25 de julio de 2022
La gran pulseada económica, financiera y mediática motorizada por el denominado mercado, es decir, los grupos del poder económico, los grandes exportadores, los principales dueños de los granos, particularmente de la soja, y sectores financieros que presionan al Gobierno nacional, se sostiene por un período ya demasiado prolongado.
Una de las herramientas que generan esa tensión es la cotización del dólar ilegal, que funciona como una suerte de ariete, incluso de carácter político, y genera una situación de fuerte incertidumbre en la sociedad. El otro factor fundamental de la operación es el incremento de los precios, que es lo que más preocupa a gran parte del pueblo, particularmente a los millones de las capas más humildes, aunque también a franjas de las clases medias. El Gobierno nacional, hasta ahora, no ha podido resolver con eficacia este problema.
Los formadores de precios, que ya pueden ser llamados «remarcadores de precios», son las grandes corporaciones monopólicas que dominan, cada una en su rama de actividad, entre el 60% y el 80% del mercado, y no han detenido el constante aumento de los precios, que alimenta la inflación y configura una transferencia de ingresos desde los sectores populares hacia esos grupos monopólicos. Siempre aparece un pretexto para seguir remarcando, incluso para no cumplir con los acuerdos y eludir controles.
Es cierto que se da la paradoja de un crecimiento muy importante de algunas actividades, como el turismo, el auge de determinados niveles de consumo y el incremento de la ocupación. Sin embargo, la precepción de amplios núcleos de trabajadores es de enojo ante la imposibilidad de consumo, producto de esas remarcaciones.
La batalla económica de fondo es entre el Gobierno y los grupos del antiguo partido de la devaluación que presionan con ese propósito, mediante el dólar ilegal y los aumentos de precios, y también con la retención de los productos exportables. Es un hecho conocido que permanecen sin liquidar millones de toneladas de granos, un hecho admitido hasta por sectores empresarios del campo. Esto muestra otra paradoja: guardan el grano a pesar de que está bajando su precio internacional. Es decir, está claro que su apuesta para seguir ganando dinero es por la devaluación.
Interpelar a la sociedad
A su vez, en el plano de la política, hay sectores de la oposición que en forma irresponsable enarbolan discursos francamente antidemocráticos. Un caso es el de la presidenta del PRO, Patricia Bullrich, quien dijo estar dispuesta a asumir el gobierno ya, y en los últimos días, reaparecieron sectores golpistas expresados por el carapintada Aldo Rico, con su tradicional conducta desestabilizadora.
En esta situación tan compleja, la respuesta debe contener dos elementos. Por un lado, que el Gobierno tome iniciativas de carácter económico y social que contribuyan a resolver y mejorar la situación de la mayoría de la sociedad. El otro elemento de carácter político es que se impulse mayor participación del pueblo para que con su protagonismo fortalezca un gobierno legítimo y democrático.
En este contexto tan delicado, destaco dos cuestiones recientes muy positivas. Por un lado, que se haya decidido mantener el plan de obra pública, es decir que, a pesar de las dificultades planteadas, la inversión pública se va a sostener, lo cual expresa un concepto opuesto al tradicional neoliberal, que propugna su restricción. Y otra medida muy importante es la extensión de la moratoria previsional, que beneficia mayoritariamente a las mujeres, ya que conforman entre un 70% y 80% de las personas beneficiadas. El universo de esta iniciativa incorpora 906.000 personas que tienen aportes insuficientes para jubilarse y 680.000 que no tienen aportes.
Finalmente, también se espera que el Congreso Nacional retome iniciativas ya planteadas para generar recursos que permitan atender la situación de emergencia social. Me refiero al proyecto que apunta a cobrar impuestos a los fugadores de divisas y al que grava la denominada «renta inesperada». Si bien la situación en la Cámara de Diputados es dificultosa para el Frente de Todos, es muy importante en términos políticos poner a la sociedad frente a esos debates. Solo de ese modo, con el pueblo activo y participando, se podrá enfrentar la batalla clave frente a los especuladores y los poderosos.