26 de junio de 2024
Cómplices del engaño
Director: Richard Linklater
Intérpretes: G. Powell, A. Arjona, A. Amelio, Retta, E. Holtzman
País: Estados Unidos
Doble vida. El sicario Gary (Glen Powell) se enamora de Madelaine (Adria Arjona).
Foto: Netflix
El director de Antes del amanecer explora la realidad en su última producción. La historia está inspirada en la crónica escrita por Skip Hollandsworth sobre un colaborador de la policía de Texas que se hace pasar por asesino a sueldo (el Hit Man del título original). El protagonista, Glen Powell, escribe y produce la película junto al director, con quien ya había trabajado en Fast Food Nation. A la historia real le añaden un tercer acto y un trasfondo de ficción.
Gary Johnson (Powell), un profesor universitario de filosofía y psicología en Nueva Orleans, gana dinero extra como técnico para la policía, realizando escuchas de un oficial encubierto. Un día debe reemplazar al oficial y hacerse pasar por un asesino a sueldo para que la policía atrape a la persona que lo quiere contratar. El disfraz le sienta mejor de lo esperado, revelando un lado oculto de su personalidad.
El film parte de la idea de que la figura del asesino a sueldo es una fantasía, y utiliza un breve clip de personajes de dicha profesión en la historia del cine para fundamentarla. Esa premisa justifica que Gary se convierta, disfraz mediante, en el tipo de sicario que la persona dispuesta a contratar sus servicios espera encontrar. La sofisticada actividad entra en crisis cuando Gary se enamora de Madelaine (Adria Arjona, hija del cantante Ricardo Arjona), bajo la personalidad de Ron, y ella le pide que elimine a su marido.
Richard Linklater deambula entre el cine negro y la comedia romántica para hacer una profunda reflexión existencial sobre la conformación de la identidad. Las charlas del profesor con sus alumnos sirven de manifiesto filosófico para justificar el relato de amor criminal desarrollado en paralelo, con el fin de salirse de los parámetros sociales y encontrar la ansiada felicidad. Algo que Linklater plantea en todas sus películas, en las cuales coquetea con los géneros cinematográficos: sea Escuela de rock, Barry o ¿Dónde estás, Bernadette?, siempre aparece la situación extraordinaria que invita al protagonista a romper las reglas y buscar su propio camino.
Lo mismo sucede aquí con Cómplices del engaño, un film de apariencia pasatista e intrascendente que, sin embargo, esconde un fuerte componente subversivo en su propuesta. El humor y el tono simplista disimulan el potente mensaje detrás de esta inteligente fábula existencial.
Con su elaborado nivel de detalle, el guion desempeña un papel crucial en cómo Linklater desarrolla la curva dramática de su personaje principal. Los gatos con los que vive Gary se llaman Yo y Ego, y cada uno de sus disfraces, analizados psicológicamente, revela pequeños indicios de su mentalidad criminal contenida en un mundo de muchas ideas y pocas acciones. El salto a la aventura supone una dosis de adrenalina y una suspensión de los pensamientos enredados, pero también implica atreverse a patear el tablero.
De esta manera, el director ganador del Globo de Oro por Boyhood plantea, en tiempos de biopics y casos reales, la necesidad de encontrarse a uno mismo para alcanzar la plenitud. Para ello, expresa su visión a través de la disrupción de los géneros cinematográficos y sus lógicas narrativas, con la convicción consciente de que su obra resulte poco más que intrascendente. Lo paradójico es que, cuanto más lo intenta, menos lo logra: su cine se convierte en clásico con mayor tenacidad.