4 de abril de 2023
Los comedores populares están atravesando momentos críticos. «En diciembre hacíamos 12 ollas, pero hoy preparamos 15. Cada olla que sumamos son 200 viandas más. Y te aseguro que no sobra nada, no queda ni un plato de comida para tirar», cuenta Eder Paniagua, a Página/12, del comedor que el MTE tiene en Constitución. Aunque todavía son las once de la mañana, afuera, en la vereda, ya empiezan a formarse dos filas. Una de personas en situación de calle, que necesitan llevarse la comida en una bandejita y con cubiertos. En la segunda esperan los que llegan con un tupper desde su casa. En estos días aparece, además, un tercer tipo de asistente, menos visible: «Personas que no vienen a pedir una vianda, sino que se ofrecen para hacer cualquier trabajo y lo que quieren es llevarse un bolsón de alimentos que los ayude en su casa. Es decir, que no están acostumbrados a venir».