21 de marzo de 2013
Reciente candidato al Oscar, el film reconstruye los entretelones de la campaña publicitaria que terminó con la dictadura de Pinochet. El protagonista habla de la historia que se estrena en el Bafici.
En 1988, presionado por la comunidad internacional, Augusto Pinochet se sometió a un plebiscito para ver si continuaba o no en el poder. Por primera vez se realizó en Chile una campaña política televisiva para ambas posiciones: el «Sí» y el «No». Y, también por primera vez en 15 años, la oposición agrupada en la Concertación por la Democracia pudo expresarse en la pantalla abierta, cada noche, durante 15 minutos.
La película No, que protagoniza Gael García Bernal, recrea los entretelones de la campaña. Fue ovacionada en Cannes, donde recibió el Art Cinema Award, y también nominada como Mejor Película Extranjera en la reciente edición de los Oscar, aunque finalmente el galardón recayó en Amour, del austríaco Michael Haneke. El 10 de abril próximo abre la edición 2013 del Bafici.
En la cinta de Pablo Larraín, con guión de Pedro Peirano inspirado en la obra de teatro El plebiscito, de Antonio Skármeta, García Bernal encarna al publicitario René Saavedra. Éste lucha por imponer sus ideas, provenientes de campañas comerciales, y aplicarlas con fines políticos, mientras se enfrenta a su jefe (Alfredo Castro), quien colabora con la campaña del «Sí». Al mismo tiempo, lidia con su ex mujer (Antonia Zegers), férrea opositora al régimen, con la que tiene un hijo.
«Es una película súper inteligente, provocadora y altamente subversiva, en el sentido de que cuestiona todo lo que sabemos, creemos y pensamos acerca de la política y la democracia», comenta el actor mexicano, sentado en un café de Palermo. Él, quien se declara un apasionado por los temas políticos, tenía 9 años cuando triunfó el «No» en Chile. Entonces, en su país, Carlos Salinas de Gortari ganó la presidencia en condiciones fraudulentas. «Me tocó ver el fraude a flor de piel. Y eso me marcó. Mientras en México hubo un retroceso democrático, en Chile triunfó la democracia. Allí se votó para elegir a Salvador Allende y se votó para sacar a Pinochet. Algo fascinante», observa.
Su papel en No es una mezcla de los 2 «cerebros» de la campaña: Eugenio García y José Manuel Salcedo, con quienes se entrevistó. Según dice, gracias a este rol descubrió «toda la arquitectura de la dictadura», y la labor política que realizaron la Concertación y los líderes del «No», para desafiar un sistema que controlaba los medios y no admitía el disenso.
Mientras se prepara para actuar al lado de Robert de Niro, interpretando al célebre boxeador panameño Roberto Mano de piedra Durán, García Bernal admite que le encantaría volver a trabajar con Larraín. El director trasandino, que curiosamente es hijo de Hernán Larraín, senador del partido ultraderechista UDI, dijo que con No cerró su trilogía sobre Pinochet, después de Tony Manero (2008) y Post mortem (2010). Y lo hizo con mucho cuidado, tanto por el material, que incluye fragmentos de las tandas originales del «Sí» y el «No», como por las imágenes, rodadas con cámaras U-Matic que se usaban en la época del plebiscito, que marcó un antes y un después en las vidas de miles de chilenos.
—Francia Fernández