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Campeón con futuro

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Semifinal. Gol argentino ante Portugal. (Robayo/AFP/Dachary)

 

Un arquero y cuatro jugadores de campo. Una cancha de 40×20 metros, con piso duro. Dos tiempos de 20 minutos netos. Eso es el futsal, y la selección argentina se consagró el pasado 1 de octubre campeona del mundo por primera vez en la historia, en el Mundial de Colombia. Le ganó 5-4, en la final, a Rusia, y se sumó a la lista de campeones, que encabeza Brasil con cinco títulos, seguida de España, con dos. El fútbol de salón argentino no es una potencia. Sin embargo, una combinación de resultados en el Mundial y, sobre todo, el nombramiento en 2013 como entrenador de Diego Giustozzi, potenciaron el rendimiento hasta alcanzar la Copa del Mundo. Giustozzi volvió al país después de 16 temporadas como jugador en Europa, en el más alto nivel, e incorporó a los técnicos de otros equipos a la Selección, armó un equipo local, inspiró la organización de un torneo juvenil a nivel nacional y viajó por toda la Argentina para dar clínicas sobre este deporte. «Si no aprovechamos este triunfo sería un suicidio –dijo Giustozzi–. Esto nos llena de orgullo. Ojalá podamos ser el ejemplo de muchos jóvenes que pueden ver en esta disciplina un futuro. El 80% del equipo campeón juega en el exterior. Para ser profesional hay que jugar afuera porque la liga está recién en proceso de semi profesionalización». Argentina cuenta hoy con un campeonato amateur, con 66 equipos en tres categorías, y el objetivo a largo plazo de Giustozzi es profesionalizar el futsal y crear la Liga Nacional.

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