De cerca | ENTREVISTA A BRIAN COX

La naturaleza del capitalismo

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Gabriel Lerman (desde Los Ángeles)

El actor escocés interpreta a Logan Roy, una personal mezcla de Rupert Murdoch y el rey Lear que brilla en la serie Succession. Familia y poder en tiempos extraños.

Foto: Getty Image

Este actor escocés que, a los 50 años, decidió abandonar la comodidad de una sólida carrera en Londres para probar suerte en Hollywood, ya pensaba que lo había logrado todo cuando Jesse Amstrong y Adam McKay lo llamaron para invitarlo a sumarse a una nueva serie. Como todos sabemos, Succession estaba destinada a convertirse en una de las mejores propuestas de los últimos años de la televisión estadounidense. Tras llevarse el Globo de Oro al mejor actor de una serie dramática por ese trabajo, Brian Cox nos ha dado la sorpresa de nuestras vidas a quienes seguimos la serie. En esta entrevista el actor, quien también se ha ganado un Emmy en 2000 por la miniserie Nuremberg, reveló su manera de entender a Roy Logan, inspirado en Rupert Murdoch y también en el rey Lear, un personaje temible al que sin perderle el respeto aprendimos a querer.
¿Se le parece a Logan?
–No sé si somos similares. Diría que probablemente no, pero me gustaría ser como él. Ser su alter ego es una experiencia muy interesante.
¿Cuál es la persona que ha conocido que más se parece a Logan?
–Muchos de los personajes que he interpretado en el teatro, como el rey Lear o Churchill, tienen rasgos similares. Es gente que opera de una manera muy particular, y que a mí me resulta fascinante porque no tiene nada que ver conmigo. No se cómo alguien querría llevar una vida así, pero esa gente existe, es algo que lamentablemente nos afecta cotidianamente por lo que vemos en las noticias. Lo hemos visto en Murdoch, en el escándalo que terminó con News of the World, porque pinchaban los teléfonos y esos son límites que no se deberían cruzar. Esta gente está en una posición en la que se cruzan los límites todo el tiempo y eso es parte del juego. Logan dice que todo es un juego y que sus hijos se lo toman demasiado en serio. Ellos no lo ven como un juego en donde siempre hay una salida. Y si jugás como si se te fuera la vida en ello, vas a terminar enloqueciendo.
¿Le parece que lo que empuja a Logan es el miedo?
–No, en lo más mínimo. Simplemente tiene pasión por lo que hace. Es alguien que se puso ciertas metas siendo muy joven. Por algunas circunstancias, decidió hacer ciertas cosas y seguir con eso hasta el final. De la misma manera que si subís una montaña o hacés algo peligroso tu corazón empieza a palpitar más rápido, cada vez que Logan se arriesga le pasa algo similar, y es una sensación que disfruta: es un hombre que no podría vivir de otra manera. En su caso, el miedo es algo que tiene que superar todo el tiempo. A los 80 años, sigue haciendo lo mismo, forzando los límites cada vez que puede, solo para ver cuán lejos puede llegar. Y eso que ha sobrevivido a un infarto.

«Logan es un padre por sobre todas las cosas. Ama a sus hijos. No los trata bien, pero los ama. Son su futuro. Teme por ellos, pero no les tiene miedo.»

¿Cómo explica la relación con sus hijos?
–Le preocupan todos. Logan es un padre por sobre todas las cosas. Aunque no lo creas, los ama. No los trata particularmente bien, pero los ama. Son su futuro. Teme por ellos, pero no les tiene miedo. No sabe cómo van a hacer para lidiar con los fracasos. Es que ellos no tienen el mismo mecanismo de supervivencia que tiene él y eso lo inquieta. Es muy consciente de que ellos han nacido en cuna de oro. Él no, ha tenido un origen muy humilde y esa es una diferencia fundamental.
¿Cómo justifica el accionar de los integrantes de la familia Roy?
–Me parece que no les interesa justificar nada. En la serie simplemente reflejamos el comportamiento de un sector de la sociedad. Todos los integrantes de esta familia son extremadamente egoístas, pero a la vez tienen una especie de ética que nunca se menciona, pero en donde todo vale porque Dios ha muerto. Cada uno de ellos siente que se merece lo que tiene. En el caso del padre, es ligeramente diferente porque es un autodidacta que ha llegado muy lejos: eso es lo que lo distancia de sus hijos, porque se han convertido en algo que él no imaginaba. Y eso es algo que Jesse refleja brillantemente en la construcción de la serie.
¿Cuánto sabía sobre los multimillonarios antes de trabajar en Succession?
–No mucho. Yo vengo de un mundo totalmente diferente, porque crecí literalmente en la pobreza. Por eso siempre me han interesado los multimillonarios. Me fascina la naturaleza del capitalismo y hacia dónde te lleva. A mí siempre me impactó mucho la historia de Andrew Carnegie, que era escocés, un hombre que llegó muy lejos, pero era muy humilde y estaba obsesionado con repartir su riqueza. Sin embargo, terminó cayendo en su propia trampa, porque puso en marcha una serie de eventos que luego no pudo parar. El intentó detener la Primera Guerra Mundial, se convirtió en su obsesión, pero no lo pudo lograr. Tuvo una vida que no imaginaba. La planificó de cierta manera, pero el capitalismo te lleva por un camino en el que no tenés el control. Algo así es lo que pasa con Logan: el está siguiendo este camino y va por donde lo lleva. No hay nada que pueda hacer al respecto. Está en un lugar del que no puede regresar y tiene que seguir hacia adelante.

