Cultura

Escenas tangueras

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Junto con el florecimiento del género, en los últimos años se multiplicaron las películas que ponen el foco tanto en los clásicos como en los exponentes de la escena actual. Opinan los realizadores.

 

En vivo. Troilo y su fueye en plena actividad, el tema de uno de los documentales. (archivo de Acción)

Ya no caben dudas: en los últimos años, el tango regresó con una fuerza inusitada a las pistas de baile y a las salas de conciertos, a través de una nueva generación de músicos que primero hizo foco en el repertorio clásico y después en la composición de obras propias. Hoy, la panorámica del tango es tan variada como abundante en propuestas. Si bien es difícil analizar un acontecimiento que se desarrolla en la actualidad, hay un aspecto que resulta evidente: la producción cinematográfica que acompañó al fenómeno musical ha sido importante, otorgándole un marco visual a este renacimiento.
Sin dudas, el género elegido fue el documental. Así lo señalan películas que destacaron como Si sos brujo, de Caroline Neal, que pone en foco el reencuentro musical entre generaciones de abuelos y nietos a través del rescate del violinista Emilio Balcarce, quien estaba retirado y vuelve para dirigir a la Orquesta Escuela; Yo no sé qué me han hecho tus ojos, de Sergio Wolf y Lorena Muñoz, sobre la fascinante vida de la cancionista Ada Falcón, con el pasaje del lujo desbordante de estrella caprichosa al retiro precoz en un convento; y Café de los maestros, de Miguel Kohan, pata fílmica del proyecto de Gustavo Santaolalla y Gustavo Mozzi, que refleja en un clima de cotidianeidad  a las leyendas del tango. Los trabajos comparten el punto de partida: toman a personajes populares de los años 40 y 50 que habían quedado al costado del camino, como olvidados, para convertirlos nuevamente en héroes de película.

 

Postales porteñas
Uno de los documentales más recientes es Pichuco. Estrenado el 11 de julio, día de los 100 años del natalicio de Troilo, cambia el foco de  abordaje: a través de diferentes registros –el proceso de digitalización y preservación de las partituras de su orquesta, las entrevistas a sus músicos, los conciertos de grupos actuales–, plantea de qué nos habla la obra de Troilo hoy. Uno de los momentos clave llega cuando el conjunto Locos por el Fueye toca en la calle, frente a la casa natal de Troilo, esos tangos que ya forman parte de la memoria colectiva.
Según el director Martín Turnes, uno de los mayores desafíos de Pichuco fue esquivar los estereotipos. «Con Alberto Romero, coguionista, tomamos decisiones como la inexistencia de una voz en off, no abusar del material de archivo, que haya mucha música en vivo tocada por los mismos protagonistas y entrevistados, en sus casas o en espacios que reflejen el espíritu de Pichuco. Todo esto con la idea madre de revivir, con un sonido actual, la obra de uno de los mayores exponentes del tango», explica. La película está atravesada por cierto espíritu de road movie por las calles de Buenos Aires. «No quisimos quedarnos sólo en las grabaciones, nos interesaba que la mayoría de conciertos fueran en vivo, incluyendo un estudio móvil en algunos casos», detalla.
Después de varios años de rastrillar, cámara en mano, en la vida del extraordinario pianista Horacio Salgán, este año se estrenará Salgán & Salgán, dirigido por la cineasta estadounidense radicada en Argentina Caroline Neal. Si en su primer opus Si sos brujo ya había incursionado en una historia de tango, aquí la película está centrada en una gloria del género, pero con énfasis en la relación con su hijo César Salgán, también pianista, quien abandona su otra pasión, las carreras de karting, deporte en el cual fue campeón, para seguir los pasos de su padre y asumir la dirección artística del Quinteto Real que creó Horacio en 1959. En algún sentido, es una película políticamente incorrecta, porque muestra el vínculo complejo, contradictorio y en tensión entre padre e hijo.
Otra de las películas que está próxima a estrenarse es Los locos de Almagro, de Jennie Gubner, que, como parte de su tesis doctoral, eligió el formato de documental para centrarse en la movida del tango que noche a noche sucede en los bares de Almagro. El acento está colocado en el cantor del barrio, Osvaldo Peredo, quien a los 84 años es una suerte de emblema para las nuevas generaciones de músicos, como Juan Pablo Gallardo, Lucas Furno y José Teixidó. La película desarrolla ese intercambio artístico entre los músicos. También espera su estreno Tango de una noche de verano, de Viviane Blumenschein. El argumento tiene un condimento humorístico: tres músicos viajan a Finlandia para comprobar si efectivamente el tango es una invención de ese país, tal como aseguró el cineasta Aki Kaurismäki. Rodada entre Argentina y Finlandia, muestra los puntos en común de uno y otro tango y, también, el camino disímil que adquirió la música en el país nórdico. Un dato llamativo: las tres directoras son extranjeras.

