11 de junio de 2025
Mazamorra y Contratapa son dos de las cooperativas que funcionan en el Centro Cultural América Libre. Un espacio que potencia la solidaridad.

Mancomunados. El centro cultural se emplaza en la esquina de San Martín y 20 de Septiembre.
Mazamorra es una cooperativa gastronómica que inició sus actividades hace más de 10 años. Pasó por muchas etapas hasta consolidarse. Todo comenzó como un proyecto productivo de un grupo de mujeres que formaban parte del Centro Cultural América Libre, en el centro de la ciudad de Mar del Plata, para quienes cocinar era «lo que sabían hacer». Empezaron haciendo tartas y ensaladas y de a poco fueron sofisticando la dinámica de trabajo e incorporando conocimiento técnico, herramientas y más carga horaria.
Martín Pironi es el presidente de la Mazamorra (Cooperativa de trabajo Productos 13 de Octubre) después de más de 7 años de ser cooperativista y haber pasado por otras tareas anteriormente. Para sumarse nunca fue un requisito el conocimiento gastronómico o afín: «La persona que se incorpora a Mazamorra no necesariamente va a tener un conocimiento técnico porque termina siendo un lugar de aprendizaje de las herramientas. Se transforma en un ida y vuelta entre lo que uno sabe y la responsabilidad de incorporar nuevos conocimientos, que luego servirán para poder desarrollarse también por fuera de este espacio».
Si bien el Centro Cultural América Libre fue recuperado por artistas marplatenses organizados hace casi 19 años, el desarrollo de la cooperativa con el espacio tuvo que ver con cómo se fueron construyendo las reglas de convivencia mutua. Según Pironi, «nos necesitamos para potenciarnos. Entender que esa relación es mutua nos hace pensarnos como parte del centro cultural y que la vida de este espacio sea parte de las responsabilidades de la cocina, también. Esta cooperativa no funcionaría en otro lugar porque está construida, diseñada y pensada para estar inserta en el América Libre».
Martín no viene de la rama gastronómica, sino que es un trabajador del teatro, docente, y para él esto tiene mucho que ver con la forma en la que se desarrolla, ya que «el teatro tiene en su cosmovisión la estructura del trabajo en conjunto y algunos elementos solidarios. El sumarse a una cooperativa tiene que ver con institucionalizar algunos funcionamientos y comprender las dinámicas. A mí me llevó dos años entender la responsabilidad que implica y hacerme cargo de que soy dueño de las herramientas de trabajo que dispongo. Venimos muy preformados para el trabajo en relación de dependencia, por eso cuando uno se incorpora a una cooperativa es difícil desprenderse de ese pensamiento hasta que comprendés las responsabilidades y las oportunidades que esto te genera».

Una década en la cocina. Mazamorra comenzó haciendo tartas y empanadas y fue ampliando su propuesta.
De la soledad a pensar en conjunto
Lucía (Lulú) Lorenzo es la presidenta de otra entidad que funciona dentro del centro cultural marplatense. Desde hace 8 años, la Cooperativa Gráfica Contratapa trabaja en el mismo espacio. «Las cooperativas que están dentro del Centro Cultural América Libre surgieron más o menos en la misma época y esto tiene que ver con la organización. Nuestro trabajo cooperativo está enmarcado en una perspectiva militante y de transformación de la realidad. El América Libre siempre fue un tubo de ensayo de experiencias, de otras formas de hacer teatro, de otras formas de hacer arte, y así también otras formas de pensar el trabajo», cuenta.
Contratapa nació como un emprendimiento individual de un docente que desde su casa buscaba autofinanciar sus insumos vendiendo a sus colegas docentes el material de clase. A partir de ahí surge la inquietud de expandirse hasta convertirlo en su primera expresión como un «centro de copiado», tomando esta experiencia y colectivizándola.
Para Lulú es importante resaltar que «muchas veces se confunde el emprendedurismo y el cooperativismo como si fueran los mismo, pero para nosotros, en nuestra historia, formar la cooperativa fue una superación, politizarlo, colectivizarlo y potenciarlo».

Lucía Lorenzo. «Muchas veces se confunde el cooperativismo con emprendedorismo y no es lo mismo».
Un centro cultural que tiene vida
Dentro del Centro Cultural América Libre se organiza un espacio político que hoy es Patria Grande. Hasta el momento de la creación de estas cooperativas, «el Centro Cultural no contemplaba esta parte productiva, sino solo lo cultural desde lo artístico. La creación de estas cooperativas permitió también ampliar el debate de la cultura en otros términos, pensar la forma en la que construimos los vínculos con nuestro trabajo, con los otros, con lo que consumimos», afirma Lucía.
El América Libre construye formas diversas de habitar un mismo espacio. Entre reuniones culturales, talleres, escuela secundaria, escuela de formación teatral y cooperativas de trabajo hay cientos de personas que transitan semanalmente este edificio y para Lulú es importante no idealizar esta convivencia. «En esta búsqueda de construir alternativas nuevas, algunas cosas están en tensión. Cooperativizarte no te convierte automáticamente en un cooperativista. Nuestros proyectos siempre estuvieron compuestos por compañeros de nuestra organización. Esa dimensión militante nos genera un sentido de responsabilidad, entonces se construye una cotidianidad en donde si sucede algo en el espacio no estamos al margen. Y también nos invita a pensar qué aportes puede hacer cada cooperativa a las necesidades que van surgiendo».
Para ambas cooperativas, sostenerse desde 2015 en adelante fue todo un desafío. La pandemia también. «Muchas veces sostenemos la Contratapa como forma de resistencia, subsistir esperando un contexto mejor. En oportunidades no cubre nuestras necesidades económicas, y la pregunta es ¿por qué no quiebra? Porque acá responde no solo a lo económico, sino a la contención, el reconocimiento de un espacio seguro y la valorización de nuestras identidades que no se van a encontrar fácilmente en otro trabajo. Construir un paradigma de laburo en las reglas de este capitalismo cada vez más acelerado no es fácil, pero si no estamos hay menos alternativa», asegura Lulú. «Lo que tiene que ver con los vínculos humanos, a diferencia de cualquier otro tipo de trabajo, para nosotros es indispensable. Más allá de los cargos jerárquicos que existen, nuestra forma de tomar decisiones sigue siendo la asamblea horizontal. No hay una voz que tenga más peso por ocupar un cargo sino al revés, a raíz del fruto en la cotidianidad del trabajo. Nuestra relación y contención entre nosotros y con el trabajo es parte fundamental. Creemos en el cooperativismo, no caímos en él sino que lo elegimos como forma de trabajo porque entendemos que es la más humana y la que mejor nos representa a la hora de configurar un mundo posible».
Mazamorra y Contratapa funcionan en el Centro Cultural América Libre de Mar del Plata (20 de Septiembre y San Martín). También es posible seguir su actividad a través de la red social Instagram en @mazamorracooperativa y @contratapacoop.