Cultura | ALBERTO GIUDICI (1941–2024)

Compromiso con las ideas

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Viviana Vallejos

En su vasta trayectoria como crítico, curador y cineasta enfocó a las producciones artísticas desde una perspectiva política. El vínculo con el CCC y Acción.

Periodista. Escribió sobre arte en Acción, Clarín, La Opinión, La Razón y Crisis.

Foto: Jorge Aloy

Ayer murió Alberto «Tito» Giudici, querido compañero del Centro Cultural de la Cooperación «Floreal Gorini», justo en el día de su cumpleaños número 83. Fue un intelectual que aportó sus ideas desde las páginas de los diarios en los que ejerció la crítica cultural, las películas que filmó, los grupos de cine que conformó, los libros de artistas que escribió y las muestras en las que participó como curador. Fue cronista desde los inicios de la revista Acción, en la que trabajó por muchos años como colaborador en la sección Cultura. Escribió sobre arte durante más de 50 años en medios como Clarín, La Opinión, La Razón, El Cronista y Crisis. Formó parte del CCC desde su fundación e integró el Departamento de Ideas Visuales. A partir de 2003 fue el curador de la sala Abraham Vigo, por la que pasaron una multitud de artistas y exhibiciones.
Giudici tenía solo 13 años cuando empezó su primer taller de pintura, que lo hacía recorrer casi de punta a punta la Capital Federal, desde el barrio de Belgrano, donde creció, hasta el sur de la ciudad. Hijo de Ernesto Giudici, un periodista que se erigió en una figura relevante del Partido Comunista argentino, y de Fina Warschaver, una militante de izquierda que fue además escritora y traductora de francés, Alberto siempre leyó las producciones artísticas y culturales desde una perspectiva política. Su compromiso con las ideas estuvo presente en todas las actividades en las que se involucró como trabajador del arte. Sus compañeros del CCC eligen recordarlo a partir de los proyectos que guardaba para este 2024: planificaba para marzo una muestra sobre la memoria en base a fotografías de los centros clandestinos de detención, con el objetivo de sentar posición ante las posturas negacionistas de la dictadura.

Valioso rescate
Hace tiempo que venía hablando con Hernán Cardinale con la idea de publicar un libro con toda la documentación que contaba en su archivo sobre la historia y el derrotero de «Ejercicio Plástico», el mural que David Alfaro Siqueiros había pintado en 1933 junto a sus colegas Antonio Berni, Juan Carlos Castagnino y Lino Spilimbergo, en el sótano de la quinta que Natalio Botana, fundador del Diario Crítica, tuvo en Don Torcuato.
Su historia con esta obra es personalísima: «El mural es un mojón en mi vida», dijo en una entrevista publicada el año pasado en Acción. Giudici tuvo el privilegio de visitar la obra cuando aún estaba en su sitio original, durante una excursión que hizo como estudiante de pintura, acompañado por otros talleristas y por el mismísimo Castagnino. Fue uno de los pocos que levantó la voz para difundir la situación crítica del mural y lo llevó a la tapa de Clarín. Trabajó como colaborador junto a la cineasta Lorena Muñoz en Los próximos pasados (2006), película que cuenta muy bien dicha historia. El rescate, la restauración y el espacio central que hoy ocupa esta pieza dentro del Museo del Bicentenario y en el patrimonio nacional son una consecuencia directa de sus acciones.

En el CCC. Al frente de la sala Abraham Vigo, tenía varios proyectos para este año.

Foto: Guadalupe Lombardo

Como artista plástico mostró su trabajo en el Teatro del Pueblo de Leónidas Barletta; como crítico publicó libros sobre los artistas Enrique Policastro, Carlos Alonso y la vanguardia ruso-soviética; como curador organizó una legendaria y muy recordada muestra sobre arte y política en el Palais de Glace; como cineasta estuvo en Perú para filmar una película con la que ganó el primer premio de documentales en el Festival de Oberhausen. «Viajé a Cusco con mi esposa y mis hijos donde estuve tres meses», contó sobre esta última experiencia. «El viaje era para ir a Machu Picchu. Fui con el proyecto de hacer un documental, pero sin tener idea de lo que iba a filmar. Me compré un montón de rollos de película como para filmar cuatro horas. Fue cuando se produjo en Perú la Revolución de Juan Velasco Alvarado, un golpe de los militares peruanistas ligados con el proyecto de liberación nacional, donde hubo una integración de las Fuerzas Armadas con el movimiento campesino. Conocía lo que estaba pasando y entonces me conecté con SINAMOS (Sistema Nacional de Apoyo a la Movilización Social), el organismo del Estado que estaba vinculado con el movimiento agrario». Así se gestó Causachum Cusco (1982), su premiada película, de la que no tenía copia en fílmico. Hace poco más de un año estaba muy entusiasmado detrás de una pista para conseguirla y verla nuevamente. Con suerte, habrá podido ver una vez más su obra querida.

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