13 de febrero de 2022
Titular de la Defensoría del Público de Servicios de Comunicación Audiovisual, explica las funciones del organismo y los cambios en el sistema de medios.
Nadie dijo que sería fácil. La vieja casona de la calle Adolfo Alsina al 1400 en el centro de la ciudad no tiene luz. Peldaños de sobrio mármol, pasillos aireados, oficinas y dos pisos más arriba, una mujer regando las plantas en la terraza. Miriam Lewin es la defensora del Público de Servicios de Comunicación Audiovisual y, se ve, tiene vocación de cuidar. También a sus colegas, a los que ofrece un vaso de agua fresca para soportar la inesperada exigencia aeróbica. Y, sobre todo, si se habla de proteger, la periodista de 64 años vela desde su cargo por aquellos y aquellas que cada día reciben contenidos por televisión y radio. Aunque no solo por esos medios. «Representamos a las audiencias, pero con un desafío mayor, porque ¿cuánta gente se informa hoy por radio y TV?», pregunta, y –trabajadora de prensa al fin– no será la última que haga.
–Cuando era chico (eso fue hace mucho tiempo), en casa se hacía silencio porque «empezaba el noticioso»…
–¡Cierto! Pero hoy en día si hay un tsunami en Japón te enterás enseguida por la pantalla de la computadora, de la tablet, del celular. Los usuarios de estos nuevos soportes no tienen representación. En la Defensoría estamos recibiendo cada vez más reclamos de gente que se ve frustrada porque, al estilo del Chapulín Colorado, dice: «¿Y quién podrá defenderme?». Nosotros apuntamos a las audiencias de radio y televisión, pero los contenidos audiovisuales que están en sitios web y circulan por redes sociales también existen e influyen. Pueden levantar un candidato político, hacerlo caer, destruirle la vida a una persona, sobre todo en comunidades chicas donde todo el mundo se conoce.
–Estamos, referenciando a lo teórico de la comunicación, frente a otro tipo de emisor, pero también de receptor.
–Las audiencias ya no son receptoras pasivas, generan contenidos. Y estos contenidos muchas veces son positivos, como, por ejemplo, el Ni una Menos, y otras veces tiene un costado oscuro, un costado que desinforma, un costado que difama, un costado que puede ser violento o incluso incitar al odio. Aquello que circula por las redes sociales ya no es solamente patrimonio o dominio de las redes sociales. He escuchado muchas veces a colegas productores de radio que dicen: «Uy, mirá, esto se viralizó en Twitter, levantémoslo, asumámoslo como contenido». Y a veces se recorre el camino inverso: «Mirá qué bien que midió esto en este canal. Levantémoslo en nuestra cuenta de Twitter, reproduzcámoslo».
–En ese sentido, ustedes ampliaron el espectro de recomendaciones sobre tratamientos informativos que venían realizando.
–Nosotros consideramos que en esta etapa las recomendaciones que cuando empezó la Defensoría eran para periodistas, sobre cobertura responsable de determinadas temáticas, desastres y catástrofes, cuestiones de género, discapacidad, tienen que ser ahora para las audiencias, por esto que decía antes de que las audiencias generan contenidos. Es decir, ¿cómo genero un contenido con mi celular o con mi tablet y lo subo a las redes responsablemente? Bueno, ahí tenés las recomendaciones. ¿Cómo se arman las recomendaciones? En general, son cortas, sencillas, aportan recursos para saber a qué fuentes responsables tenés que recurrir y te dicen lo básico que tenés que saber sobre una temática. Se arman con periodistas, con académicos y académicas, con organizaciones involucradas en la temática, se arman también con aquellos reclamos que recibimos de las audiencias. Decimos reclamos porque no nos gusta decirle denuncias, que tiene un tinte policial o judicial.
–Frente a la recepción de contenidos, por la vía que fuera, ¿cuál es el marco de acción de la Defensoría?
–¿Nosotros tenemos una potestad sancionatoria? No. Tenemos una vocación pedagógica, de acercamiento de posiciones, de reparación. Es decir, cuando vos me decís que te sentiste vulnerado, invisibilizado, que no recibís a través de tu cableoperador la señal que te interesa en tu zona geográfica, podés hacer el reclamo a la Defensoría y la Defensoría analiza aquello que vos estás reclamando y se acerca al medio y consigue reparaciones. Y consigue que nuestro equipo de capacitación, si hay una temática en la que el medio está un poco flojo, de manera gratuita, sus trabajadores y trabajadoras se puedan capacitar. Capacitamos en género y en cobertura responsable de temáticas de niñez y en cobertura responsable de la pandemia en general y de la vacunación en particular, y de la vacunación de niños, niñas y adolescentes en particular. Hay una multiplicidad de temáticas en las que la Defensoría está habilitada para acercar capacitaciones.
–Esas reparaciones a veces tienen gusto a poco, o directamente ni siquiera se concretan. Refiero específicamente al caso de Viviana Canosa y su recomendación a la ingesta de dióxido de cloro para combatir el COVID-19.
