18 de julio de 2022
El cantante y actor publica un volumen de aguafuertes porteñas protagonizadas por él mismo, su hijo y su padre Moris. Entre la música y la literatura.
Mirada oblicua. En «Tres» se pueden leer retratos de lugares, personas y momentos que oscilan entre la euforia y la melancolía.
JORGE ALOY
«Fue una gran prueba», admite Antonio Birabent sobre la experiencia con su primerísimo libro, Tres. Músico, actor, conductor de televisión y radio, articulista en diarios y revistas, a este eterno muchacho nacido en 1969 prácticamente no le quedaba arte por visitar. Su larga y sinuosa carrera tiene más de treinta años y comenzó en los 90, cuando interpretó a su padre, Moris, en Tango feroz. Por esos años, Antonio también era el guitarrista de la banda de su papá, pero pronto comenzó a presentarse en modo solista. De allí a grabar sus primeros discos, y más tarde a conducir programas de televisión como La cueva.
A Birabent lo vimos en películas como El Impostor y Lisboa, y en prestigiosas series de televisión como Verdad-Consecuencia y Por ese palpitar. Hoy, después de una veintena de discos, las palabras le llegaron en silencio: «Escribir es algo que me acompaña desde siempre, es una comunicación conmigo y con los demás. Había escrito en alguna oportunidad cosas cortas, pero no habían llegado a nada. Así que es un primer libro, pero es un primer libro mentiroso, porque llevo una vida entera escribiendo», dice.
Mientras suena La Última Montaña (2020), a dúo con ese auténtico héroe del rock en castellano que es su padre, Birabent llega a los recitales en Argentina, Uruguay y España con una pila de libros al lado de la de los discos. Entre ellos está su último trabajo, El interior del volcán, con nueve canciones de corte íntimo y minimalista que ya prefiguran el tono general de Tres.
Editado por Malisia, un sello platense independiente, el libro se compone de casi noventa textos breves seleccionados con ayuda del escritor Juan José Becerra, amigo que le recomendó que transcribiera los cuadernos que venía llenando a mano en bares y cafés. «Comencé a escribir estos relatos en Río de Janeiro, en un viaje de trabajo. El estar alejado de Buenos Aires y de mi mundo me hizo escribir sobre eso, y después seguí haciéndolo hasta que se juntó un montón de material, del que hubo que hacer una selección», dice.
Emociones contadas
La espontaneidad de estas microhistorias, dice en la contratapa Fabián Casas, es lo que más llama la atención. En Tres encontramos retratos de lugares, personas y momentos, una mirada oblicua que pivotea entre la euforia y la melancolía. «Es algo que tengo incorporado. A mí me llama la atención el segundo plano, tanto que lo llevo al primero, y es en lo que me he inspirado todo este tiempo, también para hacer mis canciones».
Crónicas o aguafuertes, a la manera de Arlt, son estampas urbanas que protagonizan tres varones de esta era, tres generaciones de «Birabents»: Antonio, su padre y su hijo. Alrededor de ellos orbita una ciudad, un tiempo perdido y un mundo ganado a la velocidad. «Es un libro que explora la paternidad y la sensibilidad masculina. Es la historia de tres seres masculinos de la misma sangre, de tres edades muy distintas, que se encuentran, se conectan y se pierden en esa experiencia. Es un libro muy íntimo, y con él me di cuenta de que cada familia tiene un libro por escribir», observa.
Los cruces para Birabent ya habían comenzado en Oficio: juglar, un libro-disco en el que compuso y cantó versiones de textos de escritores argentinos como Aurora Venturini, Fogwill, Alejandra Pizarnik, Roberto Juarroz, Almafuerte y Sergio Bizzio. «La música y la literatura son disciplinas muy distintas. Escribir un libro, para mí, ha sido una demanda enorme de concentración y voluntad», explica. Sin embargo, admite que el motor creativo es el mismo: la curiosidad y el deseo de comunicar una emoción.
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