14 de septiembre de 2024
La vida espectral
Éric Sadin
Caja Negra
240 páginas
Mundo virtual. Sadin es uno de los referentes fundamentales de la filosofía aplicada a la tecnología.
Foto: Coni Rosman
Desde hace poco más de una década, a partir de la publicación de La humanidad aumentada, en 2013, traducido al español en 2017, de modo creciente Éric Sadin se ha posicionado como uno de los pensadores insoslayables de la filosofía contemporánea aplicada a la tecnología. Ha colaborado con ello, por un lado, el crecimiento sostenido de la industria digital y el perfeccionamiento de la inteligencia artificial y, por el otro, la intensificación de su análisis crítico y la diversidad de sus enfoques (ontológico, histórico, ético, social, político) de la administración algorítmica del mundo.
En Sadin, además, confluye la larga tradición de la filosofía de la técnica, iniciada a fines del siglo XIX, cada vez más estudiada, y en particular la escuela francesa, representada por Gilbert Simondon y Jacques Ellul. En cualquier caso, La vida espectral, su último libro traducido por la editorial local Caja Negra, profundiza y continúa, con una mayor radicalización, el cuestionamiento frontal del capitalismo de plataformas y el régimen de pantallas y sofisticados algoritmos que ha constituido.
Si se quiere, ya en La humanidad aumentada o en La silicolonización del mundo, el autor francés describe una transformación digital de la experiencia del mundo destinada a implantar un quiebre civilizatorio, el advenimiento de un sistema económico-tecnológico –una «smart city» global–, no solo de características totalitarias (incluyendo su «neolengua» orwelliana), sino propenso a desplazar y suplantar las acciones humanas, tanto perceptivas como cognitivas.
En este sentido, el proyecto de la vieja cibernética de crear artefactos inteligentes modelados sobre el cerebro humano, luego reemplazados por el desarrollo de la informática, ha sido superado por robots miniaturizados e inmateriales, desplegados en la vida cotidiana, capaces de procesar una desmesurada masa de datos a una velocidad cada vez mayor. El elevado grado de automatización y de autonomización que ha alcanzado la inteligencia artificial, que dispone de un amplio margen para descubrir relaciones inadvertidas entre las cosas y tomar decisiones por sí misma, ha conducido a Sadin por una travesía donde vislumbra aquello que el notable Günther Anders, a mediados del siglo pasado, bajo el poder atómico, llamaba «la obsolescencia del hombre».
En La vida espectral, por otra parte, la influencia de Anders sobre Sadin se ha acentuado, sobre todo por la temática de la realidad convertida en un espectro o fantasma, ahora por la duplicación electrónica de toda cosa o evento, además de los aportes de Jean Baudrillard (el «filósofo de Matrix») sobre la generación de simulacros de código binario respecto del Metaverso concebido por Meta Platforms, con Mark Zuckerberg y asociados a la cabeza, un entorno multiusuario que fusiona el mundo físico con la virtualidad digital.
De modo similar aborda el ChatGPT de OpenAI, en el que ve una simulación del lenguaje humano ejecutado por una aplicación de inteligencia artificial generativa que dispone, para ello, de una miríada de servidores y procesadores de información en «tiempo real». De lo que resulta, según Sadin, que estas corporaciones trasnacionales, lejos de ignorar las peligrosas consecuencias de las tecnologías que producen, solo siguen el objetivo del beneficio económico, a costa de la degradación del mundo y de la humanidad a un medioambiente artificial.