26 de octubre de 2025
Un estudio reciente determinó que el fósil de una niña de hace 140.000 años demostraría la hibridación entre neandertales y sapiens. El biólogo Esteban Hasson habla sobre el remoto pasado de los humanos.

Recreación. Los neandertales se habrían hibridado con el humano moderno hace 140.000 años. Mujer modelada por los artistas holandeses Andrie y Alfons Kennis.
Foto: Getty Images
Una investigación reciente sobre el fósil de una niña datado en 140.000 años –hallado en Israel a principios del siglo XX– arrojó el sorprendente resultado de que se trata de un híbrido entre neandertales y Homo sapiens, al menos en lo que hace a algunas características de su estructura ósea. Sobre este descubrimiento –que captó la atención de la prensa internacional– y el intercambio genético y cultural que mantuvieron los neandertales con el hombre moderno, Acción habló con el biólogo Esteban Hasson, quien también es profesor titular consulta de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA e investigador superior ad-honorem del Conicet.
–¿Existe la suficiente evidencia científica de que, como en el caso de la niña de Israel, los neandertales y los Homo sapiens hayan intercambiado material genético?
–La respuesta es un rotundo sí. Esto se sabe desde hace aproximadamente unos quince años, cuando se publicó la primera versión del genoma del Homo neanderthalensis. Fue un artículo en la revista Science en 2010 que detallaba el primer borrador del genoma neandertal. Al tener la secuencia genómica de ADN extraído de material fósil, lo compararon –utilizando una metodología que conocemos como genómica comparada–, con Homo sapiens, tanto en genomas de origen africano como de origen europeo. Y lo que demuestran los científicos es que hubo intercambio genético entre las dos especies. Concretamente, lo que revelan es que personas originarias de Europa, por ejemplo, pueden llegar a tener hasta un 6% de material genético de Homo neanderthalensis, lo cual es una evidencia fuerte para considerar que hubo un flujo génico, que es el intercambio reproductivo entre individuos de dos especies diferentes, en este caso.
–¿Cómo es que apenas ha quedado un 6% de neandertal en el genoma del humano actual?
–O sea, hubo producción de híbridos, luego esos híbridos se cruzan con una u otra forma parental. En particular en el caso del fósil de la niña israelí (Skhul I) que ha sido tan publicitado estos días en los medios, lo que estamos viendo es el resultado del cruzamiento de esos híbridos con Homo sapiens. A lo largo del tiempo, como esos híbridos de primera generación se retrocruzaron con sapiens, entonces allí el aporte Neanderthalensis –simplemente por una cuestión de cómo funciona la herencia– se redujo a la mitad. Y a partir de ahí, en la medida en que se fueron reproduciendo a lo largo de las generaciones, se fue reduciendo a la mitad el aporte. Algunas secuencias se mantuvieron, ya sea simplemente por azar o en algunos casos porque sumaban alguna ventaja a los individuos portadores de ese material genético.
–¿En qué momento de la historia los neandertales comenzaron a socializar y eventualmente cruzarse con Homo sapiens?
–Hasta acá, lo que se pensaba es que el contacto entre neandertales y humanos sapiens –porque las dos especies son humanas– habría tenido lugar hace aproximadamente unos 30.000 años. Lo que indican los restos fósiles de esta niña es que ese intercambio pudo haber sido mucho más profundo en la historia de nuestra especie y la de los neandertales, hace alrededor de los 140.000 años. Es decir que, en Oriente Medio, donde tenemos evidencia de la coexistencia de las dos especies, está claro que allí hubo entonces un intercambio reproductivo. Hasta donde yo pude leer, no hay genoma de esta niña, lo que sí estudian los investigadores se basa en evidencia ósea, en el estudio del oído medio, la mandíbula y otras características que muestran que esta niña parecería algo así como un mosaico entre neandertales y humanos sapiens.

–¿Cuáles serían los rasgos o características, anatómicas o genéticas, que aún conservamos de ellos?
