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Ensaladera de oro

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El tenis argentino hizo historia al ganar el certamen por primera vez, sin jugadores en el top ten y con triunfos ante todos sus rivales como visitante. Del Potro y Orsanic, nombres clave de una conquista grupal que dejó atrás frustraciones y rencillas internas.

Zagreb. El plantel nacional levanta el ansiado trofeo en la ceremonia de premiación. Más atrás, el equipo croata liderado por Marin Cilic.

 

En la historia de la Copa Davis, el tenis argentino cargaba con una maldición. Ningún equipo había caído en tantas finales como el argentino, que comenzó a jugar el torneo en 1923: ante Estados Unidos en 1981, frente a Rusia en 2006 y dos veces, en 2008 y 2011, ante España.
En la edición de 2016, finalmente, sintió el placer de ganar luego de que pasaran 93 años, 152 series, 78 jugadores y miles de adversidades. En Zagreb, Argentina derrotó 3-2 a Croacia, en la última serie de todas las del año de visitante, después de superar a Polonia (3-2), Italia (3-1) y Gran Bretaña (3-2), con Juan Martín del Potro como llave maestra, con Federico Delbonis en el quinto punto, con Leonardo Mayer en el dobles y con Daniel Orsanic en la capitanía. Porque más allá de la victoria, esta fue la primera vez que primó el colectivo antes que la individualidad, tan difícil en el tenis. A las 17:49 del domingo 27 de noviembre, la Argentina ganó la Copa Davis –conocida como la Ensaladera de Plata–, un título que, por esquivo y por el arraigo del tenis en el país, muchos ya colocan en el podio del deporte argentino.
Esto último se debe, en parte, al modo en que el equipo nacional obtuvo la victoria. Con la serie 2-1 a favor de Croacia, Del Potro estuvo 0-2 en sets ante Marin Cilic, ubicado en el sexto lugar del ranking del mundo. Lo revirtió, una constante de Del Potro desde enero, cuando reapareció en el circuito y comenzó la escalada desde el puesto 1.045 después de sufrir tres operaciones en la muñeca izquierda y una en la derecha. Luego, y ya con la serie 2 a 2, Delbonis barrió en sets corridos a Ivo Karlovic pese al historial adverso del argentino frente a este rival. Fue inesperado. Pasaron 17 años para que el campeón de la Davis no presentara un Top 10 en su equipo: la última vez había sido en 1999, cuando Australia derrotó a Francia en la final.
En ese plano sobresale la figura de Del Potro. El tandilense terminó la final recién en el puesto 38, más allá de que en el año de su regreso se colgó la medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro y accedió hasta los cuartos de final del Abierto de Estados Unidos, el Grand Slam que ganó en 2009. «Los mensajes de personas motivadas que recibe por la recuperación atraviesan distintas clases sociales y abarcan todos los grupos etarios», cuentan desde el entorno de Del Potro. Y no es para menos: la Torre de Tandil, como lo llaman, se sobrepuso a las lesiones y también a las críticas, con actuaciones que conmovieron al deporte.

 

