5 de septiembre de 2024
Traslados
Director: Nicolás Gil Lavedra
Testimonios: E. de Carlotto, D. Rafecas, E. Piñeyro
País: Argentina
Horror. El documental demuestra la planificación sistemática de los «vuelos».
Foto: Prensa
El estreno de Traslados no podía ser más oportuno. Y eso que no estaba calculado. Nicolás Gil Lavedra cuenta que el proyecto empezó a tomar forma en marzo de 2023, cuando todavía no se había reinstalado con tanta claridad en los medios y las redes sociales la discusión sobre los motivos, alcances y consecuencias de la última dictadura militar como ahora, con una amplificación del discurso negacionista desde la mismísima vicepresidencia de la nación.
La primera exigencia de Victoria Villarruel desde la posición de privilegio que le confiere su cargo –que se juzgue a los integrantes de la guerrilla por su conducta en los años 70, siempre con el foco puesto primordialmente en la organización más popular, Montoneros– parece antes que ninguna otra cosa un globo de ensayo para después ir por más. Pensar en eso que imagina Villarruel causa escalofríos y de paso nos recuerda a los argentinos que los temas históricos de la magnitud de la tragedia que vivió el país, particularmente después del golpe de 1976, no se saldan tan rápido. El director de Traslados es hijo de Ricardo Gil Lavedra, integrante del tribunal que llevó adelante el histórico Juicio a las Juntas que Argentina, 1985, el celebrado film de Santiago Mitre, rememoró a través de la una saludable ficción pedagógica. Claro que hace falta pedagogía en temas de este calibre: opiniones fuertes basadas en pruebas, en hechos difíciles de refutar. Y eso es precisamente lo que, desde la perspectiva del documental, Traslados se propone.
El objetivo concreto de Gil Lavedra es demostrar cómo los tristemente célebres «vuelos de la muerte» estaban planificados de la misma manera que los secuestros ilegales de personas, la tortura y el robo sistemático de bebes de madres en cautiverio. Todos hechos de la dictadura probados por la Justicia. Traslados cuenta con mucho rigor cómo se importó una salvaje metodología de aniquilación que la Escuela Militar Francesa promovió internacionalmente detrás de la fachada de la «estrategia contrarrevolucionaria».
En su desarrollo, la película suma testimonios diversos (el juez federal Daniel Rafecas, la líder de Abuelas de Plaza de Mayo Estela de Carlotto, el ex piloto de aviones y actual empresario gastronómico Enrique Piñeyro) y materiales de archivo no tan conocidos y realmente concluyentes. No vale la pena revelar todas las historias oscuras que se narran, pero lo seguro es que ponen en blanco sobre negro la enorme perversión de los que dieron las órdenes y de los que las llevaron a cabo agregándoles incluso miserias de su propia cosecha.
Uno de los relatos más insólitos es el que protagoniza un médico que firmó varias actas de defunción de víctimas civiles de la represión, que fueron enterradas en fosas comunes sin ninguna investigación policial ni judicial. Ese profesional consignó que muchos de esos cuerpos presentaban fracturas en el cráneo o distintos traumatismos. Es decir, dio claros indicios de una serie de muertes violentas. Los detenidos que padecieron los «traslados» de los que hablaban los represores, eran arrojados desde aviones en pleno vuelo sobre el Río de la Plata, ya desprovistos de toda posibilidad de reacción o defensa por los efectos del pentotal, un barbitúrico muy potente.
El documental de Gil Lavedra cuenta detalladamente cómo funcionaba esa maquinaria tenebrosa y recuerda la paradoja de la identidad de ese médico, que quizás sin la intención manifiesta de descubrir nada terminó construyendo una prueba contundente contra los asesinos. El doctor, que murió de un síncope durante la dictadura, se llamaba Roberto Dios.
