13 de octubre de 2022
Con el foco puesto en los títeres, la programación destinada al público más pequeño está presente desde el origen del Centro Cultural de la Cooperación.
Muñecos protagonistas. Cuando el viento ruge, de Juan Benbassat, un ejemplo reciente de la creatividad puesta en escena.
Foto: Prensa
Desde la temporada teatral de 2003, a poco de su fundación en noviembre del año anterior, quienes dirigieron el Centro Cultural de la Cooperación privilegiaron la programación destinada al público infantil. Con la mirada atenta de la artista y gestora Antoaneta Madjarova, acompañada por un equipo de especialistas, se comenzaron a seleccionar las puestas en escena destinadas a ese público de pequeñas y pequeños que por primera vez frecuentaba la actividad que se desarrollaba en plena avenida Corrientes.
Calidad y diversidad de lenguajes, artistas de distintas procedencias y géneros, y el foco puesto especialmente en los títeres: bajo esos parámetros se han presentado en todo este tiempo docenas y docenas de espectáculos. Aquellos que marcaron la temporada inaugural como Guillermo Tell, con la dirección de Marcelo Katz y Calidoscopio, por el Grupo Kukla; hasta los más recientes Yatencontraré, con Daniel Casablanca y Guadalupe Bervih; Amazonana, de Ana Iniesta y Mario Luis Marino; Cuando el viento ruge, de Juan Benbassat; La que tiene coronita, de Silvina Reinaudi.
«El área de títeres y espectáculos para las infancias existe desde los comienzos del proyecto del CCC, cuando ni siquiera estaba el edificio de la avenida Corrientes», cuenta Madjarova, su alma mater. «Fue uno de las primeras áreas que creamos allí por el año 1997 a pedido de Floreal Gorini. Esto marca la importancia que tiene la presencia de las infancias para nosotros como artistas y para la sociedad. En aquel momento teníamos doble programación en las tres salas del CCC y hasta hoy nuestra cartelera es una de las más convocantes».
En estos primeros 20 años, señala Madjarova, «hemos generado una enorme cantidad de hechos artísticos, investigaciones, producción de libros, convocatorias nacionales y proyectos educativos y de formación cooperativa. Pero siempre decimos: “Hay mucho más por hacer”. La presencia del arte en la vida de las niñas y los niños es primordial, porque les permite acceder a una forma de relación con el mundo cotidiano desde una actitud más crítica, a partir de la adquisición de diversos conocimientos y conceptos. Para nosotros es muy gratificante desarrollar esta actividad a través del oficio que elegimos y amamos no solo por la implicancia artística, sino esencialmente por la humana».
Faro argentino
En un virtual viaje simbólico por las más destacadas puestas en escena que tuvieron lugar en el CCC, se podría mencionar exponentes de los títeres, las marionetas, el teatro, el clown y la música como Hay que esconder al elefante, creado por el Grupo El Nudo; Alegro ma non troppo, dirigido por Marcelo Katz; Huevito de ida y vuelta, de Silvina Reinaudi; Barcos y mariposas, con la intérprete Mariana Baggio; Los cuatro vientos; El invento terrible, por el Grupo Kukla; Opereta prima, por La Pipetuá; Un tigre en el gallinero, dirigida por Nelly Scarpitto; Marionetas Orsini, por la Compañía Títeres Orsini.
Escalera. La que tiene coronita, de Silvina Reinaudi, entre las piezas destacadas de la programación infantil del CCC.
Foto: Prensa
En el repaso también merecen ser destacados Tres para el té, dirigido por Gustavo Monje; Soy solito, con Ema Peila; Al Tun-Tun en concierto; Dale!, con dirección de Javier Zaín; Clac! Una obra de película, del grupo Amichis; Circo Fokus Bokus, dirigido por la propia Madjarova; Hansel y Gretel, de la Compañía Omar Álvarez Títeres; Rey Mono versus Madam Esqueleto, de Ignacio Huang; Música maestro, por el Grupo Kukla; Chocolate por la noticia, de Mariano Cossa; y Beethoven, por la compañía Babelteatro.
Director artístico del CCC, Juano Villafañe recuerda que «desde que inauguramos el Centro pensamos con Madjarova y las autoridades en una programación estable del arte de los títeres. Al ofrecer espectáculos en las tres salas permitimos que se radicara, durante los fines de semana, una gran diversidad de técnicas y estéticas, con una constante respuesta del público. La estabilidad en la cartelera anual facilitó el crecimiento artístico de los titiriteros. Somos uno de los pocos espacios que ofrece títeres con la técnica del teatro negro. Esta forma teatral permitió replantear el trabajo en el espacio de cámara, dando lugar a una nueva imagen del títere, a nuevas formas de narrar las historias, a ampliar el trabajo actoral y las puestas en escena».
Villafañe señala que «el Centro Cultural de la Cooperación, sin duda, hoy está entre los lugares más importantes para el arte de los títeres. A todo esto hay que agregar la experimentación, la investigación teórica, la participación de las escuelas en programaciones especiales y el lugar que le hemos ofrecido al teatro de títeres para adultos. En estos 20 años hemos logrado desarrollar con excelencia el arte de los títeres en nuestro país y también darle proyección internacional con el Premio Javier Villafañe. Siento que hemos cumplido con el objetivo inicial y seguiremos ampliando todo el trabajo hacia el futuro».