De cerca

Memorias de un Beatle

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El célebre baterista recuerda los tiempos del cuarteto de Liverpool y describe la hermandad que todavía lo une a sus compañeros. Los flamantes 80 años de una superestrella mundial que planea volver a los escenarios una vez que concluya la pandemia. Los sueños, la música, la fama y la familia.


(Sakutin/AFP/Dachary)

Tenerlo enfrente, aún cuando se trate de una conexión vía Zoom, obliga a pellizcarse todo el tiempo. Sobre todo porque a pesar de que acaba de cumplir 80 años, Ringo Starr se ve joven y con las mismas facciones de sus tiempos con Los Beatles. En la conversación, Richard Starkey (su verdadero nombre) deja ver que aunque durante la mayor parte de su vida ha sido un multimillonario, en el fondo sigue siendo el mismo muchacho de Liverpool que se ganaba la vida trabajando en una fábrica y que tocaba la batería en sus ratos libres. No deja de preguntarse qué habría sido de él si a los 19 años hubiera podido emigrar a Estados Unidos como planeaba o si en su camino no se hubiera cruzado con sus «tres hermanos», John, Paul y George. Ellos lo invitaron a sumarse a una banda que en sus inicios tuvo que lidiar con muchos rechazos. Claro que ninguno de los cuatro imaginaba que, tantos años después, las canciones a las que les dieron forma iban a mantener su vigencia. Lo cierto es que hoy sigue dedicándole su tiempo a lo que más le gusta a hacer, tocar la batería. Y también disfruta de una enorme familia que para alguien como él, que sufrió en carne propia lo de ser hijo único, es tan maravilloso como poder dedicarse en cuerpo y alma a la música.
–¿Quiénes son los músicos que te inspiraron en tus comienzos?
–Cuando yo empecé a escuchar música, los que me impresionaron eran todos del country, como Hank Williams y Kitty Wells. Recuerdo haber visto tocar a Willie Nelson, con traje en aquellos tiempos. Además él componía grandes canciones. Lo mismo vale para Johnny Cash. A mí siempre me encantó el blues. Supongo que todo el mundo sabe que cuando tenía 19 años intenté emigrar a Estados Unidos para irme a vivir a Houston, Texas, porque quería estar en el mismo lugar en el que vivía Lightnin’ Hopkins, que era mi cantante favorito de blues. Incluso tenía una lista de fábricas en las que podía llegar a entrar, porque en ese entonces trabajaba en una fábrica. Recuerdo que fuimos con mi amigo a la embajada de Estados Unidos y llenamos un montón de formularios. Cuando llevamos esos papeles nos dieron más formularios, con más preguntas, hojas y hojas para llenar. Y al final nos hartamos. Habría sido una mudanza interesante. Yo empecé en bandas de la fábrica en la que trabajaba. Tocaba con Rory Storm y luego pasé a la mejor banda de todos los tiempos, Los Beatles, que siguen siendo relevantes hoy para las nuevas generaciones. Gracias a Giles Martin, que sigue remezclando todo, sigo tocando esas canciones. Hace poco hice un show para Sirius Music, para el canal de Los Beatles. Todo el tiempo me hacen la misma pregunta: ¿qué bateristas te gustaban? Y la verdad es que yo escuchaba discos por la música, no le prestaba atención a los bateristas, aunque mi héroe sea Cozy Cole.
–¿Te queda algo por lograr?
–A mí simplemente me gusta tocar, y lo sigo haciendo. Debería haber estado tocando en este momento, en el primer tour del año. Después iba a hacer una pausa por mi cumpleaños para volver a salir de gira en septiembre y octubre. Eso es lo que extraño de verdad en este momento. Antes de que todo se parara, estaba tocando más que nunca. Con los All-Starr siempre hacíamos una gira por año y ahora estaba haciendo dos. Ciertamente tengo una vida privilegiada. Mis hijos son una bendición. Tengo ocho nietos y un bisnieto. Y cada uno de ellos también es una bendición. Yo fui hijo único y ahora miro a todos los que están sentados a la mesa y no lo puedo creer. ¿Todos esos son mis descendientes? Me parece increíble. Mi mayor sueño de chico era tener un hermano mayor. Era un sueño imposible. Pero la vida me recompensó: estuve en la mejor banda del mundo y adoraba a cada uno de sus integrantes, eran como hermanos para mí. Tuve tres hermanos, John, Paul y George. En cuanto a las cosas que no hice, son esas en las que uno se queda pensando. Muchas veces me pregunto qué habría pasado si siendo un adolescente hubiera conseguido la visa para irme a vivir a Houston. ¿Y si me hubiera quedado con Rory and the Hurricanes? Pero tampoco es algo que revise seriamente. Ahora estoy acá, esta es la ruta que elegí con ciertas buenas decisiones y algunas de las otras. Muchas veces pienso que cuando tenía 13 años y me encontraba en el hospital, en donde todos estábamos en cama con tuberculosis, venía la maestra de música para entretenernos. Y fue ella la que me dio una pequeña batería para que tocara. Desde ese momento, lo único que quise ser fue baterista. Mirame ahora: lo sigo haciendo. Por suerte me ha tocado ser parte de una historia maravillosa, porque no tenemos que retirarnos: podemos seguir hasta que nos den las fuerzas. En mi caso, tengo planes para seguir mucho más allá de los 80 años.
–Los Beatles se negaron a tocar frente a audiencias segregadas. ¿Qué opinás de lo que ocurrió en Estados Unidos con el crimen de George Floyd?
–Que sigue siendo increíble. No quisimos tocar en Mississippi, porque era una audiencia segregada. Todos nuestros héroes, de Ray Charles a Lightin’ Hopkins, pasando por Stevie Wonder, eran afroamericanos. Dijimos que no, que tocábamos para la gente, y que la gente era gente. Era la primera vez que alguien les decía algo así y también fue la primera vez que a nosotros nos pusieron en esa situación. Pero lo que pasó este año le abrió los ojos a muchos. Las manifestaciones fueron impresionantes. Queremos que haya un cambio. Y una de las cosas que más valoro de este nuevo movimiento es que tres cuartas partes de los que salieron a las calles tienen entre 18 y 25 años: son la nueva generación y es hora de cambiar la mirada anticuada de la gente y de los gobiernos.


