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Del Potro, otra pelea

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El tandilense, cuya lesión en la rodilla le impidió disputar el Abierto de Australia, regresa al circuito gracias a su reconocida fuerza interior. Ubicado quinto en el ranking, deberá defender valiosos puntos para sostenerse entre los mejores del mundo.


Por el podio. Un duelo de 2018 en Delray Beach, el torneo donde reaparecerá el argentino. (GETTY IMAGES)

Era la última tarde de 2018 cuando Juan Martín Del Potro aprovechó los deseos por el año que llegaba para anunciar lo que muchos ya sospechaban: su decisión de no disputar el Abierto de Australia, primer Grand Slam de 2019. Pero agregó que aún así estaba contento por cómo llevaba adelante el proceso de recuperación de la fractura de rótula en su rodilla derecha sufrida en octubre. En un mismo tuit desde la cuenta @delpotrojuan, el tenista de Tandil condensó el espíritu que lo acompañó en este tiempo, y que le permitió mantenerse en la elite a pesar de los golpes. El optimismo ante la adversidad.
A mediados de diciembre, el periodista Juan Pablo Varsky entrevistó a Del Potro para la inauguración de su nuevo programa de podcast. El tandilense suele administrar con rigor sus contactos con la prensa, no da notas con demasiada frecuencia, y comunica sus actividades a través de las redes sociales, sin intermediarios, nada diferente de lo que hacen otras figuras. En ese programa de 48 minutos con Varsky, Del Potro confesó que hubo instantes de su carrera en los que pensó que le llegaba el final, que no habría retorno debido a sus lesiones. «Hay momentos en que se te cruza siempre lo peor, porque yo tengo una historia con mi muñeca. Cuando me recuperé de mi última cirugía dije que iba a jugar hasta que me pasase algo más y el día en que me sucediera algo más grave, chau. Porque ya sufrí mucho y no quería que se repitiera Pero después, no sé si es el amor propio y el orgullo, o que me gusta lo que hago, que ahora estoy en una situación adversa de nuevo y estoy peleándola para jugar lo antes posible», sostuvo.

Relanzamiento y después
En mayo de 2010, el tandilense se operó por primera vez de la muñeca, la derecha, lo que le significó estar afuera de las canchas durante 8 meses. El año anterior había ganado el Abierto de Estados Unidos. Se recuperó y acumuló en los años siguientes una decena de títulos. Eran los tiempos de sus vaivenes con la Copa Davis, de algún problema con una tendinitis, pero también los de la ratificación de que era el mejor tenista argentino, capaz de ubicarse entre los mejores del mundo. Hasta que apareció la muñeca izquierda. Entre marzo de 2014 y junio de 2015 tuvo tres operaciones en busca de una solución a ese dolor. En febrero de 2016, tocó fondo en el ranking: llegó al puesto 1045.
Sin embargo, para Del Potro todo eso no fue un hundimiento sino la base para un despegue. Ese año consiguió la medalla de plata en los Juegos Olímpicos Río 2016 –les ganó a Novak Djokovic y a Rafael Nadal–, que se sumó al bronce de Londres 2012. Y, sobre todo, fue la clave para ganar la Copa Davis, una obsesión argentina con la que había tenido que lidiar en los últimos años, cuando enfrentado a la dirigencia y crítico de la estructura que dominaba al tenis, había decidido no formar parte del equipo.
De ese febrero de 2016 en el subsuelo del ránking al agosto de 2018 que lo encontró tercero del mundo, no solo pasaron más de dos años. También se acumularon títulos y grandes batallas tenísticas, como la final frente a Roger Federer en el Masters 1000 de Indian Wells, en 2018, un triunfo que lo colocó como el primer argentino en ganar ese certamen. Esos puntos que fueron clave para el año de Del Potro, que quedó trunco por la lesión en la rodilla que lo sacó del Master 1000 de Shanghai. Ahora, situado en el quinto lugar del ranking, deberá defender esos puntos a partir de febrero (la organización del ATP de Derlay Beach confirmó su presencia) cuando espera haberse recuperado. Y allí comenzará otra batalla en busca del sueño de regresar al podio, aunque tampoco apura el tranco. Una de sus grandes virtudes fue haber esperado cuando tuvo que esperar. «Nunca creí que tenía la fuerza interior para sobreponerme a esos problemas», dice el argentino. Así, reconociendo su resistencia y fortaleza mental, trabaja en pos de sus objetivos. Por quinto año consecutivo se perdió Australia. Pero así como Del Potro sabe que una golondrina no hace verano, también sabe que el verano no hace a todo el año. El camino es largo y puede estar lleno de obstáculos. Todo indica que sabrá superarlos.

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