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En medio de pérdidas de seres queridos, Charles Leclerc logró erigirse en la nueva esperanza de Ferrari para quebrar el dominio de Mercedes. Las conquistas de su primera temporada y el duelo con Marx Verstappen que podría potenciar a la Fórmula 1.

Monza. El monegasco encabeza la fila en el GP en el que consiguió su segunda victoria. (Medina/AFP/Dachary)

Una de las cosas que aprenden más rápido los pilotos de automovilismo es a convivir con la idea de la muerte. Tiene que ver con las características de este deporte, signado por la velocidad y también el riesgo. Tal vez por ello Charles Leclerc, nacido en Mónaco y de 22 años, se adaptó en poco tiempo a la Fórmula 1. Fundamentalmente porque, pese a su corta edad, supo lidiar con tragedias que lo tocaron de cerca. Prueba de su fortaleza mental, de sobrellevar las presiones y las pérdidas, es que en apenas dos temporadas se convirtió en el piloto más importante de Ferrari, por encima del cuatro veces campeón mundial Sebastian Vettel. Es la esperanza para terminar con la hegemonía de Mercedes y Lewis Hamiltom, flamante hexacampeón. No casualmente, la mayoría de los especialistas auguran que en la próxima década será protagonista de una rivalidad atractiva con Max Verstappen, que hará recordar otros duelos épicos como Niki Lauda-James Hunt, Ayrton Senna-Alain Prost o Hamilton-Vettel, por citar algunos.
La carrera de Leclerc exhibe nombres clave para su desarrollo en las pistas. Uno de ellos es el de Jules Bianchi, amigo desde siempre y su mentor, quien murió luego de un accidente ocurrido en el Gran Premio de Japón en 2014. Ocho años mayor que Charles, Bianchi era el hijo del dueño del circuito donde Leclerc comenzó en karting –categoría en la que el de Ferrari se consagró campeón– y había sido un pilar en su incipiente carrera, desde consejos técnicos hasta ayudarlo para conseguir los 250.000 euros que necesitaba para seguir compitiendo. «Le prometí que haría todo lo que pudiera para llegar tan lejos como me fuera posible y que lo llevaría siempre en mi memoria», recordó Charles sobre una visita al hospital, en una entrevista para la revista AutoHebdo
No fue el primer golpe para el piloto de Ferrari. Dos años después, y mientras brillaba en la F2, falleció su padre, Hervé, de 54 años, el hombre que compitió en Fórmula 1 y lo apoyó para que pueda dedicarse al autmovilismo. «Las carreras fueron todo para él, era mi mayor fan y todo lo que quería era que ganase carreras. No podía derrumbarme», señaló el joven monegasco luego de coronarse campeón de la Fórmula 2. Previo a su fallecimiento, le confesó a su padre que ya tenía asegurada una butaca en 2018, algo que no era cierto y lo hizo para darle ánimo, una mentira que terminó transformándose en una premonición. De hecho, meses más tarde, se confirmó su llegada al equipo Sauber-Alfa Romeo de la Fórmula 1 como parte de su vínculo con Ferrari y como paso previo a su arribo definitivo a la «Scuderia» en 2019.

Por su nombre
En Maranello, sede de Ferrari, ratificó todo lo que auguraba. Pese a otra temporada irregular de la escudería, Leclerc consiguió sus primeras dos victorias: en Spa-Francorchamps, en Bélgica, y en Monza, Italia, el circuito donde Ferrari no ganaba desde 2007. Sin embargo, otra tragedia lo marcó en esos días de dicha deportiva: otro de sus amigos de la infancia, el francés Anthoine Hubert, murió en un accidente en una prueba de Fórmula 2. «Quiero dedicarle mi primera victoria a Anthoine», dijo Leclerc tras ganar en Bélgica. Al costado de su Ferrari se podía leer la frase «Corriendo por Anthoine».
Las pérdidas de seres queridos forman parte de los obstáculos que se les presentaron al monegasco. En lo inmediato aparecen otros, ceñidos a lo estrictamente deportivo: allí están Hamilton y Verstappen, sus principales competidores. Los tres representan el pasado y el futuro de la Fórmula 1, aunque los aficionados de Ferrari se ilusionan con Leclerc. No es para menos. Su temporada 2019 incluye 7 pole positions, 10 podios, 4 vueltas más rápidas y 1.322 kilómetros girando en la punta, para terminar cuarto en el campeonato. Suficientes razones para que la escudería más tradicional de la Fórmula 1 confíe en su nuevo crédito, el piloto que busca cumplir con su sueño de salir campeón y que sabe lidiar con el riesgo. También con los golpes de la vida.