14 de agosto de 2013
A poco de estrenar la nueva entrega de «Star Trek», J. J. Abrams habla del arte de contar historias en formato audiovisual. La ciencia ficción, el cine de «relanzamientos» y la calidad de las series.
Elegido personalmente por George Lucas para que se ponga al frente de Star Wars: Episodio VII, que llegará a los cines en 2015, y firme comandandante de la nueva franquicia de Star Trek, cuya segunda entrega, En la oscuridad, fue recibida con entusiasmo por el público estadounidense, uno podría pensar que este señor diminuto y aparentemente tímido debería estar tocando el cielo con las manos. Sin embargo, J. J. Abrams no esconde una dosis de frustración porque tantas grandes oportunidades no le permiten disfrutar de sus hijos como quisiera.
Es que no sólo Lucas, su amigo personal, confía en él. Lo mismo se puede decir de Steven Spielberg, el productor de su película anterior, Super 8. Consciente de que es un privilegiado, Abrams no deja de hacer cosas. Y por eso su nombre está vinculado, a través de su compañía Bad Robot, con numerosos proyectos para cine y televisión. Entre los últimos, sobresale una serie que marcó a fuego la ficción audiovisual contemporánea: nada menos que Lost.
–¿Siempre supiste que la segunda parte de Star Trek iba a ser completamente diferente a la primera?
–Sí. El objetivo de esta película fue contar una historia que se pudiera ver por sí sola: para poder entender Star Trek: En la oscuridad no hace falta haber visto la que hicimos en 2009. Tampoco se necesita conocer la serie original. Quería que si alguien como yo –que no tengo ninguna formación en el mundo de Star Trek– fuera a ver la película, no necesitaría saber nada de la historia previa para tener una buena experiencia cinematográfica. Lógicamente, soy consciente de que hay muchos fans trekkies que nunca se callan lo que opinan. Me he encontrado con ellos, los adoro y los respeto, porque no estaría haciendo estas películas, en parte, si no fuera por ellos. Pero tampoco podíamos hacerlas sólo para los fans. Por lo tanto, no faltan las referencias, las relaciones y los personajes como para que los fans sientan que también los tenemos en cuenta. Pero eso va a ser simplemente un condimento de la experiencia en general. Lo que era verdaderamente importante para nosotros era que esta película se inscribiera en el género del cine de acción y aventuras, combinado con una mirada más intelectual y filosófica, una especie de debate moral, algo que estaba muy presente en la serie original. Nos propusimos mostrar cosas de la nave que nunca antes se habían visto. Yo quería que buena parte de la historia transcurriera en la Tierra. Recuerdo que en la primera película teníamos esas naves que salían de San Francisco y yo me preguntaba cómo se vería esa ciudad en el futuro. Y ahora lo pudimos hacer: pusimos varias escenas que tienen lugar en una San Francisco futurista y también en Londres. Y, por supuesto, también en otros planetas.
–A juzgar por el título, esta segunda parte sería más oscura que la anterior.
–En ese sentido, creo que es un título que engaña, porque tiene un gran porcentaje de comedia. Además trata de personajes que deben superar grandes desafíos, pero también tiene una dosis de oscuridad, representada por Khan, el personaje de Benedict Cumberbatch. Como actor, tiene mucha luz, es muy sofisticado y puede ser muy simpático. Pero también puede ser amenazador, particularmente en un plano físico. Tiene una gran capacidad para combinar muchas cosas y lograr que su personaje revele su complejidad. Debo confesar que me llamó la atención que, cada vez que estábamos haciendo una escena con Benedict, mejoraba el trabajo de los demás actores, porque él tiene una voz especial y una presencia que es verdaderamente impactante. Me pasé un año editando la película y, viéndolo todos los días en el monitor, me acostumbré al componente épico de su personaje. Pero cuando lo volví a ver hace poco, me sorprendió que en persona fuera tan pequeño comparado con cómo se ve en la pantalla. A mi juicio, es un verdadero camaleón, alguien capaz de hacer cualquier cosa.
–Algo que llama la atención de Star Trek es que, a pesar de que la ciencia ha avanzado enormemente desde la década del 60, en líneas generales la tecnología de estas dos películas es muy similar a la que proponía la serie de televisión.
