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Cultura viajera

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Gira. Una actividad de La Biblioneta y una foto de Cámara Viajera.

En la era de la hipercomunicación instantánea y a distancia, casi como una reacción focalizada han ido apareciendo cada vez más proyectos que hacen de la itinerancia una marca y del contacto cara a cara, su principal riqueza. Son propuestas culturales que llevan la música, la narración, los libros, la escena, la pantalla, de una punta a la otra del país.
A Majo Turner la inspiró hace más de tres años un documental que vio en Canal Encuentro sobre La Biblioburro, el proyecto del maestro colombiano Luis Soriano, que viaja con los burros Alfa y Beto difundiendo la literatura por Colombia. Así nació La Biblioneta, que recorre el país en una van de Volkswagen modelo 86. «Combinar la narración oral, la literatura, los viajes, mientras cantás y contás cuentos me pareció genial. Y, en vez de burro, camioneta», dice Turner, que desde hace 30 años trabaja con niños a través de la narración oral, el teatro infantil y la educación física. En La Biblioneta siempre ha contado con la presencia de artistas amigos. Tal es el caso de las músicas Carina Schmidt y Ana Santorelli, que la acompañan actualmente, o el ilustrador Esteban Siderakis, responsable del arte que cubre la camioneta.
Cuando La Biblioneta llega a un lugar, se bajan todos los libros que transporta y se construye una suerte de living colorido. Lo que sigue es una experiencia que incluye canto, narración y lectura. Boca a boca mediante, un contacto llevó a otro y una invitación a la siguiente. Así, en estos años llegaron a la Ferifiesta del Libro (Trelew), al Festival de Títeres Andariegos (Bariloche), a Arde la Palabra (Neuquén) y a más de 150 escuelas. Para Majo Turner, el «primer desafío era difundir la literatura. Hoy por hoy, nos damos cuenta de que es una excelente excusa para fomentar el encuentro».
Hace unos tres años, Jorge Chucho Álvarez dio nacimiento a Cámara Viajera, un proyecto pedagógico con la fotografía estenopeica como eje. Se trata de una de las formas más básicas para tomar imágenes, que hoy está viviendo un nuevo auge, con sus practicantes fabricando sus propias cámaras de manera casera. Para Álvarez, que trabaja junto con sus colegas Stefanía Parese y Belén Cerini, la variante estenopeica ofrece la posibilidad de abordar simultáneamente varios frentes a nivel pedagógico, «desde la construcción de la cámara, continuando por la realización de la toma y concluyendo con el revelado, algo que nos permite plantear aspectos importantes, como la paciencia y el tiempo que requiere pensar una imagen».
Cámara Viajera se vincula principalmente con escuelas y centros culturales. Por el momento, su radio de actividades está dentro de la provincia de Buenos Aires. En el conurbano, por ejemplo, Álvarez identifica una gran diversidad «que genera en estos barrios la convivencia e interacción de diferentes costumbres, músicas y bagajes propios de cada cultura». La travesía a cada locación permite a quienes realizan el taller sentirse en la familiaridad de su espacio y, de ese modo, comunican «sus pensamientos, dudas, quejas, alegrías y tristezas, para generar un vínculo que se perdería si debieran moverse a un lugar ajeno».

Diego Braude

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