Deportes

Gigante Peñarol

Tiempo de lectura: ...

El conjunto marplatense, con figuras de alto nivel y fortaleza colectiva, obtuvo su quinta Liga Nacional: un nuevo logro que se inscribe en el ciclo más exitoso de la institución fundada en 1922.

 

Clave. Facundo Campazzo, determinante en la serie final ante Regatas de Corrientes. (Télam)

Peñarol puso las cosas en su lugar. Luego del traspié en las semifinales del año pasado ante Lanús, el conjunto marplatense, herido en su orgullo, salió esta temporada dispuesto a volver a ganar la Liga Nacional de Básquet y así demostrar que es el mejor equipo de los últimos años. Y lo logró. En la final, venció a un duro Regatas de Corrientes, campeón en la edición 2012/13, por 4-2.
Peñarol dominó la final casi en su totalidad, con mucha personalidad y una figura que se destacó largamente por sobre el resto: Facundo Campazzo. El base cordobés tuvo una temporada brillante y una serie final consagratoria. Tan buena fue su actuación que recibió el premio al JMV (Jugador Más Valioso) de las finales. Manejó el ritmo de los partidos, tuvo un alto promedio de puntos y enloqueció a cada rival que lo tuvo que marcar, provocando incluso que le cometieran varias faltas.
El crecimiento individual de Campazzo año a año es tan grande que es difícil imaginar su techo. Por lo pronto, a sus 23 años, la Liga Nacional ya le queda muy chica y en pocos meses seguramente estará en alguna liga europea o, quizás, en la NBA. 11 títulos en cinco años de carrera, contando cuatro ligas, todos en Peñarol, dan la pauta de lo importante que es este jugador en el básquet argentino.
Pero Campazzo no juega solo. Es tan buen equipo Peñarol que, tras la ida de su entrenador Sergio Hernádez al final de la temporada pasada, decidió promover a uno de sus asistentes, Fernando Rivero, para que conduzca a un grupo de jugadores que, a esta altura, ya casi ni necesitan de una guía desde el banco de suplentes. Hernández, ex DT de la selección argentina, se fue a probar suerte a la liga brasileña.
Rivero, entonces, se hizo cargo del equipo. Claro que tuvo una ayuda fundamental dentro del campo de juego: Leonardo Gutiérrez. El cordobés de 36 años debutó en la Liga en 1993 y, con este nuevo campeonato en Peñarol, llegó a los 10 títulos en la competencia nacional. Lo de Leo es un caso difícil de analizar fríamente, y a esta altura hay un solo adjetivo para definirlo: ganador. El ala pivot, quien además fue parte del seleccionado argentino que logró la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004, ganó ligas en cinco equipos distintos: una en Olimpia, tres en Atenas, una en Ben Hur, una en Boca y cuatro en Peñarol. Pero además de sus atributos técnicos y su mentalidad ganadora, Leo Gutiérrez es también el entrenador dentro de la cancha. Da indicaciones todo el tiempo, decide las jugadas y movimientos que se deben hacer en cada ataque y en defensa ordena a sus compañeros permanentemente. El cordobés se convirtió en una guía dentro y fuera de la cancha para Campazzo, y es gran responsable del crecimiento del joven talento en los últimos años.
La tercera figura del conjunto marplatense fue Martín Leiva. El pivot más dominante en la actualidad en la Liga Nacional hace rato que es el complemento perfecto para Leo Gutiérrez en el juego interior y uno de los que más aprovecha el juego rápido y explosivo de Campazzo.
Del lado de Regatas, que no pudo revalidar el título conseguido en la temporada pasada, cabe destacar la gran serie final de Paolo Quinteros, quien fue imparable para la defensa del equipo marplatense, aunque careció de compañía, ya que sus compañeros no estuvieron en el nivel esperado. Peñarol, con continuidad de trabajo, figuras de primerísimo nivel y orden institucional, impuso su jerarquía para obtener el quinto título local de su historia; un logro más que lo ubica como uno de los grandes equipos argentinos de los últimos años, referencia central en un certamen de relieve, seguido por muchísimo público a lo largo y ancho del país.

Germán Esmerado