«Succession refleja los horrores de la vida real, sobre todo cuando ciertas personas a las que prefiero no nombrar se comportan de manera bochornosa.»

¿Cree que hay una diferencia entre los multimillonarios que han hecho su fortuna y los que la han heredado?
–No, yo creo que no hay tanta diferencia en la forma en que se comporta la gente que cree que tiene privilegios. Vemos ejemplos de eso en la prensa todos los días. Hay gente que tiene más dinero que sentido común. Y en ese sentido, creo que una de las grandes cualidades de la serie es que aunque es parcialmente satírica, hace una observación muy precisa de un tipo de comportamiento social que está muy de moda hoy en día en la gente que alcanza posiciones de poder sin ganárselas. Succession refleja los horrores de lo que pasa en la vida real, sobre todo cuando ciertas personas a las que prefiero no nombrar se comportan de una manera bochornosa.

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¿Le sorprende cuánto adora la audiencia a Logan?
–La verdad que sí, porque no me parece una persona adorable. Pero vivimos en tiempos muy extraños y esa es una de las razones por la que la serie es tan exitosa. Ha habido una tremenda falla moral, particularmente en la política. Si prestás atención, vas a notar que los líderes de la mayoría de los países son mentirosos y se nota que no son muy buenos mintiendo. Y lo que tiene de interesante nuestra serie es que también lidia con la arrogancia. Obviamente, el tema central es la sucesión y este hombre, Logan Roy, que está tratando de encontrar quién es la persona adecuada para sucederlo. Está perdidamente enamorado de sus hijos, pero lo desilusionan constantemente. Y eso hace que todo se vuelva muy duro para él. Pero además la serie te muestra cómo se comporta la gente en esas esferas, la confusión que existe y cómo vivimos en una sociedad sin dios y sin rumbo. Pero sí, es curioso, la audiencia está hipnotizada por alguien como Logan Roy. En todos mis años como actor nunca vi una reacción como la que la gente tiene con nuestro programa, porque lo vuelven a ver dos o tres veces. Y él se ha convertido en un ícono, lo cual es un poco incomprensible para mí. Yo lo veo como un gran personaje, disfruto de interpretarlo y cuando comencé a hacerlo no me di cuenta que tenía esta otra dimensión, pero la tiene.
¿Cómo es la relación con sus compañeros de reparto detrás de bambalinas?
–Funcionamos como una familia perfecta. Somos lo opuesto de lo que es la familia en la ficción. Son todos actores maravillosos. Creo que han sido elegidos con precisión. Sarah Snook me parece una actriz espectacular. Lo mismo vale para Jeremy Strong: su papel es el más difícil, pero siempre te conmueve. Y Kieran Culkin es muy divertido, brillante y agudo en todo lo que hace. Adoro a Alan Ruck, mi excéntrico hijo mayor y me fascina su personaje. Y luego está Matthew Macfadyen, a quien se considera un estoico actor inglés que ha demostrado ser un gran comediante. Y por supuesto el primo Greg, aunque a veces es difícil diferenciarlo del actor que lo interpreta, Nicholas Braun. Eso es lo que me encanta de Jesse, que ha permitido que este grupo creciera orgánicamente, porque en Succession todos somos parte de un elenco.
¿A qué edad se interesó en la actuación?
–Tuve una infancia muy bonita hasta que mi padre murió cuando yo tenía 8 años de una manera bastante sorpresiva y trágica. Tuvo un cáncer de páncreas cuando solo tenía 51 años. Mi padre era comerciante y le había ido muy bien durante la Segunda Guerra, pero hizo unas inversiones equivocadas, por lo que cuando yo era pequeño solo tenía un almacén en Dundee, Escocia, donde me crié. Solía fiarle mucho a sus clientes y luego, lógicamente, no le pagaban. Mi madre solía decirme cuando era pequeño que la caridad empieza por casa. Cuando mi padre falleció mi madre sufrió mucho, no pudo funcionar durante varios años y yo básicamente quedé librado a mi suerte. Soy el menor de 5 hermanos, el mayor se fue al ejército aunque no era obligatorio para él. Tengo tres hermanas y mis cuñados se dedicaron a atender los negocios, pero no lo hicieron muy bien. Lo cierto es que yo fui muy libre desde pequeño. Es terrible decirlo pero creo que fui muy afortunado de no tener padres porque eso me dio una tremenda libertad, aunque pasamos por momentos muy duros, en los que no teníamos para comer. Eso fue lo que me forjó. Y desde una edad muy temprana estuve decidido a ser actor. Cuando era muy pequeño, con dos o tres años mi padre me ponía a hacer morisquetas para toda la familia. Recuerdo el efecto que tenía en la gente y que eso me daba mucho placer. Creo que esa fue la razón por la que me interesé en esto.
Se podría decir que empezó bien desde abajo.
–Sí, yo era muy malo en la escuela, pero hubo dos maestros que vieron mi potencial y que me estimularon para que me involucrara en las actividades teatrales del colegio. Uno de esos maestros sabía que había un joven que se estaba yendo del teatro local y me propuso que me postulara para reemplazarlo. Y lo conseguí: lo único que tenía que hacer era llevar el dinero al banco y limpiar el escenario. Ese fue mi primer trabajo. Allí observaba lo que hacían los actores y a los 17 años me fui a estudiar a LAMDA y tuve un gran inicio.

