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Con 36 años, Emanuel Ginóbili consiguió su cuarto título con San Antonio Spurs, reafirmando su talento y vigencia para sobresalir en un equipo protagonista y lleno de figuras. El reto de la Selección.

 

Ganador. El bahiense, clave en la final ante Miami, es uno de los principales referentes del ciclo exitoso conducido por Gregg Popovich. (AFP/Dachary)

Cuando algunos lo daban por terminado, que estaba viejo, que las lesiones no lo iban dejar jugar, que debía retirarse, Emanuel Ginóbili, una vez más, demostró que no sólo puede competir al máximo nivel, sino que además puede destacarse. Y cómo. El bahiense fue una de las figuras de San Antonio Spurs, que acaba de consagrarse campeón de la NBA, la liga de básquet más importante del mundo, y quizás la única de un deporte masivo que reúne verdaderamente a los mejores jugadores del planeta.
Se tomó revancha San Antonio. El año pasado, Miami Heat le había ganado las finales por 4-3, luego de que los Spurs estuvieran 3-2 y con el título casi bajo el brazo en el sexto partido de la serie. Este año, Ginóbili y compañía no le dieron oportunidades a Miami. Fue un 4-1 inapelable, una cátedra de básquet. El nivel superlativo de los texanos en la final hizo rendir ante sus pies a LeBron James, considerado el mejor jugador del mundo, y a los Heat, que venían de dos títulos consecutivos y que llegaban a la definición por cuarta vez en cuatro años.
El equipo conducido por Gregg Popovich dominó durante toda la temporada. Terminó la fase regular como número 1 en la NBA, consiguiendo más triunfos que cualquier otro equipo en toda la liga. En los playoffs, la parte final de la temporada en la que los equipos se miden mano a mano en series pautadas a 7 partidos, San Antonio comenzó de modo irregular la serie ante Dallas, que lo complicó, pero al que venció por 4-3. Luego despachó sin problemas a Portland (4-1) y a Oklahoma (4-2), para llegar nuevamente a la final con Miami.
San Antonio es un equipo que se reinventa año a año. Pese al escepticismo de un sector de los medios que no los ubica como candidatos al comienzo de la temporada, el equipo texano se las ingenia para ser competitivo y pelear por el título. Tim Duncan, el jugador emblema del equipo, aun con 38 años sigue dominando el juego. Tony Parker, otro pilar de San Antonio, aporta desequilibrio y talento. Si bien en la final no pesó demasiado por una lesión que sufrió en la serie anterior ante Oklahoma, fue gran responsable del apabullante andar de los Spurs durante todo el año.
El tercer gran referente dentro de la cancha es Ginóbili; una estrella alejada de los conflictos y veleidades. Hace años que inicia el partido como suplente –una estrategia de su entrenador– y acepta esa decisión sin reparos. Más aún: el bahiense elevó su nivel de juego y comanda siempre al «segundo equipo» de San Antonio. Como en el básquet los cambios son ilimitados y se puede salir y volver a entrar cuando el entrenador así lo desee, la estrategia de Popovich es darles descanso a Duncan y a Parker mientras Ginóbili se hace cargo del equipo, generalmente con otros cuatro suplentes, a los que Manu hace mejores. Sí, así como suena. Ginóbili hace mejores a sus compañeros, una virtud de los grandes jugadores en todos los deportes. Para cerrar los partidos, el bahiense siempre está en cancha, demostrando que el arrancar desde el banco es apenas una táctica.
Más allá de estos tres grandes jugadores –The big three, tal como los llaman en Estados Unidos–, San Antonio logró armar un plantel sin fisuras, con jugadores que no son estrellas pero que entienden perfectamente su rol, como Danny Green, Boris Diaw, Patty Mills y el brasileño Tiago Splitter. Pero si hay uno que se destaca por sobre el resto, ese es Kawhi Leonard. El alero tuvo un rendimiento alto durante todo el año, y en la final fue clave, limitando a LeBron James en defensa y haciendo estragos en ataque. No por nada la NBA lo eligió como Jugador Más Valioso de las finales, por encima de Duncan, Manu y Parker. Este joven de 22 años, inexpresivo y tranquilo, casi una copia de Tim Duncan, está llamado a ser una figura en los próximos años, y fue un descubrimiento del entrenador Popovich, quien apostó por él cuando ningún otro equipo lo tenía en sus planes.

El futuro de Manu
La temporada 2013/14 de Ginóbili fue excelente, pero todavía no termina. El zurdo se tomó unos días para pensarlo tras el título en la NBA, pero finalmente dio el sí: Manu estará en setiembre en España para jugar el Mundial con la camiseta de la Selección argentina. Es cierto que se hizo desear el bahiense, pero también era lógico que esperara a terminar la competición con los Spurs para ver cómo se sentía física, anímica y deportivamente.
Tres temporadas seguidas con más de 100 partidos en la NBA (sumado a que en 2012 disputó los Juegos Olímpicos de Londres) y un año más de contrato por cumplir con San Antonio hacían pensar en una posible baja del mejor jugador argentino para el Mundial, pero el corazón pesó más en la decisión final y Ginóbili estará en España junto con Luis Scola y compañía, en lo que posiblemente sea su despedida con la celeste y blanca en un torneo mayor. El año casi sin lesiones y la buena salud que mostró el crack argentino durante toda la temporada ayudaron a que finalmente Manu dé el visto bueno, para alegría de Julio Lamas, entrenador de la Selección. A disfrutarlo.

Germán Esmerado

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