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Herencia en pista

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Señalado por Usain Bolt como su sucesor en el atletismo, el sudafricano de 25 años obtuvo históricos triunfos en Río 2016 y el reciente Mundial de Londres. El reto de imponer su nombre en un deporte asediado por la corrupción y los casos de doping.


Primero. En Inglaterra, Van Niekerk volvió a imponerse en la prueba de 400 metros. (Cawston/ProSports/REX/Shutterstock/Dachary)

Antes de que sintiera el pinchazo en el muslo izquierdo y cayera en la pista durante el Mundial de Atletismo de Londres –la última imagen de Usain Bolt antes del retiro–, el jamaiquino señaló al sudafricano Wayde van Niekerk como su sucesor. Bolt, el campeón olímpico de los 100 y 200 metros en Beijing 2008, Londres 2012 y Río de Janeiro 2016, el hombre que marcó un antes y un después en el atletismo, dijo: «Hay alguien del que estoy seguro de que va a dar la cara y que está haciéndolo bien. Van Niekerk está demostrando que quiere ser mi relevo». El velocista de 25 años obtuvo el récord mundial en los 400 metros con 43,03 segundos en Río, y desplazó la marca que había logrado el estadounidense Michael Johnson en Sevilla 1999. A ello se le suma su actuación en el Mundial de Londres, disputado en agosto, donde ganó la prueba de los 400, la especialidad que comienza a tenerlo como gran figura. «Encuentro sumamente difícil acercarme siquiera un poco a lo que Usain representa en cuanto a todo su carisma. Usain ha puesto el listón muy alto», respondió, y agregó: «Si tengo que ser su heredero, será por mis resultados, siendo yo mismo». Van Niekerk correrá, de ahora en más, por otro título: el de convertirse en leyenda, como Bolt.
De alguna manera, sin ser un showman, el nacido en Ciudad del Cabo, hijo de Odessa, velocista, y Wayne, saltador, ya empezó a construir su propio camino. En los 400 de Río de Janeiro, Van Niekerk no solo conquistó el récord. Lo concretó de un modo peculiar, como nadie antes lo había logrado: en la final partió desde el andarivel ocho, el último, y nunca en la vuelta al estadio vio a ningún rival, nunca tuvo una referencia para medir su aceleración. Con 1,83 metros de altura y lejos de los músculos de Bolt, el sudafricano mantiene el perfil bajo. Se entrena con Anna Botha, una namibia de 75 años, y estudia marketing en la Universidad del Estado Libre, de Bloemfontein. «Tiene una mentalidad fuerte y eso es una bendición. Respetamos a Usain, pero me gustaría que Wayde se convierta en un ícono a su manera», dijo Bohta, a quien Van Niekerk llama, con cariño, «Tía Ans».

Carreras y sombras
Hay otro desafío que se le presenta a Van Niekerk, y está fuera de las pistas. En los últimos 30 años, el atletismo perdió popularidad por los casos de doping entre los deportistas y corrupción entre los dirigentes. En los 100 metros del Mundial de Londres, de hecho, el estadounidense Justin Gatlin venció a Bolt y muchos recordaron su positivo por testosterona en 2006, su segundo doping. Las reglas marcan la prohibición de por vida, pero a cambio de colaboración con las autoridades Gatlin cumplió cuatro años de suspensión. «Bolt ha sido mucho más que un atleta excepcional», escribió en el diario La Nación el periodista especializado Santiago Segurola. «Adorado por los aficionados, añadía a sus actuaciones el carisma necesario para preservar la delicada salud del atletismo, preso de una crisis galopante». Van Niekerk deberá competir limpio y convertirse en una marca registrada. Negro en Sudáfrica, el país del apartheid, carga con un reto del pasado.
Las últimas grandes figuras en el atletismo de ese país fueron Caster Semenya, medalla de oro en la prueba de 800 metros en Río y puesta en controversia por su sexualidad, y Oscar Pistorius, primer atleta en competir en juegos olímpicos –Londres 2012– con doble amputación de piernas, condenado a seis años de cárcel por asesinar a su novia.
Van Niekerk parece ser un chico sensible: no pudo contener las lágrimas luego de terminar segundo en los 200 metros del reciente Mundial de Londres, y no por escapársele el oro. Lloró porque, en la previa, la prensa británica marcó que había sido favorecido por la Federación Internacional de Atletismo con la exclusión de su máximo competidor por intoxicación, el botsuano Isaac Makwala. «Trabajo duro como los otros deportistas. No recibí el respeto que merecía –dijo–. Pero estoy contento de que pude dar batalla. Es el inicio de lo mucho que podré lograr». A veces, los comienzos son más que difíciles. Aunque nunca llegó a competir con él, a Van Niekerk ya le pesa la sombra de Bolt.
 

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