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En la AmeriCup, el seleccionado finalizó su primer torneo sin los referentes de la Generación Dorada con balance positivo: terminó segundo exhibiendo buen juego. Los nombres de la renovación rumbo al objetivo de clasificar al Mundial y los Juegos Olímpicos.

Córdoba. Javier Saiz, una de las grandes promesas argentinas, en la victoria sobre México. (Abramomvich/AFP/Dachary)

Después de conseguir triunfos históricos para el deporte argentino, el seleccionado de básquet afronta el inevitable, y desde luego muy difícil, período de recambio tras el retiro de sus grandes figuras. Debido a ello, conviene despojarse de análisis exitistas en virtud de que se trata de un proceso nuevo que demanda tiempo de trabajo.
En ese plano, el conjunto nacional exhibe señales que invitan a la ilusión. Entre otras cosas por los progresos de una camada de jóvenes jugadores, muchos de ellos provenientes de la Liga Nacional de Básquet (LNB). La reciente participación del seleccionado en la AmeriCup, donde perdió la final ante Estados Unidos, dio pruebas de que hay material para que la disciplina siga siendo protagonista.
Luis Scola sigue en el seleccionado e incluso formó parte del plantel que disputó este certamen, celebrado en Bahía Blanca y Córdoba. Sin embargo, una lesión marginó al histórico capitán del campeonato, por lo que se produjo un hecho novedoso: por primera vez en un torneo oficial, el seleccionado no presentó en la cancha a ningún integrante  de la Generación Dorada. Ausencias de peso que obligaron al entrenador, Sergio Hernández, a buscar nuevos líderes. De ahí que el balance del torneo devino positivo producto del buen juego exhibido y de los rendimientos de varios jugadores. Entre las notas destacadas, estuvo la confirmación de Facundo Campazzo como nuevo referente del equipo. El base del Real Madrid fue el goleador argentino y terminó como tercer máximo asistidor. A sus números se añaden sus destrezas en la cancha que motivaron elogios hasta del entrenador de Estados Unidos.
Otros dos jugadores que mostraron su crecimiento fueron Nicolás Brussino (24 años) y Gabriel Deck (22). Brussino, actualmente en los Atlanta Hawks de la NBA, se destaca por sus tiros letales desde larga distancia, aunque mostró otros atributos como su evolución en el aspecto físico y buenos aportes en el plano defensivo. Por su parte, Deck, bicampeón con San Lorenzo en la LNB, también confirmó que es uno de los nuevos grandes valores del equipo al destacarse por su capacidad goleadora y la versatilidad para moverse en la cancha. También Patricio Garino, jugador del Baskonia de España, fue otro de los puntos altos. A los 24, luce aplomado para sortear presiones y ocupar un lugar fundamental en el equipo.

Exámenes en perspectiva
Además de los nombres citados, el seleccionado tiene jóvenes que buscan abrirse paso y demuestran que no les pesa el legado dorado. Lucio Redivo (23), Javier Saiz (23) y Máximo Fjellerup (19) aprobaron holgadamente su primer gran examen. Redivo, un base que jugará esta temporada en el Bilbao de España, se perfila como un interesante recambio para Campazzo y Nicolás Laprovittola (otro apellido fuerte del equipo), mientras que Fjellerup, un escolta/alero que viste la camiseta de Bahía Basket en la LNB, es considerado entre los jugadores con mayor proyección internacional. De hecho, el tresarroyense ya fue sondeado por varios equipos de la NBA. Mención especial se lleva Saiz, un ala pivot de 2,06 metros de altura que también juega en la LNB para Regatas de Corrientes. Frente a la baja de Scola, sobresalió entre los nuevos perfectamente al asumir su rol y aportó algo clave para el básquet moderno: la eficacia en los lanzamientos de tres puntos.
Finalizada la AmeriCup, la renovada selección deberá rendir pruebas más díficiles. El Mundial de China 2019 y los Juegos Olímpicos de Tokio en 2020 figuran en un horizonte cercano. Y a diferencia de otras épocas, la clasificación a los grandes eventos ni por asomo está garantizada teniendo en cuenta que se trata de un equipo en formación, con mayoría de rostros nuevos. No obstante, el potencial de esta camada de jóvenes jugadores abre promisorias expectativas. Crecieron observando las hazañas de la Generación Dorada y saben lo que está en juego: nada menos que el prestigio del básquet nacional.

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