–En la primera película explicábamos que hay aproximadamente una diferencia de 30 años entre lo que apareció en la serie, cuando Kirk nació, hasta que tiene la suficiente edad como para convertirse en el capitán de la nave. En esos 30 años, lógicamente la ciencia tiene que haber avanzado. Pero es cierto que en la película no se notan grandes cambios. La Enterprise es diferente, luce un poco distinta a como se la veía en la serie. Hay ciertos elementos de utilería que tampoco son los mismos. Pero nuestra idea no fue cambiar toda la tecnología de Star Trek. Lo que a mí siempre me preocupó es que la tecnología o la ciencia no se volvieran más importantes que la humanidad y el corazón de la historia. No tengo ningún problema en verlo en una película, pero yo no podría hacer un film así. Para mí, si hay robots o una nueva manera de ejercer la medicina, es maravilloso, pero lo que verdaderamente me importa es la esencia de la película. Y para que eso funcione tiene que haber personajes que sean como nosotros: seres humanos que lloran y ríen, que se asustan y debaten cuál es la mejor manera de salir de situaciones muy difíciles.
–¿Por qué creés que la ciencia ficción nunca ha perdido vigencia?
–Una de las cosas que tiene la ciencia ficción, cuando está bien hecha, es que maneja a la perfección la alegoría. En ese sentido, mi serie favorita es La dimensión desconocida. Rod Serling vivía metiéndose en problemas con las cadenas de TV porque escribía sobre temas que verdaderamente le preocupaban, como política y conflictos raciales. Entonces decidió hacer La dimensión desconocida y siguió escribiendo sobre las mismas cosas, aunque en apariencia estuviera hablando de extraterrestres. Lo que hizo fue tomar los temas que realmente le importaban y cambiar algunos detalles específicos. Incluso Star Trek se creó en un momento de gran tensión entre los Estados Unidos y la Unión Soviética, pero la serie tenía un punto de vista optimista, según el cual todos tiraríamos para el mismo lado en el futuro. Como dijo Gene Rodenberry, su creador, el objetivo principal al que se apuntaba era que todos saliéramos a explorar y descubrir nuevos mundos, pero sin el propósito de conquistarlos. La película puede relacionarse con temores actuales, porque siempre es posible encontrar los propios miedos reflejados en las historias de ciencia ficción. Pero, más allá de eso, el film tiene un trasfondo optimista. Ahora, más que nunca, es algo que ansío: la sensación de esperanza está conectada a una cierta visión de futuro. En los últimos 10 años, las películas de ciencia ficción se han vuelto más oscuras y sombrías: a pesar de que son entretenidas, son mucho más pesimistas.
–¿Cuál fue tu reacción cuando te ofrecieron dirigir la nueva Star Wars?
–En cada proyecto en el que tuve la suerte de participar, sentí que el entusiasmo que me provocaba la propuesta era superior a las trepidaciones que pudiese tener. Mucha gente me preguntó por la presión que debo haber sentido al lanzarme a hacer Star Trek o Misión imposible. La verdad es que tuve la oportunidad de involucrarme en tres historias muy diferentes, cada una de las cuales es gigantesca y estaba allí antes de que apareciera yo. En el caso de Star Wars, sólo puedo decir por ahora que es un honor verdaderamente surreal que me hayan elegido, y también una gran oportunidad. Sé que el camino va a ser similar al de Star Trek, en donde encontramos la manera de hacer que la historia fuera también nuestra, homenajeando a todo lo que vino antes, pero marcando nuestro propio camino.
–Harrison Ford y Mark Hamill dijeron que van a estar en la próxima Star Wars. ¿Se puede confirmar?
–No. Insisto, es muy prematuro mencionar cualquier dato específico sobre Star Wars. No puedo responder nada en concreto sobre la película, porque estamos trabajando en eso en este momento.
–Al menos podrías contarnos cómo fue que George Lucas pensó en vos para que fueras su sucesor.
