De cerca | ENTREVISTA A SANDRA HÜLLER

Cuestión de química

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Gabriel Lerman (desde Los Ángeles)

Nominada a los inminentes premios Oscar, la actriz alemana se consolida como una figura de proyección internacional. Formación teatral y método intuitivo.

Foto: Getty Images

Los alemanes saben desde hace ya mucho tiempo que Sandra Hüller es una especie de Meryl Streep local, capaz de transformarse para cada papel y de sorprender con cada personaje. Ya a los 28 años se había llevado el Oso de Plata a la Mejor actriz en el Festival de Berlín por Requiem, en la que interpretaba a una epiléptica a la que confundían con una mujer poseída. Y una década más tarde obtenía el premio a la mejor actriz europea por la comedia Toni Erdmann, que también fue nominada al Oscar a la Mejor película en lengua extranjera. Aunque la actriz germana se haya marchado de la última edición de los Globos de Oro con las manos vacías, todo parece indicar que, con el film que protagoniza, Anatomía de una caída (que ganó la Palma de Oro en Cannes), será su año en la entrega de estatuillas de la Academia. En la película de Justine Triet encarna a una mujer acusada de un asesinato, mientras que en Zona de interés, film inglés que recibió cinco nominaciones al Oscar, interpreta a la esposa del comandante de Auschwitz Rudolf Höss, quien está siempre más interesada en cómo mejorar su cocina que en lo que pasa del otro lado del muro.
–¿Cómo te hacen sentir todas las nominaciones y los premios que estuviste recibiendo por Anatomía de una caída y Zona de interés?
–No hay mucho que pueda pensar al respecto, simplemente lo acepto, porque esto es algo que solo pasa una vez en la vida, generar tanto interés con dos películas que son tan fuertes. Es una situación que nadie hubiera podido imaginar, y hay muchos elementos involucrados para que se diera así. Especialmente para Anatomía de una caída, porque cuando la estaba filmando no tenía ni la menor idea de lo que iba a pasar una vez que estuviera terminada. Obviamente, durante el rodaje todos sentimos una conexión muy especial, porque el guion era excelente, pero eso vale para todos los proyectos en los que participo. Mientras filmás, siempre están los riesgos de cometer errores y que las cosas no te queden bien, pero Justine Triet es muy buena como directora, por eso yo sabía que si los cometíamos ella iba a reescribir todo en la sala de montaje.

«Anatomía de una caída es una película muy feminista, porque te muestra la misoginia del sistema, no solo en Francia. Creo que es algo bastante universal.»

