Sociedad | Salud pública

La inmunidad en riesgo

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María José Ralli

El derrumbe de las coberturas de vacunación volvió a encender las alertas: brotes de enfermedades prevenibles, discursos negacionistas en el Congreso y un Estado ausente configuran un escenario crítico.

Campañas. En Argentina, la vacunación fue durante décadas una de las políticas sanitarias más exitosas.

Foto: NA

Argentina transita un descenso sostenido de las coberturas de vacunación que ya acumula por lo menos cinco años. La caída se profundizó en la pospandemia y hoy presenta un escenario que preocupa a epidemiólogos, infectólogos y referentes del sistema sanitario. 

La gravedad del retroceso quedó expuesta con la confirmación –hasta hoy– de 7 muertes por tos convulsa, una enfermedad que afecta sobre todo a lactantes y cuya prevención depende de esquemas completos y refuerzos al día. Por otro lado, los datos oficiales revelan que varias vacunas del Calendario Nacional alcanzan las coberturas más bajas de los últimos años.

Pero a la baja inmunización se suma otro factor, no tan nuevo pero cada vez más corrosivo: la reaparición de discursos negacionistas, insólita y preocupantemente incluso dentro del Congreso, que ponen en duda la utilidad y la seguridad de las vacunas, uno de los pilares de la salud pública moderna.

A contramano de la evidencia acumulada durante décadas, la desinformación se expande en un momento en que enfermedades que estaban controladas vuelven a circular y encuentran terreno fértil en una ciudadanía con esquemas incompletos. En diálogo con Acción, especialistas advierten sobre los riesgos sanitarios, las fallas institucionales y la responsabilidad indelegable del Estado en un contexto crítico.

Desmemoria sanitaria
Pablo Scapellato, jefe de infectología del Hospital Santojanni y miembro de la Sociedad Argentina de Infectología, sintetiza que el riesgo sanitario con las bajas coberturas «es ciertamente un gran problema» y advierte que «esto nos coloca ante un escenario en el que la reintroducción de algunas enfermedades, sobre todo virosis de muy fácil transmisión, puede generar brotes y acarrear riesgo de enfermedad, incluso de formas graves, en la población».

El especialista apunta además a la pérdida de memoria sanitaria y señala: «Estamos absolutamente desacostumbrados a pensar en la enfermedad grave cuando hablamos de sarampión, de tos convulsa, de coqueluche; desacostumbrados a pensar en transmisión madre-hijo de rubéola con defectos congénitos; a pensar en hepatitis viral como causa de enfermedad grave y trasplante en los chiquitos». En este sentido, insiste en que tanto la desaparición como la disminución de las coberturas ponen en riesgo la reaparición de cualquiera de estos problemas sanitarios.

Desde el Ministerio de Salud bonaerense, la directora de vigilancia epidemiológica y control de brotes, Teresa Varela, comparte la preocupación y señala que el impacto ya es tangible.

Uno de los efectos más marcados es el sarampión, un brote que afectó a principios de año a varios municipios del Conurbano sur que, explica, comenzó «a partir de viajeros que se infectaron inicialmente en la Ciudad de Buenos Aires» y se expandió por tratarse de un virus «de muy fácil diseminación». Varela señala que a esto se suma hoy «un brote intenso de coqueluche o tos convulsa, otra enfermedad prevenible por vacuna», que convive con «cierta desconfianza hacia la vacunación» y con coberturas que, según señala, «están descendiendo desde hace varios años».

El caso reciente de una familia uruguaya sin vacunar que recorrió varias provincias antes de recibir diagnóstico de sarampión confirma que el riesgo de reintroducción es real. Para Scapellato, «el episodio nos hace reflexionar respecto a que el problema de la pobre cobertura vacunal no es un fenómeno aislado en la Argentina, sino global».

Y resume la urgencia: «Evidentemente tenemos que reforzar la vacunación porque el problema en ciernes es el de la dispersión de esta y de otras enfermedades prevenibles por vacuna». En este punto Varela aporta como matiz que, además de las caídas concretas hubo modificaciones en la forma de calcular las coberturas. «Esto también influye en esta lectura de descenso drástico», explica, aunque insiste en que la tendencia general, sin embargo, es nítida: «Nunca llegamos a niveles óptimos».

La IPV o Salk, esencial para evitar la reaparición de la poliomielitis, llega apenas al 47,6%. La segunda dosis de la triple viral, que protege contra sarampión, rubéola y paperas, alcanza solo el 46,7%.