–Conozco a George desde hace muchos años, recuerdo muy bien el momento en que lo conocí, en un evento que no tenía nada que ver con la industria. Desde entonces, siempre fue muy amable conmigo. Hemos tenido grandes debates sobre las ventajas del celuloide frente al cine digital, o la forma de encarar los efectos especiales. Recuerdo que, cuando estaba haciendo la primera Star Trek, le pedí consejo. Y él me dijo cosas como que pusiera espadas láser. Sus consejos no fueron muy útiles, pero sí fueron divertidos, y él siempre se mostró muy dispuesto a colaborar. Le estoy muy agradecido, no sólo por las películas que hizo cuando yo era chico, sino porque siempre compartió su experiencia y su sabiduría, además de ser un buen amigo.
–¿Fue una influencia en tu trabajo?
–Por supuesto, como ha influenciado el de todo el mundo. Yo crecí mirando La dimensión desconocida, o la serie de Batman con Adam West. Pero cuando vi Star Wars, a los 11 años, eso tuvo en mí un impacto monumental. Lo mismo que la serie Misión imposible, que veía de niño y fue la inspiración para crear Alias. Curiosamente, fue gracias a esa serie que me ofrecieron dirigir la película de Misión imposible. A mí me influenciaron muchísimas series de televisión, películas, programas de radio, libros. Y yo he sido increíblemente afortunado de haber podido participar en la creación de proyectos en los que pude utilizar parte de esa inspiración. En cada uno de ellos, mi objetivo ha sido estar a la altura de todos mis predecesores.
–Después de Misión imposible, Star Trek y, próximamente, Star Wars, te convertiste en una especie de «rey del relanzamiento». ¿Hollywood necesita volver a fojas cero?
–Es una buena pregunta. Para empezar, dejame decirte que no me hace mucha gracia que me llamen «el relanzador». Una de las razones por las que primero dije que no a la posibilidad de involucrarme con Star Wars fue precisamente esa. Recién más tarde me di cuenta de que tenía frente a mí una enorme oportunidad creativa: era demasiado apetitosa, con un enorme potencial como para dejarla pasar. No soy un snob cuando se trata de admitir de dónde viene mi inspiración. Me parece que es mucho más sofisticado hacer una película a partir de una novela, que una que esté basada en una vieja serie de televisión. Supongo que todavía es mejor visto trabajar a partir de un guión original, que hacer un film a partir de una serie. Pero si se trata de algo que me entusiasma, con lo que me conecto, no me interesa de dónde viene la idea. Incluso mi película anterior, Super 8, tiene que ver con una experiencia de mi adolescencia: la de ver películas producidas por Spielberg. En realidad, lo mío no pasa por relanzar viejas franquicias, sino por contar historias. Eso es lo que uno tiene que disfrutar si pretende ser un narrador: uno tiene que adorar a los personajes y poder sentir pasión por la historia que pretende contar. Creo que todos hemos visto remakes y relanzamientos que nos hacen sentir que son el resultado del departamento de marketing de un estudio decidiendo qué es lo que puede vender. A veces sale bien, otras no. Y el resultado es bastante vacío. Cuando mirás el trabajo de gente como Christopher Nolan o Joss Whedon, te das cuenta que es gente que vive, respira y adora los personajes que protagonizan sus historias. Y eso es algo que puedo decir porque escribí películas basadas en historias originales, como A propósito de Henry o Eternamente joven, he creado series televisivas que estaban basados en ideas originales, como Felicity, Alias, Lost o Fringe. Estoy mucho más acostumbrado a hacer ese tipo de cosas. Pero, por alguna extraña razón, en el mundo del cine tienen esta idea de que yo sé cómo relanzar franquicias. Pero no tengo ninguna estrategia. Tampoco me paso mucho tiempo analizando mi carrera. No es que haya encontrado la fórmula para relanzar franquicias. Simplemente, sé cuándo puede ser una oportunidad para hacer algo bueno. Lo más importante es que sólo cuando siento algo en mi estómago al pensar en un proyecto, decido aceptar una propuesta. En cuanto a Hollywood, creo que en este momento algunas de las mejores historias y ciertamente los mejores trabajos salen de la televisión. Creo que en la industria del cine en algún momento van a tener que prestar atención a cómo la audiencia se devora esas historias asombrosas, todas ideas originales, que sólo se hacen para la pantalla chica. Y aunque en el cine siempre hay oportunidades para contar historias originales, espero que en algún momento el ciclo se cierre y volvamos a esa clase de historias, para que se cuenten en el cine y no solamente en la televisión.
—Gabriel Lerman
Desde Londres