destacaron en sus pedidos para que sea apartado de la titularidad de la comisión.


Incertidumbre
Las mayores expectativas de la sociedad y los agentes económicos, sin embargo, giraron en torno de la supuesta «ayuda» de Washington al Gobierno argentino. Promesa que causó una euforia fugaz en los mercados, pero que no sirvió para recuperar las caídas de semanas anteriores.

El secretario del Tesoro de EE.UU., Scott Bessent, aportó lo suyo a la incertidumbre, al afirmar: «Vamos a darles una línea de swap, no vamos a poner dinero en la Argentina».

No quedó claro si ya se descartaron otras formas de ayuda anunciadas originalmente, como la compra de deuda gubernamental o el crédito stand by del Fondo de Estabilización Cambiaria.

En todo caso, la propia coyuntura estadounidense añade elementos que deben ser tenidos en cuenta. Por ejemplo, la reacción de los agricultores de EE.UU., perjudicados por la suspensión temporal de las retenciones en nuestro país, que hizo caer sus ventas a China.

Por añadidura, la ausencia de acuerdo entre demócratas y republicanos provocó el «cierre» temporal del Gobierno federal norteamericano.

En este marco de relativa estrechez presupuestaria, y más allá del explícito respaldo político, avanzar con el aporte en dólares a la gestión mileista podría derivar en mayores controversias internas.

Según Bessent, «lo que estamos haciendo es mantener los intereses estratégicos de Estados Unidos en el hemisferio occidental». Argentina, dijo en una entrevista televisiva, «es un faro ahí abajo (…). Hay chances de que muchos otros países se sumen (a las políticas libertarias o neoliberales): Bolivia, Ecuador, pienso que Colombia después de las elecciones» El objetivo, afirmó el funcionario de EE.UU., es detener la proliferación de «modelos económicos fallidos».

Mal trago. Espert en la Comisión de Presupuesto de Diputados: el miércoles 8 se tratarán pedidos de remoción.

Foto: NA


Exigencias
Cualesquiera sean las características del salvataje, los trascendidos más creíbles anticipan que vendría acompañado de fuertes exigencias que afectarían gravemente nuestra soberanía. Se barajan, en este sentido, eventuales disposiciones como liberar en su totalidad el mercado de cambios, darle preferencia a las empresas estadounidenses en las licitaciones públicas, sancionar una nueva ley de patentes, enfriar la relación con China e, incluso, establecer una base extra OTAN en Ushuaia. Otra demanda sería un acuerdo de gobernabilidad que incluya al expresidente Mauricio Macri y un grupo de gobernadores. La reunión del viernes en Olivos entre el exmandatario y el actual, y el anuncio de un trabajo en común después del próximo comicio, es una señal en ese sentido.

En definitiva, para Estados Unidos es prioritario que su principal aliado regional obtenga un buen resultado en las urnas. Lo cual, a mi juicio, no es el camino para aliviar la situación de la ciudadanía argentina, que cada día tiene más padecimientos y dificultades para llegar a fin de mes e inclusive para satisfacer sus necesidades básicas.

El desánimo de la mayor parte de la población, debido a que la baja de la inflación se viene logrando, principalmente, a costa de un consumo deprimido y en camino a una recesión, no se arregla con ninguna reunión de los funcionarios argentinos con Bessent o con Trump.

Además, por mucho que se acuse al Congreso de querer «romper todo», es innegable la responsabilidad del Gobierno en cuanto a los resultados económicos de sus políticas, mientras su profundización no haría más que ampliar sus consecuencias sobre el tejido social y productivo.

El Parlamento, al contrario de la visión de la Casa Rosada, tiene una función trascendental y también la tendrá en los dos años de gestión que le quedan al Gobierno. La división de poderes sirve para poner límites y equilibrar, algo que, desde el primer momento, Javier Milei trató de evitar.

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