18 de marzo de 2022
Un jurado popular será el encargado de decidir si el viudo, Marcelo Macarrón, es culpable del asesinato cometido hace ya 15 años. Vaivenes y negligencias.
Río Cuarto. El juicio comenzó el 7 de marzo y contempla la presentación de 300 testigos.
TÉLAM
A 15 años de los hechos, la posibilidad de resolver el crimen de Nora Dalmasso parece imposible a pesar del juicio iniciado el 7 de marzo en la ciudad de Río Cuarto. No solo el tiempo transcurrido resulta un obstáculo. Los vaivenes y las negligencias de la Justicia y de la Policía cordobesa frustraron la investigación y no despejaron la incertidumbre con la imputación final del viudo, el médico traumatólogo Marcelo Macarrón, como autor intelectual del homicidio.
Nora Dalmasso tenía 51 años y fue asesinada por asfixia en su casa del barrio Villa Golf de Río Cuarto en la madrugada del 26 de noviembre de 2006. Macarrón estaba entonces en Punta del Este, en un viaje que según la fiscalía fue planeado para ponerse a cubierto de sospechas. El crimen habría surgido de «desavenencias matrimoniales y cuestiones económicas».
El juicio contempla la presentación de 300 testigos, aunque algunos de los principales fallecieron o se encuentran imposibilitados para declarar, como Pablo Radaelli, el vecino que descubrió el cuerpo. «Tanto en los tribunales como en la sociedad de Río Cuarto son muy pocas las expectativas de llegar a la verdad», dice el periodista cordobés Juan Federico. Incluso el fiscal, Julio Rivero, manifestó su escepticismo al respecto: «Nunca se va a saber» quién mató a Dalmasso, dijo al exponer su teoría del caso.
«Recién ahora se empezó a ver cómo fue la escena del crimen. No vamos a llegar al asesino. Ni siquiera la prueba genética es incontrovertible en este caso: un fiscal dijo que había semen del viudo en el cuerpo de Dalmasso y el último, que elevó la causa a juicio, lo niega», agrega Federico, periodista del diario La Voz del Interior y autor del libro Golpe en Nueva Córdoba (2020).
La historia de vida y la intimidad de Dalmasso quedaron expuestas desde un principio a través de versiones policiales y periodísticas basadas en especulaciones y rumores nunca comprobados o finalmente desvinculados del crimen. La combinación de un ambiente de clase media alta, supuestos vínculos políticos de los allegados y referencias sexuales potenciaron una atención morbosa de los medios que revictimizó a Dalmasso y resultó funcional a la impunidad.
Femicidio invisible
Dieciséis personas –entre ellas cinco jefes policiales– ingresaron a la escena del crimen antes de que llegaran los peritos encargados de levantar rastros. Entre los investigadores se encontró el entonces jefe de la División de Homicidios de la policía de Córdoba, Rafael Sosa, responsable de la hipótesis que condujo en febrero de 2007 a la detención del pintor Gastón Zárate, conocido popularmente como «el perejil», por la evidente maniobra con que se lo vinculó con la causa.
«Un fiscal acusó después al hijo, Facundo Macarrón, diciendo que era gay y que había matado a la madre porque ella no aceptaba su elección sexual, y mantuvo la imputación durante cinco años –recuerda Juan Federico–. Otro fiscal elaboró la teoría de un vuelo clandestino de Marcelo Macarrón de ida y vuelta entre Punta del Este y Río Cuarto durante la noche del crimen. Si el viudo fuera encontrado culpable se daría el caso inédito en la Justicia de que se condene al instigador sin saber quién fue el autor material del crimen».
La elevación a juicio se produjo poco antes de la prescripción de la causa, que por los plazos legales se cumpliría en noviembre de 2022. «Todos estaban muy cómodos con esa posibilidad, pero el último de los cinco fiscales que intervinieron en el expediente resolvió que sea un jurado popular el que decida si Macarrón es culpable o inocente», agrega Federico.
La crítica al desempeño de los medios estuvo presente en el alegato inicial del fiscal Rivero, quien habló de un «asesinato mediático». En una coyuntura donde los femicidios no estaban penalizados, el crimen de Dalmasso fue visto como un caso similar al de María Marta García Belsunce y a diferencia de otros episodios de violencia de género no tuvo marchas en las que se reclamara por su investigación.
En la segunda jornada del juicio, Facundo y Valentina Macarrón coincidieron en defender a su padre y en señalar como responsable del crimen al empresario Miguel Rohrer, antiguo amigo de la familia al que el viudo no se refirió en su propia declaración. Los hermanos anunciaron previamente que aportarían pruebas, pero sus declaraciones se remitieron sin mayor novedad a comentarios conocidos y a denunciar «una línea que la Justicia no investigó».
Rohrer ya había sido mencionado en 2016, cuando compareció espontáneamente ante la Justicia y se sometió a un examen de ADN. La prueba dio resultado negativo en el contraste con las muestras obtenidas en el cuarto donde fue asesinada Dalmasso.
«Nuestro dolor es hoy mucho más grande por la impotencia que nos produce saber que ninguno de los fiscales intervinientes en la investigación buscó saber con seriedad y profesionalismo quién es el asesino de mamá», dijo Facundo Macarrón dirigiéndose a los integrantes del jurado.
Sin embargo, el crimen no deja de ser revelador. A través de los relatos que pretenden despejar los interrogantes, la muerte de Nora Dalmasso descubre lugares comunes que sostienen la violencia de género y prejuicios que atraviesan al conjunto de la sociedad y los expone bajo su luz más cruda.