Cultura | 30 AÑOS DE «RE» DE CAFÉ TACVBA

Obra maestra del rock latino

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Fernando Sánchez

A pesar de no ser bien recibido en su México natal, el segundo disco de la banda se abrió paso por el continente al calor de canciones con destino de clásicos que marcaron una época.

Cuarteto. Quique Rangel, Joselo Rangel, Emmanuel del Real y Rubén Albarrán, compositores e intérpretes.

Foto: Getty Images

MTV Unplugged in New York, de Nirvana; Definitely Maybe, de Oasis; Dookie, de Green Day; Casa Babylon, de Mano Negra; Parklife, de Blur; Mellow Gold, de Beck; Superunknown, de Soundgarden; Ill Communication, de Beastie Boys; Protection, de Massive Attack; Dummy, de Portishead; Monster, de R.E.M. Y además Circo Beat, Adonde me lleva la vida, Valentín Alsina, Víctimas del vaciamiento y Dale aborigen, de Fito Páez, La Renga, 2 Minutos, Hermética y Todos Tus Muertos, si se considera solo la Argentina. Y es apenas un puñado, porque la pila de álbumes que se publicaron en 1994 y hoy son clásicos del rock global es tan extensa y variada como irresistible. Con el prisma del tiempo transcurrido, la música del 94 parece haber querido compensar el suicidio de Kurt Cobain con una avalancha de discazos casi imposible de imaginar floreciendo, todos juntos, en apenas doce meses. De toda esa fascinante sucesión de álbumes irreemplazables, hay uno que brilla especialmente: Re, el segundo trabajo de Café Tacvba. En 2024 Re cumplió 30 años y por lo que significa para el cuarteto mexicano, para Gustavo Santaolalla y Aníbal Kerpel –sus productores artísticos–, para el rock latinoamericano y para la música en español, viene siendo reconocido y homenajeado en México y en el resto del continente. 

La trascendencia de Re se explica por muchísimas razones. Más precisamente: por 20, que es la cantidad de canciones que contiene; cada una es, en sí misma, una joya. Pero es, obviamente, el conjunto lo que hace de Re una obra maestra. Sin embargo, como todas esas historias de genialidades originalmente incomprendidas, la de Re comenzó cruzada. «La historia de Re es muy extraña para nosotros, porque cuando lo sacamos acá en México no gustó», recuerda Joselo Rangel, guitarrista, compositor y cantante, en diálogo con Acción. «De hecho, hubo una crítica en un periódico que nos destrozaba. Al primer disco le había ido muy bien, aparecimos mucho en programas de televisión en los que otros grupos no aceptaban salir, y nos volvimos una especie de fenómeno. Cuando empezamos a trabajar en Re, teníamos la idea de que cada una de las canciones fuera diferente a la otra. Le mandamos 20 canciones a Gustavo para que eligiera, y decidió poner las 20. Terminamos el disco y estábamos muy orgullosos, pero cuando lo mostramos a la compañía disquera, la respuesta fue: “No hay un corte de difusión, no lo escuchamos, cada canción es muy diferente a la otra, ¿cómo lo vamos a trabajar?”. Ahí empezamos a ver que lo que habíamos hecho era incomprensible para ese momento».

Algo era cierto, porque Re contiene casi tantos géneros como temas: bolero, ska, punk, metal, disco funk, mambo, son jarocho, polka, bossa nova, swing, pop. Pero, además, lleva al extremo la propuesta de la banda de producir una música que expresara la fascinante coctelera de influencias culturales en que se convirtieron las grandes capitales de América Latina en pleno auge de la globalización. El frío sonido tecno de la máquina de ritmos y la furiosa distorsión rockera combinados con la calidez de la guitarra española, el cuatro y la sencillez de la melódica escolar: una búsqueda que, inesperadamente, acercó al cuarteto a aquella fusión entre rock y folclore que Santaolalla había empezado a explorar en los 70 con Arco Iris, y en los 80 con el descomunal De Ushuaia a La Quiaca de León Gieco. Alguna vez Rubén Albarrán, cantante principal y compositor, supo explicar así aquellos experimentos: «Desde el primer disco estábamos deliberadamente en la búsqueda de elementos que nos significaran como mexicanos y que, a través de ellos, pudiéramos crear una música que tuviera todos esos elementos de nuestra cultura, que es muy vasta. Somos un país pluricultural. No hay un único México, sino muchos y diferentes, antagónicos. Probablemente fue con Re cuando llegamos a una maduración de ese mismo concepto».

