29 de diciembre de 2022
Conformada por cinco jóvenes de distintos puntos del país, Matajuegos busca salir del molde y crear videojuegos con perspectivas políticas y sociales.
Internacionales. Los juegos producidos por la cooperativa tienen un fuerte impacto en otros países.
Hay formas distintas de repensar el mundo gamer, y Matajuegos viene a romper con todos los estereotipos. La cooperativa se conformó el año pasado, pero ya lleva una larga trayectoria en este mundo tecnológico: «Al principio ni teníamos en nuestro radar el tema cooperativo. Queríamos transformarlo en algo más, empezamos a pensar en la idea de que fuera un estudio de videojuegos y bastó combinar eso con el conocimiento de este exitoso modelo de gestión», expresa David Marchand, programador y creador de contenido en Matajuegos.
La historia se remonta varios años atrás, cuando Marchand y Santiago Franzani se encontraron en un foro de la Asociación de Videojuegos de Argentina. En 2014, en la Exposición de Videojuegos de Argentina (EVA), hubo un almuerzo en común donde se conocieron los miembros de Matajuegos: «Fuimos cinco personas que terminamos siendo todos de la cooperativa y, un tiempo después, en Facebook empecé a hablar de la posibilidad de hacer un blog con reseñas de videojuegos. Se creó en 2016 y se fueron sumando otras personas», cuenta Marchand. Así, en 2020, Matajuegos ya había tomado su forma actual.
Además de desarrollar videojuegos, integrantes de la cooperativa tienen un blog donde publican artículos de videojuegos en relación con temas de sociedad, política, género, cambio climático y arte, entre otras temáticas que normalmente no son el foco de discusión en el mundo gamer. También tienen un podcast, un canal de YouTube, y brindan talleres y charlas.
«Algo que a mí me asombra, es cómo nuestros juegos empiezan a tener impacto en lugares lejanos. Unión Drive estuvo expuesto en Australia y en Canadá y apelamos mucho a toda la cultura de la sindicalización», detalla Ángel Heyaca, que se encarga del diseño gráfico y las artes visuales. «Atuel es muy “vanguardista internacional”, pero tiene tópicos que son muy locales, los chicos hicieron este juego basado en temática mapuche».
Atuel es una de las producciones más reconocidas de Matajuegos, es un juego documental que se vincula con la problemática ambiental. Tiene una narrativa histórica con muchas perspectivas diferentes, e incluye entrevistas con historiadores, biólogos, geólogos y otros profesionales. Ganó el premio a «Mejor juego original» en la última Exposición de Videojuegos de Argentina. También fue seleccionado y mostrado en ocho festivales y exhibiciones nacionales e internacionales.
Matajuegos es el claro ejemplo de que es posible romper con las imposiciones que están presentes en los videojuegos, en los que abundan juegos de acción, de disparos, en los que, según señala Marchand, «se valida la perspectiva estadounidense de que la gente “mala” que está en el Oriente Medio tiene que recibir la cultura occidental a través de las armas».
Las discusiones de género también forman parte del gran abanico de temáticas que aborda la cooperativa, ya que, en la mayoría de los videojuegos comerciales los protagonistas son hombres blancos y las mujeres o disidencias casi no tienen lugar.
Marchand destaca la experiencia de Onda Verde en 2018 durante la discusión por la Interrupción Voluntaria del Embarazo: «Hicimos una convocatoria para que la gente de internet dibujara manifestantes y nos los mandara. Al finalizar los 10 días, publicamos el juego donde había una manifestación que estaba hecha con gráficos de un montón de gente de todo el mundo».
La introducción de cuestiones locales o regionales es importante, tal como ocurre con el ya nombrado previamente, Union Drive: «Es juego en el que sos una persona empleada en un supermercado donde hubo un montón de despidos y tenés que organizar a los trabajadores para volver a contratarlos», cuenta Marchand.
La introducción de este tipo de juegos trae muchos comentarios, negativos y a favor, sobre todo en un momento donde los debates están latentes. «Cuando el mundo empezó a progresar y nos insultaron menos yo me empecé a aburrir más», dice entre risas Marchand.
Hoy, estas discusiones están más avanzadas y no se quedan solo en la dicotomía «a favor» o «en contra». La comunidad ya está más informada y se construyen conversaciones mucho más profundas: «La gente empezó a tener otro tipo de aperturas, a leer las cosas y tener una mirada crítica. Es interesante el hecho de decir “abrimos el debate a todas estas cosas”», agrega Heyaca.
Matajuegos dio lugar a que se hablen de nuevos temas en el mundo gamer de Argentina, y también a que las personas se cuestionen realmente acerca de todo lo que traen los videojuegos.
Pero Matajuegos no se queda solo en el terreno de lo social y político, también indaga en cuestiones más profundas, como destaca Heyaca: «Son videojuegos que a la vez son muy personales, hablan mucho de nuestra relación con nuestro entorno. Sea desde lo sentimental, territorial, simbólico o histórico».
La búsqueda de integrar una perspectiva crítica, latinoamericana y sociopolítica se fusiona con las visiones y vivencias personales que trae cada miembro de Matajuegos desde sus distintos lugares de origen en varios puntos del país. Así marcan una diferencia importante en este mundo altamente tecnologizado.