10 de noviembre de 2022
Próximo a cumplir tres décadas, el Colegio Emanuel, una empresa recuperada, es hoy una de las instituciones educativas más importantes de la región.
Foto: Sebastián Casali
La Cooperativa de Trabajo Colegio Emanuel está ubicada en Lisandro Olmos, en el partido de La Plata. La historia de esta localidad comienza con la llegada del ferrocarril provincial a la llanura pampeana a fines del siglo XIX. En la década del 40 del siglo XX, Olmos cobró otro fuerte impulso con el establecimiento de la unidad penitenciaria que todavía funciona allí y, más tarde, se establecieron comunidades de inmigrantes y se inició la explotación del cultivo en huertas, que convirtió a esta zona en la principal región hortícola de la Argentina.
Por todo esto, el Colegio Emanuel tiene una población de alumnos y alumnas muy heterogénea, muchos son hijos e hijas de trabajadores rurales, comerciantes y empleados del servicio penitenciario. Este es hoy el único colegio laico de gestión privada y sin fines de lucro de la zona.
Fue fundado en 1992 por la Iglesia Asociación Evangélica Pro Niños Desamparados. Tenían un hogar que crecía al ritmo de la pobreza argentina y para los años 90 albergaba a casi 70 niños y niñas. Fue así que se volvió una necesidad tener un colegio para ellos y fundaron la institución. Lo hicieron a través de donaciones, pero fue muy costoso sostenerlo económicamente y tras diez años de esfuerzos, la crisis de 2001 los obligó a ceder la gestión a sus trabajadores y trabajadoras.
A fines de 2001, cuando sumaban alrededor de 400 alumnos y alumnas, poco más de una decena de personas asumieron su gestión. Todavía no eran una cooperativa, pero sus docentes se caracterizaron por un gran compromiso y una fuerte tradición de servicio: así lo demostraron cuando en la primera constitución de la cooperativa y por lo menos durante los siguientes diez años cedieron casi el 30% de sus ingresos para fomentar el crecimiento del proyecto.
En 2007 se encaminaron hacia una ampliación edilicia con un enorme esfuerzo progresivo y para 2012 se abrió el turno tarde. En menos de diez años se duplicó su matrícula.
Hace poco tiempo y gracias a un microcrédito del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos (IMFC) inauguraron un salón de usos múltiples de 1.500 metros cuadrados cubiertos y sumaron actividades como fútbol 5, básquet y patinaje y con la misma línea de créditos digitalizaron las aulas. Hoy el Colegio Emanuel tiene tres niveles educativos obligatorios (inicial, primario y secundario) y jardín maternal.
Cerca de cumplir tres décadas, ya cuenta con egresados que hoy son docentes en la institución. Muchos que pasaron por sus aulas luego inscriben a sus hijos. «Desde la inauguración del colegio, todas las personas que participaron siempre tuvieron un rol social clave», explica Javier Wainer, presidente de la cooperativa. «Somos un colegio que tracciona mucho», explica.
El edificio que alberga al colegio es imponente y está rodeado de jardines llenos de flores y vida, y de un campo de deportes de una hectárea, donde se juega fútbol, básquet, softbol, hockey y vóley. En total trabajan 125 asociados y asociadas en la cooperativa, entre docentes, equipos de conducción, orientadores escolares, directivos y auxiliares.
«Hay maestras que vienen desde muy lejos, que toman dos micros para venir», dice Wainer. Incluso hay docentes que eran de otras localidades y se mudaron a Lisandro Olmos por el colegio. Es el caso de Gisela Montenegro, que trabaja desde hace once años en la cooperativa: «Al principio vivía en Villa Elvira (La Plata) y viajaba mucho, porque amo trabajar en el jardín Emanuel. Después me vine a Olmos porque mis dos hijos empezaron como alumnos. Es mi segunda casa. Acá aprendí lo que es el trabajo cooperativo, ayudarse mutuamente».
Mabel Garbarino es actualmente la directora del nivel secundario y su primer vínculo con la cooperativa fue como mamá, ya que dos de sus hijos asistían a la institución. «El amor que tengo hacia el colegio está atravesado de manera íntima con la historia de mi familia y el apego con la comunidad».
Tirar para adelante
Gracias al trabajo de muchos cooperativistas y mutualistas, la nueva Ley de Educación Nacional incorporó el artículo 90 referido a la enseñanza del cooperativismo y del mutualismo en el ámbito educativo. El Colegio Emanuel tiene, además, estrecha vinculación con otras cooperativas de la zona y son asociados del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos.
De hecho, en plena pandemia tomaron la iniciativa para impulsar junto a la filial platense del IMFC dos encuentros virtuales por el Día Internacional de las Cooperativas, que contaron con exposiciones de reconocidos referentes como Ariel Guarco, presidente de la Alianza Cooperativa Internacional (ACI), y los recordados Mario Cafiero y Edgardo Form, en aquel momento presidente del IMFC y vicepresidente de COOPERAR.
Cecilia Magnone llegó al colegio en 2006 como docente, trabajó más de diez años en doble turno y formó parte de unos de los Consejos de Administración de la Cooperativa. «Siempre sentí que este era el lugar donde tenía que estar y trato todos los días de sumar mi parte, tirando para adelante, porque si a la cooperativa le va bien, nos va bien a todos», cuenta.
La mayoría de las familias que asisten al Colegio Emanuel cuentan con una subvención o beca. Desde sala de 3 años, los niños y niñas tienen como materia extracurricular el idioma inglés, hasta el último año de secundaria. Y en el nivel primario hay tres materias extracurriculares además de inglés: computación, teatro y filosofía. Todas ellas están subsidiadas casi al 50% por la institución, lo que significa que el costo lo pagan los y las asociadas. «Nosotros no atamos nuestro proyecto pedagógico a lo que las familias pueden abonar, porque entendemos que tenemos que ofrecer el mejor servicio posible al menor costo. Eso es una cooperativa», explica Wainer.
Así, este proyecto se presenta hoy como un desafío pujante. Pensando en un mundo cambiante que debe adaptarse a las nuevas necesidades y realidades sociales, la Cooperativa de Trabajo Colegio Emanuel es un claro ejemplo de que, desde el pensar, sentir y vivir de forma cooperativa se pueden lograr cambios y transformaciones hacia una sociedad más justa.