11 de agosto de 2022
La vicepresidenta electa de Colombia, que estuvo de visita en nuestro país, se ha convertido en una figura clave de la política latinoamericana. Su rol en las luchas sociales.
«Raza, clase y género» son las claves del pensamiento que levanta como banderas la vicepresidenta electa de Colombia, Francia Márquez Mina, tomadas de los discursos de la histórica activista afroamericana Angela Davis y de su experiencia personal por las luchas en Yolombó, su aldea en el municipio de Suárez, al suroeste de su país.
En el marco de su gira por Sudamérica, Márquez Mina visitó el sábado 30 de julio el Centro Cultural Kirchner. Ante una multitud de militantes feministas, jóvenes y migrantes de su país, expresó: «Las mujeres negras no están luchando para romper el techo de cristal. Sino que están luchando para ponerse de pie y caminar con sus hermanas, igual que las mujeres indígenas, porque ellas siempre han estado de rodillas». Y parafraseó a la propia Davis: «Yo no estoy aquí para ponerme de la mano con Hillary Clinton, que está a punto de romper el techo de cristal, yo estoy aquí para cogerme de las manos con las mujeres negras del Bronx o, en el caso de Colombia, del distrito de Agua Blanca o del Cauca».
Los casi 800.000 votos obtenidos en la elección primaria de la izquierda en marzo de este año, por encima de varios dirigentes históricos de otras fuerzas de su país, la catapultaron como una figura política excluyente, imponiéndola como compañera de fórmula del hoy presidente Gustavo Petro. Es que gracias a su lucha y encendida oratoria supo captar el voto de quienes protagonizaron las protestas y el estallido social de 2021 denominado Paro Nacional: los jóvenes principalmente, pero también feministas, pobladores afro, indígenas, campesinos, medioambientalistas y comunidad LGTB. Es la esperanza de «Los nadies» en el nuevo Gobierno, en palabras del poema del escritor uruguayo Eduardo Galeano que se utilizó durante la campaña.
Primera mandataria afrodescendiente de su país, con 40 años de edad, es madre soltera desde los 16 y abogada de causas sociales, recibida en la Universidad de Santiago de Cali. Fue empleada doméstica y minera artesanal en la región del Cauca, su lugar de origen siempre mencionado y descrito como «la ciudad blanca», por su pasado esclavista y la mentalidad racista y colonial todavía reinante allí.
Ella, al igual que su abuela y muchas otras de la región, tuvo que extraer oro con sus manos «para sacar de la cárcel a sus esposos presos por luchar por sus tierras». La cuestión de la tierra es un eje central en buena parte de sus discursos: «La gente negra en el norte del Cauca sabe que sin territorio no hay ni libertad ni autonomía».
Ferviente luchadora por la paz, anunció que se reanudarán las conversaciones con el grupo guerrillero todavía activo ELN: «Nosotros no podemos seguir haciendo trizas la paz». Ella misma fue en 2014 una más de los dos millones de desplazados por la violencia armada en Colombia. Los paramilitares no perdonaron su lucha contra la minería ilegal y la otorgación de títulos sin consulta previa a las comunidades originarias.
El amor por su tierra hizo que comenzara militando contra los megaproyectos minero-energéticos en la década del 90. «¡Y ahora que soy Gobierno me toca mirar cómo vamos a hacer!», afirmó sobre los próximos desafíos de su gestión. Precisamente, la temática ambiental fue parte de su agenda en su visita a nuestro país y a otros de la región, como Chile, Brasil y Bolivia. Además, en su gira planteó con los presidentes de esas naciones temas como paz, justicia y lucha antirracista.
La discriminación racial estructural y la negación de la misma –también en países como el nuestro– son mencionadas permanentemente en sus discursos. A su vez, como la portavoz de las nuevas generaciones, se proclama en contra del patriarcado, por los derechos de la comunidad LGTBIQ y a favor de la legalización de las drogas: «Hasta el momento la política de drogas ha servido para dejar la plata en los bancos y los muertos en los territorios».
«La droga sale del país y lo hace con la complacencia de muchos de los corruptos que están en el Estado colombiano», suele denunciar, proponiendo la discusión sobre el tema drogas como algo inherente a toda la región. Quizás por esa franqueza en su discurso y por su tenacidad en su lucha fue que en 2019 grupos armados atentaron contra su vida.
Sin embargo, esto no hizo que renunciara a su lucha por la paz: fue presidenta del Consejo Nacional de Paz y Convivencia en el año 2020 donde se ocupó del seguimiento del cumplimiento de los acuerdos de paz. Por su parte, por su lucha medioambiental recibió distinciones como el premio Goldman.
«Soy porque somos», fue el eslogan de su campaña apuntando a que la lucha debe ser colectiva. Como una marca de su pensamiento resaltó que las mujeres siempre han estado en la lucha, solo que fueron «invisibilizadas», y afirma haber llegado al Gobierno precisamente para ser la voz de ellas y de todos los marginados. Para eso anunció recientemente la creación del Ministerio de la Igualdad, del que estará al frente. Para ser, en forma concreta, la voz de «Los nadies».