27 de octubre de 2022
Ícono del capitalismo hipertecno, estrella con su propio séquito de fans, el nuevo dueño de Twitter no deja de ser noticia. Especulación, cohetes y bitcoins.
El ingeniero, empresario, inventor, hiperrico (y más) Elon Musk no deja semana sin producir un titular impactante. Puede ser una adquisición de 1.500 millones de dólares en bitcoin que dispara el precio de la criptomoneda, el anuncio de que comprará Twitter para «brindar un acceso irrestricto a la libertad de expresión» o su rol brindando el único acceso a internet en el frente de Ucrania gracias a su empresa de nanosatélites Starlink.
¿Se puede descollar al mismo tiempo en tantas áreas? Hay que decir que Musk, como mínimo, da la pelea: luego de fundar PayPal, una precursora de las fintech, y venderla en 2002, utilizó el dinero para lanzar SpaceX con el objetivo de enviar astronautas al espacio, sobre todo a Marte, donde la humanidad podría comenzar de nuevo en caso de destruir la Tierra. No conforme con eso, al año siguiente formó Tesla para competir nada menos que en la industria automotriz. Sus autos eléctricos le han dado varios dolores de cabeza, pero la empresa crece y, un poco por las expectativas de negocios y otro poco por el atractivo de su personaje, atrae inversores y clientes. Pero tampoco se detuvo ahí: Musk también es dueño de SolarCity dedicada a la energía solar; Neuralink, para crear interfaces cerebro-máquina; Boring, para hacer túneles que reducirían el tráfico en la superficie; Hyperloop para construir trenes que circulan por tubos al vacío.
Elon Musk no solo logra dedicar su día a todo eso y alternar cada tanto como el hombre más rico del mundo (su fortuna oscila alrededor de los 255.000 millones de dólares, según los vaivenes de la bolsa), sino que aún le queda tiempo para diseñar un pequeño submarino (que nunca construyó), especialmente y en tiempo récord, para salvar a los niños que quedaron atrapados en una cueva en Tailandia en 2018. Mientras tanto, no deja de crear polémicas en Twitter, como cuando aseguró que, cansado de los especuladores de Wall Street, pensaba recomprar acciones de Tesla a 420 dólares. La noticia produjo un repentino salto en la cotización de la empresa, pero no se concretó. Como resultado, se inició una investigación de los reguladores de la bolsa por maniobras sospechosas. Una vez más quedó claro el poder de la palabra de este mítico emprendedor serial.
Musk también tuvo tiempo de casarse varias veces (incluso dos con la actriz Talulah Riley), tener seis hijos y dar entrevistas en las que cuenta sobre la difícil relación con su padre y lo solo que se siente a veces.
Gracias a todo esto (y más) Elon Musk se ha transformado en un personaje mundial observado y seguido, con su propio séquito de fans que espera cada lanzamiento de un nuevo modelo de Tesla como si se tratara de un show de su artista favorito. Cada tuit suyo produce un sismo que lo transforma en noticia, alimenta su reputación (para bien o para mal), pero hace que el siguiente mensaje se espere con ansiedad en un círculo virtuoso (o vicioso) cuyo comienzo y final ya no se distingue. El capitalismo hipertecno crea estos personajes escindidos del mundo real, capaces de opinar sobre todo y sobre todos como en otros tiempo solo lo habrían hecho dioses o demonios.
Musk. Su fortuna oscila alrededor de los 255.000 millones de dólares, según los vaivenes de la bolsa .
Foto: Britta Pedersen/Pool/AFP