–Sandra, tu personaje en Anatomía de una caída, ¿es culpable o inocente?
–La verdad es que cuando trabajo en un proyecto desde sus inicios, no solo pienso en el personaje, sino en qué es lo que queremos lograr con la película. En este caso era muy importante remarcar que lo que queríamos era decir algo sobre cómo son tratadas las mujeres en general, en la forma en la que pensamos sobre ellas cuando no tenemos toda la información y cómo nuestra percepción de ellas cambia con cada pequeño detalle del que nos enteramos. Como espectadores hay cosas que nos gustan de Sandra y otras cosas que no. Y cuando algo no nos gusta, pensamos que ella probablemente es culpable. Justine quería crear esta reacción en la audiencia, que fueran sintiendo diferentes cosas en momentos distintos, y que por sobre todas las cosas nunca estén del todo seguros. La idea es que eso los obligue a reflexionar sobre sí mismos, y tengan que preguntarse por qué piensan así y por qué les cae bien en determinado momento, por qué a veces están de acuerdo con lo que dice y en otros momentos no. Si hubiese interpretado un personaje que decididamente es inocente, supongo que habría tomado otras decisiones a la hora de la actuación. Pero el equilibrio que se ve en la película es algo que realmente tratamos de conseguir.
–¿Hiciste una investigación sobre mujeres que pasaron por una situación similar a la de Sandra?
–No, simplemente me dejé llevar por mi imaginación. Mientras filmábamos, en Estados Unidos se desarrollaba el juicio entre Johnny Depp y Amber Heard, por lo que había una mujer siendo juzgada en un evento público que podía seguir casi todos los días. Miramos muchos videos de ese juicio. Nuestra historia no tiene ninguna conexión con la de ella, pero también se trataba del fracaso de un matrimonio. Era lo único que estaba en los medios todo el tiempo y no podíamos creer que el rodaje y el juicio estuvieran ocurriendo simultáneamente. En mi caso lo miré tratando de descubrir en los testimonios cual era la conexión que podía haber existido entre los integrantes de esta pareja, cuál era la química que tuvieron, y donde estaba la historia de amor que no podía ver pero que se sentía todo el tiempo.
–Si tuvieras que inscribir a Anatomía de una caída dentro de un género, ¿cuál sería?
–Cuando leí por primera vez el guion no vi a esta historia como un drama judicial, y tampoco me interesó nunca saber si ella era culpable o no. Lo que me atrajo fue la discusión que tiene esta pareja como eje de la película, porque conozco a mucha gente muy cercana a mí que tiene un problema similar. Me pareció que estaba muy bien planteado el tema y realmente quería averiguar cómo funcionaba la dinámica entre los dos, y por eso quise ponerme en los zapatos de Sandra. Por empezar, me parecía que esta era una película muy feminista, porque te muestra la misoginia del sistema, no solo en Francia. Creo que es algo bastante universal, y eso explica por qué la película ha funcionado en todo el mundo.
–En el film todas las mujeres parecen ser enjuiciadas de una manera u otra.
–Es exactamente así: es un juicio de valor sobre todas las madres, todas las mujeres que son exitosas y tratan de ser independientes, que son maduras y no pueden ser manipuladas fácilmente. Esa imagen femenina puede ser escalofriante para cierta gente.
–¿Hablaron sobre cómo el sistema legal trata a las mujeres antes de que comenzara el rodaje?
–No hizo falta, porque son cuestiones muy obvias. Es algo que pasa y por eso ella reacciona como lo hace durante el juicio. Nunca se muestra impulsiva, no se derrumba y siempre mantiene la compostura. El fiscal es un personaje que en el guion actúa con mucha dureza, pero la forma en la que lo interpreta Antoine Reinartz es genial, porque va mucho más allá, hace que se vea incluso peor. Podría haber sido demasiado, pero en este caso funciona bien porque todos conocemos a esta clase de gente.

«No tengo una rutina para meterme en la piel de un personaje. Más bien son ellos los que se meten en mi vida en el momento en el que decido interpretarlos.»