–Con todo lo que se vino investigando y con la obtención de más genes neandertal y la comparación con humanos, lo que sabemos es que aproximadamente una persona de origen europeo tendría alrededor de 5% a 6% de material genético de neandertales. Por caso, en una reunión social charlando justamente sobre este tema, una persona me comentó que se había hecho el estudio genómico, habían secuenciado su ADN, y hallaron que tenía un porcentaje bastante más alto, no recuerdo cuánto con exactitud, que ese 6% de neandertales. Y cuando la miraba a esta persona, no tenía rasgos anatómicos muy diferentes a nosotros.
–¿Y en qué consiste a nivel genético esta herencia neandertal?
–Lo que sí se sabe acerca de qué parte del genoma neandertal se conservó en humanos actuales es lo que está relacionado con genes que tienen que ver con las vías metabólicas, vinculadas con la producción de melanina, que es el pigmento que nos da color a la piel. Este gen pudo haber estado sujeto a selección natural, dado que adaptativamente en las zonas donde se fueron distribuyendo los primeros hombres que fueron colonizando Europa, no era adaptativo tener la piel oscura, entonces cambió la distribución del pigmento en la piel y esos genes, por ejemplo en las personas europeas, muestran variantes genéticas típicas o que parece que las heredaron de neandertales.
–¿Ha incidido el clima en estos traslados?
–Claro, hay también otros genes vinculados con el metabolismo. Por ejemplo, genes que sabemos que cuando están mutados hay ciertas variantes alélicas que están vinculadas con la diabetes. Y evidentemente para vivir en un ambiente más frío y con las características del norte de Europa, en particular, bueno, contar con variantes que aceleren el metabolismo puede ser adaptativo. En el camino hacia el este, lo que muestra la evidencia fósil actual es que nuestra especie dejó África hace aproximadamente más de 60.000 años, pero ahora la niña de Israel indicaría la presencia de Homo sapiens hace 140.000 años en el noreste de África; con lo cual ya se habrían empezado a expandir fuera de ese continente.
–¿Y nos queda algún rasgo de los neandertales?
–En cuanto a características anatómicas… me pasó también hace unos años estar paseando por la Patagonia y coincidí en un lugar con una persona de origen escocés. Charlando también sobre la cuestión del porcentaje de ADN neandertal en personas de origen europeo, me dice: «Yo también me hice el ADN y tengo aproximadamente un 6% de material genético neandertal» y tenía todas las características de un Homo sapiens. Esto es probable que sea así simplemente porque pasaron muchas generaciones desde esos eventos de hibridación. Es decir, hubo cruzamientos entre individuos de dos especies diferentes y luego los descendientes de esos cruzamientos se retrocruzaron con Homo sapiens y eso produjo la dilución del material genético neandertal a la mitad en cada generación, con lo cual, es explicable también que las personas que llevan material genético de origen neandertal no tengan ninguna diferencia anatómica con un Homo sapiens en particular.
–Habiendo varios «primos» del Homo sapiens, ¿ha habido también cruzas entre otras especies?
–Bueno, la niña israelí no sería el primer híbrido entre especies humanas. En 2012 un estudio genómico a partir del material fósil de una adolescente determinó que era híbrida entre madre neandertal y padre de otra especie cercana a nosotros, y que a su vez también tuvo contacto reproductivo con nuestra especie, que son los denisovanos –que hace alusión al lugar de donde se desenterraron los fósiles, que es en una cueva en Siberia que se llama Cueva de Denisova–. Lo que se demostró entonces es que esta persona, esta niña –Denisova 11 es el ejemplar– tenía 50% de genoma de neandertales y 50% de otra especie a la que todavía no se le ha puesto un nombre, porque con lo único que se cuenta son restos fósiles muy fragmentarios, falanges en particular, de donde se pudo sacar ADN y a partir de ahí se demostró que estaba muy cercanamente emparentada con neandertales y un poco más alejada de nosotros. Entonces, cuando nuestra especie deja África y se dirige hacia el este, se encuentra con los denisovanos y a partir de ahí también tiene contacto reproductivo con esta especie. Y las huellas de esta hibridación también se conservan en personas de la Polinesia y de toda la zona del este asiático, que muestran variantes genéticas que son aparentemente derivadas de los cruzamientos con los denisovanos.
