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Desquite gigante

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Después de no participar de los Juegos de Río, el seleccionado clasificó al mundial de España 2018 exhibiendo unidad grupal y visibles progresos de juego. El factor amateur en la disciplina y su desarrollo en el marco del ciclo conducido por Cristian Santander.

Buenos Aires. Lanzamiento argentino en el duelo ante Puerto Rico por la AmeriCup. (FIBA)

El desahogo llegó en el cierre del torneo AmeriCup disputado en el estadio de Obras Sanitarias, en Buenos Aires. Agrupadas en ronda, las jugadoras del seleccionado femenino de básquet desataron el festejo después de sortear diversos obstáculos como las lesiones sufridas durante el certamen. No era para menos la sensación de alivio. Las Gigantes, como apodan al combinado nacional, consiguieron resurgir en menos de un año al clasificarse al Mundial de España 2018.
Unos minutos antes de esa ronda de festejo, el equipo dirigido por Cristian Santander había derrotado 48-44 en las semifinales a Puerto Rico, un triunfo que las depositó en la Copa del Mundo. La caída en la final ante Canadá no opacó el desempeño argentino a lo largo del torneo. Entre otras cosas por el nivel de juego exhibido y, sobre todo, por la dimensión del logro: regresar a un Mundial tras no haber participado en la última edición. En Turquía 2014, la Argentina no estuvo en la competencia.
 «Lo vivimos con mucha alegría y dimensionando lo difícil que es poder llegar a una competencia de esta naturaleza. Al Mundial femenino solo acceden 16 equipos (32 en el masculino), por eso es tan importante la clasificación. Además veníamos de varios años de ausencia. Sucede que el básquet femenino en la Argentina es una disciplina que sigue siendo amateur, solo algunas jugadoras están en el exterior en ligas semiprofesionales o profesionales», le cuenta Santander a Acción. Alcanza con repasar un dato: de una base de 20 jugadoras, 12 se desempeñan en el exterior, mientras que el resto juegan en el país, por lo que además de entrenar deben trabajar y estudiar para poder solventar sus gastos.  
«Llegar a una copa del mundo tiene un sabor diferente para nosotras. Pasamos años muy duros dado que no se nos daban los resultados. Creo que lo logramos por el gran grupo que formamos, estamos muy unidas y mentalizadas en seguir creciendo», señala a Acción la pivote Aispurúa, la jugadora que se lesionó en la AmeriCup y encara un duro trabajo de recuperación pensando en 2018.
 
Largo plazo
Como explica Aispurúa, durante el ciclo de Santander las Gigantes debieron convivir con frustraciones. La más importante: no clasificar a los Juegos Olímpicos de Río 2016. Pese a ello, la Confederación Argentina decidió renovarle la confianza al entrenador al proyectar un trabajo a largo plazo. Los frutos, como se advierte, no tardaron en llegar. «No siento que hayamos hecho nada distinto a otros torneos, simplemente creo que el nivel con que llegaron las jugadoras fue muy bueno y eso potenció al equipo. Nosotros tenemos una línea de trabajo, de juego, y después, como todos los entrenadores, dependemos de los resultados. Esta vez conseguimos un éxito importante, por lo que tenemos una gran responsabilidad por delante», agrega Santander, quien debutará como entrenador en una copa del mundo.
 En ese plano, el meritorio desempeño en la AmeriCup abre promisorias expectativas teniendo en cuenta, por un lado, que Las Gigantes lograron consolidar un estilo de juego asentado en la buena dinámica ofensiva y la solidez de su defensa. A ello se suma la muestra de carácter y la unidad del plantel con miras a reconstruirse como equipo. De hecho, consiguieron retornar a los primeros planos luego de mirar de lejos las instancias decisivas durante varios años.  
 Revitalizado y con mayor experiencia, el seleccionado femenino se prepara para nuevos y trascendentes retos a mediano y largo plazo. En julio del próximo año participará del torneo sudamericano, certamen donde buscará revalidar credenciales, en tanto dos meses después llegará la gran cita en Tenerife, España. Para la mayoría será una experiencia nueva: solo Agostina Burani y Débora González estuvieron en la Copa del Mundo de República Checa 2010. Para el equipo de Santander, disputar el Mundial constituye una gran oportunidad para seguir creciendo, aunque otro sueño comienza a convivir en el plantel: representar al país en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.

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