17 de noviembre de 2024
Comienzo del juego
Julio Cortázar
Centro Cultural Recoleta
Recorrido vital. Fotos, objetos y frases ploteadas del autor de Rayuela, a 110 años de su nacimiento.
Foto: Gentileza CCR
A 110 años del nacimiento del escritor Julio Cortázar y a 40 años de su muerte, el Centro Cultural Recoleta alberga una exhibición en formato híbrido que viene a cerrar el denominado «Año Cortázar». A lo largo de tres salas, la Cronopios (bautizada así desde siempre en su honor) y la subsiguientes J e I enlazadas por un túnel laberíntico, se pueden apreciar distintas maneras de contar la vida y la obra del escritor nacido en Banfield, porteño por adopción y luego residente en Francia. Justamente, su vida antes y después de París, donde vivió la mitad de su vida y donde murió, marca el eje de Comienzo del juego, que tiene una extensión total de 1.500 metros. Su longitud no es un valor en sí mismo: es una muestra despareja.
En la primera sala se pueden apreciar ploteos de fragmentos de algunos de sus cuentos póstumos, colgados sobre las paredes para ser leídos por quienes quieran detenerse en ellos y armarse una idea aleatoria de su obra narrativa, ya que la poética fue completamente ignorada. Lo más jugoso de este tramo inicial lo constituyen las fotografías documentales con material inédito del escritor, desde su infancia con una melena carré, pasando por sus años jóvenes, donde ya se destilaba la obra de un autor único, que marcó a las generaciones futuras con su novela-faro Rayuela. Estas fotos constituyen un tesoro único que humaniza a un hombre que por largos años fue cuestionado por partir de la patria con la llegada del peronismo, hecho que dejó plasmado en su cuento «Casa tomada». El recorrido destila ternura, ya que se desmarca de las pocas imágenes icónicas que una y otra vez se exhiben cuando se referencia al gran Julio Cortázar.
La segunda parte, esa a la que se llega por el túnel laberíntico, está protagonizada por una serie despareja de obras visuales inspiradas en sus textos. Entre ellas se destacan los dibujos de León Ferrari sobre «Autopista del sur», una serie hecha sobre calcos con tinta azul. Una escultura de Pablo Suárez puede verse como un cronopio, lo mismo que las piezas presentadas por Paula Toto Blake. También se pueden apreciar obras de Jorge Machi y la rayuela realizada por Marta Minujin, encargada por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires para ser plantada en una plaza de París, cuando en 2004 se llevó a cabo el homenaje a Cortázar en la capital francesa. La misma que ahora puede ser pisoteada como el juego que su nombre convoca en colores flúo y brillantes.
La tercera parte constituye una recopilación menos afortunada de material biográfico de su estancia en París y, nuevamente, ploteos con frases bastante grandilocuentes, como si los curadores quisieran construir la figura de un hombre pedante y pretencioso, que en parte lo era, pero que también se destacaba por su humildad y su humanismo simple. Amante del jazz, de Gardel y fan de Alejandra Pizarnik, se muestra su amor hacia la poeta con una foto anónima pegada sobre una pared, como todos los papeles que refieren a los fragmentos de sus cuentos y las fotos que ilustran distintos momentos de su vida. El «no hay plata» también lo está sufriendo Cortázar y esta muestra probablemente bien intencionada, que quedará colgada hasta el 25 de marzo de 2025 y con entrada gratuita en este hermoso y nuevamente blanco centro cultural diseñado por Giesso. Comienzo del juego produce nostalgia y, lo mejor, ganas de volver a recorrer sus libros. Vale la pena verla simplemente por este poderoso estímulo. Tan pequeña y tan grande, fue curada por Pablo Gianera (con el mejor texto de presentación), Rodrigo Alonso y Maximiliano Tomás. Una frase certera se puede apreciar en el ingreso, escrita por Cortázar en el prólogo a las Obras Completa de Edgar Alan Poe: «Pues quién dirá jamás cómo era, cómo pensaba, cómo vivió. Toda biografía es un sistema de conjeturas». Y esta muestra es un fiel reflejo de estas palabras porque se trata, al fin y al cabo, de una propuesta conjetural.