–¿Qué es lo primero que hacés como actriz para tratar de entender a tu personaje?
–Por lo general no hago demasiado, simplemente me alineo con ellos. Cuando me decido por un proyecto, siempre me pregunto si quiero pasarme mucho tiempo con el personaje que me proponen o no. Pero no tengo una rutina para meterme dentro de la piel de un personaje. Más bien son ellos los que se meten en mi vida en el momento en el que decido que voy a participar. A partir de entonces, están en todo lo que hago y mi percepción de la realidad cambia, porque estoy pensando en el personaje constantemente. Es como si me enamorara o me obsesionara con alguien, porque fantaseo todo el tiempo con ellos. Cuando me toca interpretar a gente que ha vivido y a quienes tengo que tratar de entender, investigo mucho y trato de encontrar todo lo que puedo sobre esa persona.
–¿Sentís que hay alguna conexión entre este papel y el que hiciste en Requiem, por el que ganaste el premio a la Mejor actriz en el Festival de Berlín?
–No hay muchas cosas en común, aunque Michaela Klingler, el personaje que interpreté en esa película, también quería que la entendiesen. Busca que la gente comprenda qué es lo que le pasa, cuando no es algo fácil de explicar. Me parece que ella está un poco más desesperada que Sandra y además es mucho más joven, tiene una enfermedad y lleva una vida muy oscura.
–¿Cuáles son las películas de las que estás más orgullosa?
–No sabría qué decir, porque no me gusta hacer diferencias con las películas en las que he trabajado, porque para mí están todas interconectadas entre sí. Cada una está conectada por pequeñas cosas con la que hice después, y también con la que hice antes: es como se nutren entre ellas. Cada película es como un personaje, son como si fuera gente que conocí alguna vez. En resumidas cuentas, no tengo una favorita.
–Justine Triet dijo en Cannes que lo que te vuelve tan especial como actriz es que tenés una desconexión con tu propio cuerpo. ¿Qué opinás al respecto?
–No puedo explicar lo que otra gente siente sobre mí, y tampoco puedo interpretar qué es lo que quiso decir. Justine muchas veces me dice que los actores con los que trabajó están muy preocupados por su imagen y miran al monitor todo el tiempo, mientras que hay otros que solo actúan y miran adónde están las luces, porque tratan de estar presentes todo el tiempo. Me dijo que a ella la alivia que yo nunca esté entre los primeros. Para mí es lo normal, no me preocupa cómo se me ve. Supongo que eso la ayuda porque estoy muy relajada a la hora de probar si algo funciona o no. No soy una actriz controladora. Simplemente estoy ahí para descubrir lo que está viviendo el personaje.
–En estos días también se estrena Zona de interés. Como alemana, ¿sentiste una responsabilidad especial al interpretar a la esposa del comandante de un campo de concentración?
–Por supuesto, pero lo que más me atrajo es que es bueno tener todas las perspectivas. Obviamente que sentí la responsabilidad de darle mi piel a esta mujer, aunque nunca me sentí familiarizada con ella. Pero a la vez me pareció que no había otra forma de interpretarla. De todos modos, tengo que aclarar que nunca tuvimos la intención de hacer algo extraordinario. Simplemente teníamos que estar conectados con nuestra presencia, escuchar, ser respetuosos con los otros actores y con la gente que nos rodeaba. No tratamos de dar ninguna clase de nada…
–¿Cómo describirías tu técnica actoral?
–Debo decir que no tengo una. Yo soy esencialmente una actriz surgida del teatro, por lo que lo que me interesan son los personajes y las situaciones. No me importa tanto crear una biografía ni prepararme mucho para un papel. Me gusta reaccionar intuitivamente frente a la situación que se plantea, y creo firmemente en la conexión que existe entre los actores cuando están en un set o en un escenario. También creo que existe la química entre las personas y por eso es tan importante elegir bien un reparto.

«No tengo una técnica actoral. Yo soy esencialmente una actriz surgida del teatro, por lo que lo que me interesan son los personajes y las situaciones.»

–¿Cómo fueron tus años formativos?
–Estuve en varios teatros. Comencé en Alemania Oriental, luego fui a Leipzig, a Basilea, y terminé en Múnich, en donde estuve como parte del elenco estable durante siete años. Lo bueno del teatro de repertorio es que podés interpretar a todos los grandes personajes de Shakespeare y también los de Eugene O’Neill y los de Tennessee Williams. En estos teatros hacíamos seis o siete obras por año, lo cual es mucho. Yo era una actriz joven y quería actuar, por lo que no había espacio para ninguna otra cosa en mi vida. Literalmente vivía en el teatro. Fue una época muy intensa, en la que no tenía una vida personal.
–¿Qué fue lo que te enamoró de la actuación?
–Fue pura coincidencia. Yo nunca pensé en ser actriz, pero mi profesor de inglés y alemán en la escuela abrió un club de teatro y, como yo no tenía ningún hobby ni muchos amigos, comencé a ir porque lo que me gustaba era la literatura. Me fascinaban los libros, las historias y disfrutaba de soñar con otros mundos. En cuanto entré en este club de teatro sentí que era algo que quería hacer todo el tiempo. A partir de ese momento nunca paré. Hice seminarios y cuando tenía diecisiete años me presenté al conservatorio. Me decían que esperara, que era demasiado joven, que no lo hiciera, pero igual lo intenté. Y me aceptaron. Ese verano saqué mi licencia de conducir, me mudé a Berlín y empecé mis estudios de teatro. Desde entonces estoy en esta profesión.
–¿Te interesaría tener una carrera en Hollywood?
–Por supuesto, pero soy alemana, vivo en Leipzig y tengo una hija que va a la escuela. Pero me encantaría ver cómo funciona Hollywood. Me lo preguntaron algunos años atrás, cuando vinimos con Toni Erdmann, pero luego no pasó nada. Así que vamos a ver, estoy muy intrigada por saber lo que me espera una vez que pase todo esto.

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