 

Imagen y sonido
Desde sus inicios, la pantalla grande funcionó como un soporte irreductible del tango. No es sólo un dato simbólico que las películas pioneras del cine sonoro de 1933 hayan sido Tango –con un elenco que incluyó a Tita Merello, Libertad Lamarque, Alberto Gómez, Aníbal Troilo– y Los tres berretines, que tiene al tango como una de las pasiones populares. Además, ese nexo marcó a los artistas del género. Ser cantor era una entidad que abarcaba el cine, el teatro, el sainete: el tango era parte de un todo. Gardel lo entendió perfectamente en la prehistoria del marketing. ¿Hasta qué punto la plataforma del cine sonoro fue decisiva en su carrera internacional? ¿Y cuánto influyó en el suceso de cancionistas como Libertad Lamarque por Latinoamérica? Mucho más cerca en el tiempo, la voz crepuscular de Roberto Goyeneche les dio un brillo especial a las brumosas imágenes de Sur.

Grandes valores. Algunos músicos célebres de Café de los Maestros. (Prensa Lita Stantic)

Pero ahora esta relación adquirió otro matiz: la necesidad de registrar la escena actual del tango que, sin acercarse a la masividad, se expande con vitalidad por los boliches porteños. Abarca desde el regreso de numerosas orquestas típicas a la formación de grupos de cámara, pasando por la tradición de cantores con guitarras. Con diferentes ópticas, estos son los temas principales que atraviesan a las películas.
En 2002, el director Daniel Rivas filmó las diferentes instancias del V Festival de Tango en Abrazos. Tango en Buenos Aires, que en perspectiva funcionó como una fotografía de tango de principios de siglo XXI, con glorias que todavía estaban en actividad, como Rubén Juárez y Horacio Salgán, mixturados con grupos nuevos como El Arranque. En 2005, la cineasta Mercedes García Guevara siguió esta temática, con Tango, un giro extraño, cuyo título ya es una declaración de principios: fue tomado de un tema que pertenece a La Chicana, uno de los grupos actuales con mayor predicamento. Allí se ve en acción a Fernando Otero, Las Muñecas, Adrián Iaies y Pablo Mainetti, entre otros. Tango en el Tasso, de 2013, dirigida por Acho Estol, también apunta en esta dirección: posa la cámara en los músicos de este siglo. A su vez, han existido conjuntos con su propia biopic como la Orquesta Típica Fernández Fierro, a través de Orquesta Típica, rodada por Nicolás Entel, con imágenes de sus conciertos en Buenos Aires y también en Europa.
Uno de los proyectos más viscerales de los últimos tiempos fue encarado por Julián Peralta, pianista y fundador de Astillero: grabar un disco entero con tangos nuevos. Reunió 12 obras de diferentes autores, armó una orquesta típica y convocó a cantores. El resultado es el disco Un disparo en la noche, de 2012, que tiene su correlato en el documental homónimo de Alejandro Diez. El filme fluye con la riqueza y complejidad de los cantores convocados (Cucuza Castiello, Black Rodríguez Méndez, Omar Mollo) y con las entrevistas a los protagonistas. «Uno de los objetivos de la película fue demostrar que el género está supervivo y que hay muchísimas expresiones artísticas nuevas y reales sucediendo. Quedan muchas películas por hacer», asegura Diez. «Pero prácticamente nadie que hace tango propio o nuevas composiciones vive de eso. Es decir, todo esto está pasando y la gente sigue yendo a bailar a Pachá».

Andrés Casak

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