Opinión

Carlos Heller

Dirigente cooperativista

Supuestos beneficios del endeudamiento

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Aliados para la deuda. El embajador Lamelas y el ministro Caputo: el «apoyo» del amigo del norte.

Foto: @USAmbassadorARG

Las reformas que el Gobierno nacional planea concretar durante el segundo bienio de su mandato cuentan con el respaldo de las grandes corporaciones empresarias, el apoyo explícito del Gobierno estadounidense y la ayuda imprescindible de los organismos financieros multilaterales. Todos ellos interesados en que la Argentina sea una plataforma de buenos negocios y proveedor de recursos naturales estratégicos (alimentos, minerales, hidrocarburos, etcétera).

Caben, entonces, los interrogantes acerca de las consecuencias que ese modelo implicará sobre la mayor parte de la población, la que vive de ingresos salariales (si es que tiene empleo), de haberes previsionales o de trabajos informales, teniendo en cuenta el impacto negativo ya sufrido por las políticas aplicadas durante 2024 y 2025.

Por cierto, para acelerar el paso en el mismo rumbo, el Gobierno libertario apela a discursos optimistas con supuestos datos favorables, como es el caso del próximo regreso al financiamiento a través de los mercados de capitales.

Ante la inminencia de vencimientos de la deuda pública en dólares, que solo en enero rondarán los 4.200 millones entre capital e intereses, el Ministerio de Economía informó que el Gobierno nacional «vuelve a colocar un título en moneda extranjera».


Estrategia
Sería, agregó el comunicado, «un primer paso en la nueva estrategia de refinanciar los vencimientos de capital en moneda extranjera con el sector privado, sin afectar las reservas netas del BCRA». El bono a emitir será a cuatro años de plazo, con pago de capital íntegro al vencimiento e intereses semestrales. Aunque la licitación aún no se llevó a cabo, el presidente Javier Milei se apresuró a festejar: «Volvimos a los mercados de capitales (…) con un cupón del 6,5%». Este valor es muy bajo respecto al que cabe esperar, de acuerdo con el nivel actual del «riesgo país». Pero muy probablemente el título se coloque bajo la par (es decir, que los inversores pagarían menos que el valor nominal), con lo cual el interés total a pagar sería mayor que el 6,5% «del cupón».

Adicionalmente, se estará cancelando deuda que hoy genera un interés promedio del 3% anual, derivado de la renegociación realizada en 2020.

El mismo estilo de comunicación utilizó el ministro Luis Caputo al referirse a los pagos realizados a organismos multilaterales y prestamistas privados, por la deuda que «hemos heredado». En verdad, la última colocación internacional de bonos al sector privado ocurrió en enero de 2018. Y el Fondo Monetario Internacional (FMI) otorgó sus préstamos al país durante las gestiones de Mauricio Macri y del mismo Milei, siempre con intervención del actual ministro de Economía, Caputo.

El comunicado de Economía afirmó que «de esta manera, se consolida un horizonte macroeconómico propicio para que el sector privado, con acceso a fuentes de financiamiento en los mercados local e internacional de capitales a tasas sostenibles, continúe dinamizando la inversión en la economía real, fundamental para sostener el crecimiento económico en el tiempo y la generación de empleo de calidad».

Advertencia. Julie Kozack, vocera del FMI, insistió sobre la necesidad de acumular reservas para pagar los vencimientos.

Foto: @IMFSpokesperson

El endeudamiento es presentado así como el motor de la economía, lo cual tiene como contracara el desconocimiento del dinamismo ligado a factores como el consumo popular, el cuidado del mercado interno, el desarrollo industrial, el avance tecnológico local, etcétera.

Para enfatizar aún más el efecto presuntamente virtuoso del mero endeudamiento, Caputo señaló que, si el riesgo país se ubicara en torno de los 300 puntos (hoy se encuentra alrededor de los 630), se podría acceder a los mercados. 

También reveló que, de modo alternativo, se contemplaba recurrir a préstamos de bancos internacionales estadounidenses, que habrían ofrecido entre 6.000 y 7.000 millones de dólares. Como también se barajaba el uso de los swap existentes con China y con Estados Unidos.

El marco para esas expectativas, como es habitual, lo fijó el FMI, a través de su vocera, Julie Kozack, quien sostuvo que «una trayectoria más ambiciosa de acumulación de reservas para crear reservas adecuadas en la Argentina (…) ayudará al país a afrontar mejor los shocks y también facilitará un acceso oportuno a los mercados internacionales de capital».

También el JP Morgan, uno de los bancos mencionados para avanzar en la financiación al Gobierno, pidió «fortalecer las defensas del país antes de las cruciales elecciones de 2027». Un planteo que, leído entrelíneas, no pierde de vista que, más allá del problema de las divisas, habrá grandes tensiones en el marco del modelo que se implementa.


Amigos
Cobran relieve, en este contexto, las palabras del embajador de EE.UU., que en una reunión de la Cámara de Comercio binacional (AmCham) comentó que «Trump me pidió que viniera a ayudar a su amigo Javier Milei; él no me dijo que viniera a ayudar a cualquier Gobierno, a cualquier partido, me dijo directamente que venga aquí a ayudar a su amigo».

Aclaró, por si hiciera falta, que tenía que acompañar a las compañías y a las industrias de su país que operan en la Argentina, vista como fuente abastecedora de recursos naturales.

De aquí a 2030 se estima que la producción petrolera crecerá un 75%, con un aumento del saldo exportable del 250%, que representaría un incremento de 16.500 millones de dólares. A la vez, la producción de gas natural se expandiría un 90% y multiplicaría las exportaciones actuales más de 20 veces a través de los proyectos de GNL en curso, con un aporte de unos 15.000 millones de dólares adicionales. En materia de minería, especialmente en litio y cobre, los envíos al exterior podrían llegar a unos U$S 13.600 millones para 2030. Todo sumado arroja un incremento del valor de las exportaciones totales de más del 50%.

Durante la vigencia del anterior modelo económico y social se apuntó a un desarrollo (especialmente en el aspecto energético), con activa participación del Estado, a fin de sortear la restricción externa y sustentar un crecimiento con mayores niveles de empleo y mejoras en la distribución del ingreso. Hoy, sin mayores fundamentos, se transita por el camino contrario y se repiten recetas de cuño neoliberal que, tras la fachada de una supuesta estabilidad de precios y retiro del Estado en favor de los mercados, terminaron en crisis y empobrecimiento de las mayorías ciudadanas.

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