25 de mayo de 2024
Las corredoras
Director: Néstor Montalbano
Intérpretes: D. Capusotto, C. Reyna, A. Flechner, N. Briski, E. Calvo
País: Argentina
Puro cine. Por su sonido y su fotografía, el film protagonizado por Capusotto pide ser visto en una sala.
Foto: Prensa
Cada propuesta de Néstor Montalbano –en cine, y también en televisión– es una invitación a la perplejidad. Uno de los cerebros de ciclos ya legendarios como De la cabeza (1992), Cha cha cha (1993) y Todo por dos pesos (1999), y de films como Soy tu aventura (2003) y Pájaros volando (2010), entre otros, tiene una mirada que se corre del realismo, pero que jamás pierde un cauce narrativo vigoroso.
Y eso se confirma con el estreno de su nueva película, Las corredoras: un universo en sí mismo en el que cabe la comedia y el thriller psicológico y que configura al pasar un homenaje al cine. O, para decirlo con un concepto más abarcador, a la cultura popular. «Mi desafío es volver a construir magia cinematográfica, sorprender y cautivar al espectador», dice el director. Lo logra.
Convocó para su nueva aventura a un elenco abigarrado y eficaz. Su viejo socio Diego Capusotto –que personifica con una ductilidad que bien le conocemos cuatro papeles diferentes–, Carola Reyna y Alejandra Flechner, llevan adelante una historia desopilante, tensa, que comprende varios planos, incluso el onírico.
El argumento parte de una premisa sencilla que no demora en complejizarse. Es la Argentina de fines de la década del 50, con televisión en blanco y negro, periódicos sensacionalistas y la mención a personajes de época como Juan Manuel Fangio. A una burócrata llamada Mabel (Reyna), sola en el mundo, le encomiendan una misión desde el ministerio donde trabaja. Debe viajar a un pueblo perdido en la provincia de Buenos Aires, El Mojón, para hacer firmar un convenio a un enigmático terrateniente, Antonovich (Capusotto).
En el casco de estancia donde le mostrará el contrato la acechan peligros y misterios: una corredora de autos, un ovejero alemán que muestra los dientes, una extraña muerte luego de una noche de alcohol y algún juguete sexual hallado en un cajón. Esos elementos se complementan en una por momentos macabra danza de identidades y celos. Nadie parece muy confiable.
Sin subrayados, el melodrama tiene guiños a Psicosis y a Rebeca, de Alfred Hitchcock, y habita la cosmogonía de las novelas de Manuel Puig. En su melancolía, Mabel es una víctima que cae en la telaraña de un paraje rural donde el tono de parodia va y viene de la pulpería a la estación de tren, de lo siniestro a lo absurdo.
Uno de los mejores pasajes del film ocurre a bordo de un carro tirado por caballos, a campo traviesa. Allí Mabel es acosada por un Antonovich que no para de beber una petaca y que canta a viva voz canciones de amor. Parece que Las corredoras van a deslizarse a bordo de un bólido por los caminos de aquellos entrañables spaghetti western, pero enseguida retoma la ruta del misterio y la intriga.
Cabe destacar la banda de sonido, casi una protagonista más: soberbia, grandilocuente, a la manera del viejo Hollywood de, precisamente, los años 50. Pese a los anclajes con clásicos del cine mundial, Las corredoras es definitivamente argentina. Y tal vez entre los intersticios de un relato de amor, locura y muerte, se revela un mensaje político. Lo señaló el mismo Capusotto: «Un motivo fundamental de haber hecho Las corredoras es que lo conozco a Néstor Montalbano y siempre me interesa lo que me ofrece. Él conlleva consigo un montón de géneros por los que fue atravesando, inclusive generacionalmente, que siempre evoca en su cine. Yo me monté en su viaje, como me vengo montando en sus viajes desde hace más de 30 años. Sus historias siempre me parecen atractivas. Es que es una película que evoca a distintos géneros del cine. Y el cine hoy en la Argentina está atravesando un tiempo complejo, desde ciertos sectores del poder se pone en tela de juicio su futuro. Quizás ahí haya una fortaleza que habla del presente y de la realidad actual: evocar y homenajear la historia del cine, en momentos en que algunos proclaman su fin tal como lo conocimos hasta ahora».
La película es puro cine. Por su sonido, por su fotografía impecable, por los planos abiertos, Las corredoras pide ser vista en una sala de las de antes. También en ese detalle podemos encontrar un aura de anacronismo, épica y resistencia.