–¿Cuál fue tu primera impresión cuando conociste a Yoko Ono?
–Fue inolvidable, porque entré en el estudio y ella estaba en la cama. Nuestras esposas nunca venían a las grabaciones. Maureen, mi esposa, que en paz descanse, si estuvo 45 minutos en todos los años que estuve con Los Beatles, fue mucho. Ella llegaba, decía hola y se iba. Es que estábamos trabajando. Por eso encontrarme con la cama y con Yoko en el estudio fue muy raro. Lo primero que hicimos fue ir a preguntarle a John qué era lo que estaba pasando. Le dijimos «estamos en el estudio y Yoko está aquí». John me contestó: «Cuando vas a tu casa, Maureen te pregunta cómo te fue y le decís que hiciste algunos temas, o que te tomaste un té. Lo que nosotros queremos hacer es que ella sepa exactamente lo que estoy haciendo y que yo sepa exactamente qué está haciendo ella. De esa manera nos vamos a conocer mejor». Y eso fue todo, no tuve ningún problema después de esa conversación. Como sabrás, ella hizo muchos discos. Y yo fui el que un día le dijo que tenía que hacer un disco con sus canciones. Bueno, es muy divertida. Yo creo que la prensa la puso en un lugar extraño. Nunca me sentí incómodo con Yoko y toqué en el primer disco que hizo con John, Plastic Ono Band. Nos apoyamos el uno al otro y si nos vemos nos saludamos con afecto. La vi hace un par de años en Nueva York.
–No debe haber una persona en el mundo que no sepa quién es Ringo Starr. ¿La fama fue una carga para vos?
–Al principio sí, con Los Beatles. Lo que nosotros queríamos era hacer buena música, y lo hicimos. Queríamos tocar frente al público y lo logramos. Pero el precio que pagamos fue muy grande, porque no podíamos ir a comer a un restaurante. Es más, nunca me voy a olvidar de lo que me pasó un día mientras estaba cenando. Tenía el tenedor en la boca y apareció una mujer que me lo alejó mientras me pedía que le firmara un autógrafo. Le dije que no, que estaba comiendo. Y ella entonces me dijo: «Acabas de arruinar tu carrera». Esto habrá sido en el 67. Después de ese incidente, no me lo volví a tomar en forma personal. Pero ese era el precio que tenía hacer lo que nosotros queríamos. Luego viví en Mónaco mucho tiempo y ahí podía salir a caminar sin problemas, porque todo el mundo me conocía y nunca iba a los lugares que frecuentaban los turistas. Ahora todo se calmó un poco y puedo ir por donde me dé la gana. Gracias a la pandemia, todos nos tenemos que poner un tapabocas, por lo cual nadie me reconoce.


(Ratcliffe/AFP/Dachary)

–¿Hay músicos que pueden mantener su vigencia durante tanto tiempo como hiciste vos?
–Para ser honesto, no sé quién va a durar y quién no. Nadie imaginaba que nosotros íbamos a durar. Cuando recién empezamos, nos rechazaron varias discográficas. Lo que ha cambiado en relación a cómo lo hicimos nosotros es que hoy es más difícil encontrar dónde empezar. Hay muy pocos clubes a los que uno puede ir a tocar con una banda. Son todos grandes espacios, que son los que ganan dinero, por lo que las oportunidades solo son para los que ya son conocidos. Al menos hoy está la oportunidad del streaming. Podés ver a todos en internet, incluyendo a Los Beatles. Las cosas cambiaron un poco desde que empecé, cuando los discos eran de 78 y más tarde fueron de 45. Ni hablar de los cassettes. Pero los chicos hoy pueden subir sus cosas a internet. Y esa es una manera diferente de buscar tu camino.
–Celebraste tu cumpleaños número 80 de forma virtual.
–Así es, fue una manera un poco diferente a como lo hice en los últimos 12 años, en los que celebré con mi momento de amor y paz en distintos lugares. El año pasado fue en Niza, antes me había tocado hacerlo en Hamburgo. Todo empezó en Chicago, en 2008. Me estaban haciendo una entrevista antes de mi cumpleaños y el periodista me preguntó qué me gustaría que me regalara la gente. No sé de dónde lo saqué, pero le respondí que al mediodía del día de mi cumpleaños pidieran paz y amor. Así empezó todo. Una semana después, organizamos un evento frente al Hard Rock Café, trajeron una torta y tuvimos nuestro momento de paz y amor a las 12. Ahora es algo que se hace en 27 países: en cada uno tienen su momento de paz y amor. Este año fue diferente, porque íbamos a poner un gran escenario frente al edificio de Capitol Records en Hollywood, íbamos a tener bandas tocando, iba a haber visitas de amigos que iban a tocar para la gente que se reuniera allí y pensábamos poner cosas para comer. Estuvimos planificándolo durante un año, pero las cosas han cambiado un poco. Da lo mismo en dónde estés en el mundo, en todos lados está el virus. Así que para celebrarlo le pedí a algunos de mis amigos que me enviaran filmaciones de sus conciertos y yo usé fragmentos de algunos que hice con los All-Starr el año pasado. Fue distinto, pero no faltó paz y amor.

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