18 de agosto de 2022
La cooperativa del sur del país, creada por un grupo de mujeres, ofrece talleres de diferentes actividades musicales y clases de teatro y fotografía.
Empuje fueguino. Susana Pinto, secretaria; Julio Encina, presidente; Mario Romero, síndico; y Florencia Martinelli, tesorera.
FOTO: NICOLÁS FOGOLINI
Buscando motivar a los habitantes de la isla, de ponerle color al invierno de días grises y cortos y, al mismo tiempo, de generar una salida laboral, desde hace casi 10 años la cooperativa Sembrando Cultura propone, en la ciudad de Ushuaia, obras y clases de teatro, títeres, talleres, capacitaciones, folclore, literatura, fotografía, arteterapia y otras actividades, tanto para adultos como para niños.
La génesis está en la búsqueda de un grupo de amigas que sembró la idea de plasmar la energía del compañerismo en un proyecto colectivo. «En 2012 nos juntamos con un grupo de mujeres que veníamos del ámbito cultural. Una de ellas era cantante de tangos y siempre nos pedía auxilio para que en sus eventos, además de la música, hubiera algún telón de fondo como para enriquecer la puesta en escena», cuenta a Acción Susana Pinto, primera presidenta y actual secretaria de Sembrando Cultura.
Un día escucharon hablar sobre cooperativismo y sintieron que por ahí estaba el camino. Con ese rumbo concretaron la inscripción del proyecto el 2 de septiembre de 2013 hasta que lograron obtener la matrícula otorgada por el INAES.
Sembrando Cultura, desde su conformación, ha sostenido el número de siete cooperativistas, aunque no todos son los socios fundacionales. Sus integrantes entienden que para terminar de crecer y afianzarse en la isla necesitan un lugar físico propio.
«Hoy en día eso es lo más urgente. Antes de la pandemia estábamos trabajando en un espacio en comodato y veníamos bien porque la gente nos reconocía, teníamos una buena cantidad de participantes en los talleres y hacíamos eventos, pero en los meses de la pandemia se nos cayó el comodato y cuando quisimos retomar los valores de los alquileres, sumado a otros gastos, tornaron la situación muy difícil», explica Julio Encina, actual presidente de la cooperativa.
Colorear el invierno
La cooperativa cultural impulsa distintos talleres destinados a niños y también a adultos, todos apuntando al trabajo en conjunto. En los más pequeños buscan inculcar «el respeto, los valores y la importancia del reciclado. Se habla de esto y entonces van saliendo un montón de temas: el plástico ese de la botellita que uno tiró, la cantidad de residuos que junta y que está bueno utilizarlos en una maceta o en un juego didáctico», comenta Florencia Martinelli, tesorera de la cooperativa.
La cooperativa también tomó nota de la salud mental de los habitantes de la isla e ideó el proyecto «Ponerle color al invierno», que tiene que ver con un tejido colectivo donde reciclan lanas y las transforman en cuadraditos de colores que se ven en la costanera de Ushuaia.
«La idea surgió porque acá mucha gente sufre de depresión por los días grises y cortos. En invierno, a veces el sol ni siquiera se ve porque va por detrás de las montañas. Es para que todos puedan agregar su cuadradito, incluso si alguien viene de vacaciones o a conocer la ciudad», dice Martinelli.
El sentido de pertenencia a una cooperativa cambió la vida de las y los socios para siempre, especialmente del grupo de mujeres. «Para mí es fantástico porque uno puede dar muestra de todo lo que nos fue transformando a lo largo de la experiencia», asegura Susana Pinto.
A la vez remarca que cuando asumió como presidenta en 2013, «fue un desafío enorme porque me encontré con tener que ir a viajes, capacitarme y vi la realidad de lo masculino, lo que pasaba con el cooperativismo y las mujeres. Seguíamos sin estar en los lugares importantes para transformar realmente la cooperativa o la sociedad en sí misma».
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