Cooperativismo | COOPERATIVA 1936

Sabor a lucha

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Beatriz Chisleanschi

En Córdoba, un grupo de trabajadores gastronómicos sostiene un espacio inspirado en históricas movilizaciones colectivas. Apoyo del IMFC.

Juntos. El equipo de la entidad en su salón de ventas cercano a la terminal de la ciudad.

Foto: Bibiana Fulchieri

Si estuviésemos frente a un juego donde se premia el saber, esta podría ser una interesante pregunta, ¿qué tienen en común la Guerra Civil Española y la capital de Córdoba, provincia argentina? La respuesta se encuentra cerca de la terminal de trenes de la ciudad. Allí se alza el almacén cooperativo 1936, un año muy significativo para la historia del país Ibérico. Al respecto, Natasha Ferraretto, una de las fundadoras, cuenta que «el fascismo en España, para esa época, venía con una avanzada muy grande y en Barcelona, el 19 de julio, los y las trabajadoras se organizan y logran impedirles llegar. Junto con ello se genera un proceso de colectivización de las fábricas, de los lugares de recreo, de los frentes y de las compañías de servicios. Enamoradas de lo que allí sucedió, nos gustó pensar en esa perspectiva de que, si nos ponemos de acuerdo, tendremos la posibilidad de cambiar el mundo».

El germen de la cooperativa fue en el movimiento piquetero: «Comenzamos dos personas que militábamos en la Federación de Organizaciones de Base y hacia la interna veníamos desarrollando un espacio específico sobre la conformación de cooperativas de trabajo. Luego, por diferentes motivos nos fuimos de ese lugar, siempre con el deseo de seguir con la práctica de principios cooperativos y en pos de desarrollar algo de forma militante, pero que nos resolviera también la economía», cuenta Natasha que es quien cocina las viandas que venden, pero también es organizadora del almacén, es decir, hace las compras, pone los precios y establece los vínculos con los proveedores. 

En sus comienzos, fue una casita alquilada la que las albergó y les permitió producir los sándwiches que vendían en las facultades a las que sumaron viandas que comerciaban en un restaurante. 

Para llegar a los dos locales que tienen hoy han tenido que acceder a diferentes planes de trabajo que los utilizaban para la adquisición de herramientas. «Nosotras no creemos en la meritocracia, sino que sabemos que vivimos en un sistema en el que necesitamos hacer inversiones y hemos obtenido créditos del IMFC y de otros lugares para montar nuestro lugar de trabajo», subraya Natasha.


Apuesta a lo local
Con nueve integrantes en la actualidad, en 2017 alquilaron uno de los locales donde están ahora. «A partir de ahí empezamos a vender al público. A la par de las viandas, en ese momento venía creciendo lo agroecológico y entonces, al momento de inaugurar aparecieron muchas comercializadoras que abrían la posibilidad de vender sus productos. Dentro de la perspectiva cooperativista lo que buscamos es que el producto sea local, que tenga que ver con la autogestión, o un emprendimiento de la economía familiar. Nuestro público objetivo es la clase trabajadora, por lo que también tenemos en cuenta el precio a la hora de comercializar.  El almacén tiene ese espíritu».

Menú equilibrado. Las comidas que comercializan apuestan a la calidad nutricional.

Foto: Bibiana Fulchieri

La cooperativa 1936 tiene varios espacios. «Tenemos el salón que es una extensión del almacén donde vendemos esencialmente conservas, pastas, frutos secos, dulces, especias, golosinas, cosmética, salud natural y menstrual y propuestas agroecológicas», relata Natasha. 

Hasta antes de la pandemia contaban con un espacio cultural, pero durante el período de confinamiento tuvo que cerrar y, actualmente, lo utilizan como depósito. «Tenemos el sueño de reabrirlo este año para nuestro cumpleaños», expresa. 

Avanzada la charla se incorpora Janina Ferraretto, hermana de Natasha y encargada de la atención al público, administración y compras, quien cuenta que todos los menús que realizan están equilibrados nutritivamente y cuentan con la supervisión bromatológica de una de las integrantes de la organización. 

El avance de las «ideas libertarias» obliga a Natasha y Janina a aclarar respecto a la figura legal del espacio, inscripto como Cooperativa de Trabajo Integral Libertaria. «Venimos del anarquismo socialista y cuando hace unos años empezó a mencionarse a la derecha como libertaria nosotras montamos en cólera y nos sale el deseo de combatir el uso del término, si bien tenemos asumido que lo perdimos en este contexto histórico». Lejos de lo que sostienen los actuales «libertarios», las cooperativistas expresan: «Nosotras creemos en el apoyo mutuo, la solidaridad y que la salida es colectiva».

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