Confluencia de factores
«¿Sabrán Del Potro, Delbonis, Pella y Mayer que están unidos para siempre?», se preguntó el periodista Marcelo Gantman. «Seguramente –dijo– se destacará la condición de líder jerárquico de Del Potro. En definitiva, las carreras deportivas están para que marquemos esos contrastes. Pero la Copa Davis finalmente la ganó una generación que no tiene nombre. La Legión Argentina, luego de Vilas y Clerc, parecía destinada a devorarse récords y rivales. El pecado de la gula les perforó sus posibilidades. Eran una multitud y el ruido los volvió ciegos y sordos. En el rey de los deportes individuales, en el que la palabra ego suena a calamidad, cada uno de estos jugadores será un todo». Del Potro, es cierto, levantó un partido casi perdido, el más importante de su vida, como admitió, tal vez porque nunca había revertido un 0-2, pero Delbonis ganó el decisivo. Entonces, Argentina se convirtió en el primer país latinoamericano en obtener la Davis. «Dejé de lado una presión que siempre tenía», dijo Del Potro.
Sobre el trasfondo de la victoria, existen lecturas que apuntan a una confluencia de factores. «¿Por qué sí ahora? No hay un manual para ganar la Copa Davis. Cada final perdida, y cada serie de esta Davis, tuvieron su particularidad. Se ganó, principalmente, por Del Potro. En segunda instancia, por esa pizca de suerte que se necesita en todo evento deportivo: Del Potro la tuvo ante Murray y Cilic. También Italia sufrió la lesión de su jugador clave en el dobles y en Croacia no jugó Borna Coric como singlista, reemplazado por Karlovic que hace seis años no era parte del equipo», cuenta a Acción el extenista y ahora entrenador Martín Vassallo Argüello. «Por  otro lado –agrega– cuentan las acertadas decisiones que tomó el cuerpo técnico con los jugadores. Algunas fueron muy criticadas, como la de poner a Del Potro a jugar el dobles con Gran Bretaña sabiendo que no estaba para jugar el domingo. Ahí el equipo funcionó bien para adentro. Nada se filtró en la prensa y se esperó hasta el final para explicar la decisión. Tampoco hubo críticas de los que se quedaron afuera. Y mantuvo a los convocados en un muy buen clima. Todos los cuerpos técnicos de cada jugador, a diferencia de otras veces, estuvieron invitados».

 

Un equipo, un país
Precisamente, Daniel Orsanic es otro de los grandes responsables del triunfo. Asumió como capitán argentino de la Copa Davis en diciembre de 2014 y en aquel momento, para sorpresa de muchos, recordó las palabras de Nelson Mandela en el Mundial de rugby de Sudáfrica 1995 –«Un equipo. Un país. Un sueño»– y buscó inculcárselas al grupo de tenistas. Su objetivo era dejar atrás las rencillas personales entre los jugadores; afianzar el diálogo con Del Potro (la figura que estuvo marginada de la convocatoria durante cuatro años debido a lesiones y disputas con la Asociación Argentina de Tenis); y armonizar al equipo desde su eje, el de capitán. Con esas premisas sostuvo sus decisiones: Delbonis era el jugador mejor ubicado en el ranking en las semifinales ante Gran Bretaña en Glasgow. Como la superficie rápida de carpeta no lo favorecía, no jugó ni un punto. En la primera ronda, ante Polonia en Gdask, tampoco lo utilizó porque el jugador priorizó en la previa un torneo en polvo de ladrillo en lugar de la superficie súper veloz en la que jugaron en Gdask. Delbonis, sin embargo, fue el hombre de la historia, el que Orsanic eligió en Zagreb por encima de Leonardo Mayer y Guido Pella.
«El tema del equipo siempre va a un segundo plano –aclara Vassallo Argüello–. No se gana solo por el equipo. Lo principal es lo bien que juegan los tenistas. Si no estaba Del Potro, era difícil ganarla. ¿Pero solo sirve ganar? No. Haber llegado a semifinales ya era un logro en sí mismo». Orsanic, sin Del Potro, alcanzó las semifinales en 2015. Argentina perdió ante Bélgica en Bruselas. En esta edición, emuló lo que solo hizo Francia en 2011: ganar todas las series de visitante. Y lo que solo había pasado con Rusia en 2002 y Serbia en 2010: revertir un 1-2 en la final de la Copa Davis. Y más, lo que no suele pasar en el tenis: que un jugador, en este caso Del Potro, priorice el grupo para que exista la posibilidad de celebrar con otros, en conjunto. «Lo disfruto más porque son grandes personas y grandes tenistas –dijo Orsanic–. Somos amigos entre nosotros, y creo que por eso ganamos».

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