28 de enero de 2014
La justicia canadiense ordenó que se retome la investigación que contiene pruebas sobre el maltrato a niños y adolescentes indígenas en las llamadas «escuelas residenciales». Las evidencias fueron recogidas y publicadas hace más de 20 años por el reverendo Kevin Annett. Se calcula que unos 150.000 nativos pasaron por estas instituciones y que al menos 4.000 de ellos murieron por el maltrato o el abandono mientras los «civilizaban». Dirigidas por el Estado y la Iglesia entre 1883 y 1990, las escuelas aparecen como responsables de haber internado a los chicos en contra de su voluntad, de alejarlos de sus familias y de torturarlos tanto psicológica como físicamente. El pedido del juez supremo de Ontario, Paul Terrell, surgió de una demanda de 60 ex alumnos de Saint Anne, quienes denuncian que eran obligados a trabajar de 10 a 12 horas sin recibir alimentos y que los más pequeños eran disciplinados con electrochoques. El genocidio silencioso no sólo complica al gobierno local, que prometió colaborar con la corte, sino también al Vaticano, que ahora debe enfrentar otra demanda cuando aún no logró acallar las denuncias por abusos de menores en varios países del mundo. El reverendo Annett fue expulsado de su Iglesia Unida de Canadá en 1997 después de denunciar el hecho. Acusa al gobierno y a las iglesias por el exterminio de más de 50.000 niños en estas escuelas.