Asimismo, se observa un descenso sostenido en la aplicación de la vacuna contra el VPH, clave para prevenir cánceres vinculados al virus. Solo un grupo acotado de vacunas del Calendario Nacional supera el 80% de cobertura a nivel país. Entre ellas se encuentran las del nacimiento (Hepatitis B y BCG) y varias del primer semestre de vida, como la primera dosis de Rotavirus y las primeras y segundas dosis de la Quíntuple/Séxtuple, IPV/Séxtuple y Neumococo.

También alcanzan este umbral algunas vacunas del primer año de vida, como Hepatitis A y la primera dosis de la Triple Viral, etapas del calendario donde se registra una mejor adherencia al esquema inicial.

Políticas débiles
Para Scapellato, los retrocesos no se comprenden sin analizar la responsabilidad política y señala que «existe una responsabilidad estatal para llevar a cabo políticas útiles, persistentes, equitativas y sostenidas en el tiempo. Todo lo que contribuya a dinamitar esta idea es un enorme problema». Y agrega que parte de la caída responde a que «el Estado no ha tomado un rol más activo y responsable para inducir a la vacunación de la población».

Varela coincide y señala que «lo que el Estado está haciendo es dejando una vacancia, no está cumpliendo su tarea tal como lo venía haciendo cuando había un verdadero compromiso con tener coberturas adecuadas». En relación con el impacto, la funcionaria apunta que, en particular frente a brotes de sarampión y coqueluche, no se están tomando las medidas que requiere la urgencia, «desde duplicar dosis y esquemas acelerados hasta buscar contactos, seguir casos durante 21 a 30 días y duplicar diagnósticos en hospitales».

Mal pronóstico. la reintroducción de algunas enfermedades, sobre todo virosis de muy fácil transmisión, puede generar brotes.

Foto: NA

Antivacunas en el Congreso
La proliferación de mensajes negacionistas cruzó todos los límites y el evento antivacunas realizado en la Cámara de Diputados el 27 de noviembre generó un inmediato repudio. Scapellato insiste: «Las vacunas son seguras, las vacunas son útiles. Habiendo dicho esto, permitir que en ámbitos del Estado se sostengan ideas con tendencias antivacunas o negacionistas es ciertamente peligroso» y señala que el riesgo es que inciden en cómo la población «entiende o digiere este tipo de información cuando es ventilada en los ámbitos más importantes de decisión del Estado». Para Varela la desinformación legitima la idea de que cada persona «decide» su salud sin respaldo institucional: «Se instala esto de que cada persona, con su criterio personal, resuelva su estado de salud, cuando necesitamos un respaldo estatal», resume.

Como reacción al avance del negacionismo y frente a la desinformación malintencionada respecto de las vacunas, las comisiones de Acción Social y Salud Pública y de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Cámara de Diputados, realizaron una reunión conjunta informativa que contó con la participación de destacados especialistas y referentes políticos de distintos espacios –desde los diputados Pablo Yedlin y Daniel Gollán hasta el exministro de Salud del PRO Adolfo Rubinstein–, donde se reafirmó que la vacunación es una de las herramientas de salud pública más eficaces y seguras en Argentina. 

Todos los expertos coincidieron en que la difusión de desinformación representa una grave amenaza para la inmunidad colectiva, y destacaron el deber institucional de apoyar políticas sanitarias basadas en la mejor evidencia. En ese ámbito el ministro de Salud de la provincia de Buenos Aires, Nicolás Kreplak, sostuvo que «en nuestro país la vacunación ha sido históricamente una de las políticas sanitarias más exitosas gracias al Calendario Nacional de Vacunación y a las altas coberturas alcanzadas durante décadas» y alertó: «Hoy vemos con enorme preocupación un descenso sostenido de las coberturas como producto del avance de los discursos antivacunas y de la responsabilidad del Gobierno nacional de desmantelar, entre otras cosas, la política de inmunización».

La Sociedad Argentina de Medicina y otras entidades científicas emitieron un Posicionamiento Intersocietario que volvió a poner la evidencia en el centro. Allí recuerdan que los programas de inmunización «han evitado al menos 154 millones de muertes en los últimos 50 años» –unas 6 vidas por minuto, según la OMS– y que la vacunación «previene alrededor de 4,4 millones de muertes por año en el mundo». El documento advierte sobre retrocesos globales, desigualdades, crisis humanitarias y desinformación que «mina la confianza de la población», así como sobre el resurgimiento del sarampión y otras enfermedades en regiones donde estaban controladas. 

Tras enumerar desafíos y responsabilidades compartidas, las sociedades firmantes recuerdan que las vacunas no son una opinión sino «una herramienta científica probada que ha cambiado la historia de la humanidad».

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