4 de junio de 2022
Eugenia Almeida
Edhasa
232 páginas
Un desarmadero de autos. Los códigos del hampa y de un barrio de las afueras. Silencios, protecciones, ajustes de cuentas. Nombres que entran y salen, que se relacionan entre ellos. Alguien que habla de más, alguien que quiere pasar por encima de otro, alguien que cae con el auto equivocado. Lo que un par de notas anónimas dirigidas a un esposo celoso y el robo de un Fiat 600 de colección pueden generar. Los peligros de salirse del guion cuando muchas manos comen del mismo plato. Entonces algo se altera, explota. A partir de ahí, ya no hay margen para el error, y sin embargo se acumulan las capas de violencia. La ciudad se siembra de cadáveres anónimos y conocidos. Los medios de comunicación huelen sangre: un abismo al que todos quedan expuestos. Delación, traición, engaño. Las internas del poder, que involucran a comisarios, ministros, fiscales, pelandrunes. «Atrás de él debe haber otro. Y otro. Y otro». Y el desarmadero como sinónimo de ese derrumbe individual y social, la humanidad de esos personajes que se desintegra. Eugenia Almeida firma una novela negra narrada con un ritmo ágil, frenético, de una escritura por momentos tan feroz como los personajes que la habitan; hecha de una prosa seca, concisa, de frases cortas, no por eso exenta de giros poéticos. Una historia contada en presente continuo, cruzada por saltos espacio-temporales y la multiplicidad de voces, que tiene su magia en el registro oral de los personajes, en diálogos lacónicos, picantes. De capítulos breves, como si de un rompecabezas se tratase, varias líneas argumentales habrán de cruzarse y, al hacerlo, estallarán por el aire. El trasfondo de los hechos, se sabe, suele estar en los detalles.
