18 de septiembre de 2021
Francisco Lumerman
Lograda adaptación de Tío Vania de Chéjov.
Autor de clásicos como La gaviota, Las tres hermanas y El jardín de los cerezos, Antón Chéjov fue históricamente ubicado dentro del realismo y el naturalismo, con una poética que explora el universo cotidiano sin marginar su medianía. Es por eso que sus obras son las que mejor condensan la sensación de pesadez que implica atravesar la vida sin grandes motivaciones ni hechos extraordinarios. Escrita y dirigida por Francisco Lumerman, El amor es un bien resulta una notable adaptación de Tío Vania. Lumerman mantuvo del texto original de Chéjov la trama vincular y la trasladó hacia un pueblo del sur en donde viven Sonia y su tío Iván, quienes administran un hostel que no tiene mucho éxito. Hasta allí llega el padre de Sonia con su joven esposa, con la finalidad de ponerlo a la venta. De concretarse ese objetivo, Sonia e Iván perderían el lugar en donde permanecen, de alguna forma, refugiados de un mundo que les resulta hostil. Hay un personaje más, Pablo, quien parece escapar de la melancolía que tiñe la vida del resto; su existencia provoca que el deseo ajeno se active, con resultados agridulces. El elenco construye con oficio y solidez una curva emocional que se traslada a la platea y que ratifica la vigencia de la herencia chejoviana.