–Hubo una cifra récord de reclamos, alrededor de 400, por distintas situaciones que involucraban a la misma comunicadora. La primera fue cuando Viviana Canosa bebió o simuló beber hidroxicloroquina en cámara diciendo que la ayudaba contra el coronavirus, otra fue cuando dijo que la vacuna mataba, después de la muerte por coronavirus de nuestro colega Mauro Viale. En realidad, no lo dijo ella, sino que trajo a un farmacéutico cordobés bastante cuestionado. Y otra fue cuando dijo que los hisopos en algún lugar, no supo explicar bien por qué ni cómo ni dónde, hacían que los resultados dieran positivos porque tenían algunos filamentos metálicos. En ese momento ella estaba en Canal 9. Y el productor ofreció en nombre de la señal, la emisión de un video que nosotros produjimos explicando por qué la hidroxicloroquina, lejos de proteger, dañaba tejidos según la ANMAT. Lo produjimos junto con la Red de Argentina de Periodismo Científico, que es una red de profesionales que durante años se han formado para comunicar responsablemente sobre ciencia y salud. Le entregamos en la duración estipulada el video producido por la Defensoría al Canal. Lejos de cumplir con el compromiso de emitirlo en un horario equivalente al de la emisión del mensaje erróneo, mensaje que tenía la potencialidad de promover conductas perjudiciales para la salud, lo pasaron a la madrugada. Nosotros consideramos que estaba cerrada la vía de negociación y de diálogo y remitimos todas las actuaciones al ENACOM, que finalmente sancionó a la señal.
–¿Cómo está funcionando el sistema de audiencias públicas?
–Primero, un poco de historia (sonríe). La Defensoría tuvo una época de acefalía después de la salida de la defensora anterior, Cynthia Ottaviano. Y durante el Gobierno de Mauricio Macri tuvo un período de intervención, de parálisis y de invisibilización. Pero esa paralización no fue total, es decir, no se bajó la persiana por la garra que le pusieron los trabajadores y las trabajadoras, porque se pusieron la Defensoría al hombro y la pelearon. Y hubo una gran alegría a pesar de que nos tocó asumir en pandemia, nos tocó asumir el 24 de junio en pleno aislamiento. Pero volvimos. Y volvimos con las audiencias públicas, que son una instancia democrática en la que las audiencias nos dicen lo que piensan de los medios.
–¿Cuántas realizaron en este período?
–Hicimos cuatro. Son instancias de encuentro de ciudadanos y ciudadanas de todas las edades, de todas las áreas geográficas del país, que nos respondieron, entre otras, las siguientes preguntas: Este año, ¿cómo ven a los medios? ¿Qué necesitan de los medios? ¿Los medios cumplieron el rol que tenían que cumplir durante la pandemia? ¿Los medios son accesibles a las personas con discapacidad? ¿Los medios colaboraron con el «seguimos educando», con el derecho a la comunicación? ¿Los medios confundieron con respecto a los operativos de vacunación? ¿Los medios, nos generaron paranoia, o al contrario, resultaron más confiables? ¿El trabajo y los profesionales de la comunicación estuvieron precarizados? ¿De qué manera influyó esto en la calidad de la información que recibimos como audiencia? ¿Por qué quien vive en La Quiaca sigue recibiendo información sobre un choque en la porteña avenida 9 de julio y no sobre lo que sucede en su zona?
–Los contenidos que observa y analiza la Defensoría también exceden el ámbito periodístico, ¿no?
–Sí, nosotros hemos dado capacitaciones en cuestiones de género en productoras muy importantes, no solamente nacionales sino internacionales, que emiten en el país. Acabamos de participar en una campaña contra el bullying con Cartoon Network por ejemplo, hemos dado capacitaciones en productoras de programas de entretenimientos. Se trata de preguntarnos: ¿hacemos realmente una ficción inclusiva en la Argentina? ¿Cuáles son los colectivos que se sienten vulnerados en sus derechos?
–¿Qué es lo último que han trabajado en materia informativa?
–El lanzamiento de un observatorio con sindicatos, porque hay muchos sindicatos que se venían quejando ante la Defensoría por la estigmatización de sus luchas, que son representadas en los medios muchas veces simplemente como obstrucciones de tránsito. Es decir, hay un corte en la 9 de julio y….
–Caos de tránsito.
–¿Alguien sabe por qué esas personas, esos hombres y mujeres, esos jóvenes a veces, decidieron llegar a esta instancia? ¿O es simplemente porque tomaron la decisión de obstruir nuestro derecho constitucional a circular libremente? ¿Qué derechos de esas personas se vieron vulnerados antes? ¿Por qué se dice, por ejemplo, que los maestros no quieren trabajar y no dieron clases durante la pandemia? Queremos estudiar por qué sucede esto, qué es lo que está pasando, todos y todas tenemos derechos laborales. El derecho a la huelga es un derecho constitucional. ¿Qué está pasando que los medios no lo comunican de esa manera y hasta qué punto los y las trabajadores de prensa somos los principales perjudicados? Porque cuando hay un conflicto en una empresa de comunicación no aparece en ningún otro medio.
–Siempre hacés hincapié en la comunicación como un derecho humano, ¿por qué?
–Los derechos humanos no son solamente aquellos que fueron violentados brutalmente durante la dictadura. Los derechos humanos son muchos, son el derecho a la salud, el derecho a una vivienda digna, el derecho a la educación y el derecho a la comunicación. Estoy convencida de que tenemos todavía mucho trecho por caminar para que las audiencias tomen conciencia de que la comunicación es un derecho humano y que no es algo que se compra y se vende. Tal vez esta etapa, este nuevo ecosistema de medios en el que las audiencias son también productoras, contribuya a que se tome conciencia, se haga carne esto de que comunicarnos es nuestro derecho. Recibir información confiable es nuestro derecho y producir nuestra propia información, subir a las redes lo que fuera que nos interesa, que nos emociona, también, que nos resulta relevante, es también nuestro derecho, pero claro, lo tenemos que hacer con responsabilidad. Todos. Nosotros (los periodistas) y también quienes no son profesionales de la comunicación.