Historias cantadas
Re: segunda nota musical, prefijo que denota repetición, revolución, ciclo, camino circular, reciclaje. El trabajo se lanzó el 22 de julio de 1994 en México y semanas más tarde en el resto del continente; en algunos países la respuesta fue otra: en Chile muy buena, en Colombia un éxito. Y en cada lugar, un hit diferente, inesperado. De hecho, si bien la canción que rotó con intensidad en la por entonces muy influyente señal de cable MTV Latino fue «La ingrata», hoy el himno de Re es «El baile y el salón», tema disco-pop de amor entre dos muchachos. Es que las letras son otro de los pilares en los que se asienta la fuerza de este álbum. Son historias de ovnis, amores despechados, confusiones ideológicas, sueños rotos, romances felices, preocupaciones ecológicas, representadas en locaciones más mexicanas que un taco al pastor.

Ecléctico. El álbum incluye bolero, ska, punk, metal, son jarocho, polka, bossa nova y swing.

El disco tuvo su revancha. Tras el éxito en América del sur, fue reconocido en su país de origen. Y en los Estados Unidos. Y en España. Y en el resto de Europa. Para la crítica especializada, es algo así como el Álbum Blanco del rock en español, la obra más acabada de lo que alguna vez fue llamado rock latino. Y hasta fue eje de polémicas, como cuando –a raíz de una pregunta inspirada en un texto escrito por quien esto firma–, el grupo decidió primero dejar de cantar en vivo «La ingrata», y luego volver a tocarla pero con la letra cambiada y con Andrea Echeverri de Aterciopelados en la voz.

Hoy Joselo evoca el recorrido del tema escrito por Emmanuel del Real, tecladista, compositor y también cantante tacubo. «Emmanuel llegó con la canción y dijo: “Yo crecí escuchando esta música norteña y me salió esto”. Y nunca percibimos que era la historia de un femicidio, era como una parte de la lírica de este tipo de música. Pero era una parodia, una caricatura. Y la gente la adoptó, se volvió la canción más famosa de nuestro grupo, en los conciertos la pedían desde el minuto uno. Hasta que llegó cierto momento en que Rubén dijo que no quedaba muy bien en tal show. Así que cuando nos llegó esta pregunta, Rubén se quedó y dijo: “Pues sí, la verdad es que es algo que yo he pensado ya últimamente, ya no me siento tan contento de cantarla”». Tiempo más tarde volverían a tocarla, con un nuevo enfoque y bajo el título de «Ingrato».

Como inmejorable síntesis del espíritu que inspiró Re, en tres décadas «La ingrata» dio una vuelta de 360 grados: hit, agotamiento, cancelación, clásico reversionado… ¡hit! La trayectoria de Café Tacvba, en cambio, no fue circular sino en espiral, sin dejar nunca de trepar siempre un escalón más. De sus ocho discos de estudio y tres en vivo, quizás Re no sea el mejor, pero es el indispensable. Es que más allá de toda explicación racional, conserva tres características que no tienen fecha de caducidad: es honesto, es original y es bellísimo. Por eso, para celebrar sus tres décadas, el mes pasado en la Ciudad de México se montó una muestra de 30 afiches inspirados en el álbum. Se titula tREinta, y es probable que durante 2025 gire por algunas ciudades de América y Europa. La banda, en cambio, se tomará este año para descansar. Una licencia que nadie podría negarles a los Beatles latinoamericanos.

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