«La pasé muy bien en el teatro, gané premios y fui parte de la Royal Shakespeare Company. Sin embargo me gustaba la idea de trabajar en Hollywood.»

Tuvo una carrera muy sólida en Inglaterra y no se animó a probar suerte en Hollywood hasta que ya era bastante mayor.
–Así es, tenía 50 años. La pasé muy bien en el teatro, gané premios y fui parte de la Royal Shakespeare Company. Participé en una puesta extraordinaria de Titus Andronicus que hizo que fuera bastante conocido en ese mundo. Sin embargo, me gustaba la idea de trabajar en el cine estadounidense, porque las películas británicas no me interesaban. A mí me fascinaba Spencer Tracy, y también James Cagney, Marlon Brando y James Dean. Yo tenía una conexión visceral con esos actores. Y cuando tenía 50 años me di cuenta de que nunca lo había intentado. Había seguido una carrera en el teatro, pero quería probar otra cosa. Dejé mi posición como protagonista en Inglaterra para venir a probar suerte en Los Ángeles. Recuerdo que leí un libro de Michael Powell en donde él decía que en el cine no había papeles grandes y pequeños, que había trabajos más largos y otros más cortos. Me di cuenta de que me podía ganar la vida haciendo papeles de reparto y que quería intentar ser un actor de carácter. Pero tuve la suerte de haber hecho Cazador de hombres, que fue una asombrosa carta de presentación para mí. Y luego llegaron El largo beso del adiós y Reacción en cadena. En la primera me contrataron porque Dustin Hoffman no apareció, me llamaron un jueves y me preguntaron si al día siguiente me podía tomar un avión y empezar a filmar el lunes. Y en la otra pasó lo mismo con Tommy Lee Jones. Fue entonces que sentí que me tenía que quedar en Estados Unidos.
¿Se arrepiente de los caminos que tomó en la vida?
–No, para nada. Obviamente tengo arrepentimientos con respecto a la gente que perdí por el camino. Pero no me arrepiento de los errores que cometí, y han sido muchos. Soy parte de la generación de los 60, pero en aquel entonces no podía ver el hedonismo que me rodeaba porque como yo venía de una familia muy fracturada, era muy conservador. Me casé con alguien que era muy británica y elegante, muy organizada y eso me ayudó mucho, porque yo no quería seguir el camino de las drogas o el alcohol. Era muy tentador, pero decidí que tenía que ser muy convencional para no hacerlo. Mi primera esposa hizo mucho para que lo evitara. Teníamos casa y yo pude dedicarme a la actuación. Le debo mucho. Pero lo que pasa en las relaciones de pareja y cómo se quiebran es siempre muy triste. Y hay muy poco que uno pueda hacer para evitarlo.

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