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Referente de Peñarol de Mar del Plata, Leonardo Gutiérrez suma diez títulos locales y alcanzó el récord de mayor cantidad de partidos disputados en la Liga Nacional. Historia y futuro de un jugador que dejó su huella en la Generación Dorada.

Al ataque. Gutiérrez y la pelota, en un clásico entre Peñarol y Quilmes disputado esta temporada. (Télam)

El básquet argentino, en su torneo doméstico, cuenta con figuras consagradas que siguen sumando distinciones. Es el caso de Leonardo Gutiérrez, de 38 años, quien en marzo se convirtió en el jugador con más partidos disputados en la historia de la Liga Nacional de Básquet (LNB). En el duelo ante Olímpico de La Banda, el cordobés que actualmente juega en Peñarol de Mar del Plata llegó a los 1.097 partidos y superó a una leyenda como Diego Osella.
Si de leyendas se trata, Gutiérrez construyó la suya en la LNB. Por caso, es el más ganador al obtener diez ligas, el que más triples anotó en un partido (15) y en toda la historia del torneo. A los que se añaden otras conquistas: la obtención de otros doce títulos a nivel clubes sumando copas locales e internacionales y erigirse como el tercer máximo anotador, detrás de Héctor «Pichi» Campana y Julio Rodríguez.
Asentado en el esfuerzo y su espíritu competitivo, Gutiérrez se transformó en una marca registrada dentro de la LNB. «Es el más grande de la liga no solo por sus récords, sino también por su inteligencia para elegir los equipos y la ambición por el resultado colectivo». Las palabras de Julio Lamas resumen el carácter ganador del cordobés. El ahora entrenador de San Lorenzo, y antes de la selección argentina, fue el descubridor del talento de Gutiérrez. Cuando dirigía a Olimpia de Venado Tuerto en 1993, el técnico lo fue a buscar a Marcos Juárez (su ciudad natal) y, con solo 15 años, lo hizo debutar en el conjunto santafesino. Allí obtuvo su primer título en la temporada 95/96.  
Desde ese momento, los éxitos no pararon de sucederse. En Atenas de Córdoba, su siguiente club, consiguió dos torneos valiosos, en un ciclo clave de su carrera. En esa institución, Leo forjó su carácter de líder aprendiendo de jugadores como Marcelo Milanesio, Diego Osella y Pichi Campana. Más tarde, y luego de coronarse en Ben Hur de Rafaela, Boca Juniors y Atenas (en su segunda etapa en el club), llevó su talento y sus conversiones a Peñarol de Mar del Plata, el equipo con el que lleva ganados cuatro títulos y hoy lo tiene como figura principal.

Carácter ganador
Los triunfos de Gutiérrez no se circunscriben solo al orden local. Sin ir más lejos, Leo consta en la rica historia de la Generación Dorada, la formación que marcó un antes y después en el básquet argentino. Su nombre figura entre los doce jugadores que ganaron la medalla dorada en los juegos de Atenas 2004. Además del Oro olímpico, Gutiérrez obtuvo otros lauros, entre los que se destacan la medalla de plata en el Mundial de Indianápolis 2002 y la de bronce en los juegos de Beijing 2008. Aunque en el presente se encuentra alejado del equipo, Sergio Hernández, actual técnico del conjunto nacional, destacó el rol de Gutiérrez cuando participó del Seleccionado. «Leo siempre fue un líder. Es un auténtico Generación Dorada. Hablaba poco porque tiene una inteligencia emocional muy grande, pero cuando hablaba no volaba una mosca».
Claro que hubo situaciones conflictivas a lo largo de su carrera. En 2011, cuando se preparaba para jugar el Torneo de las Américas en Mar del Plata, se le detectó una pequeña arritmia en el corazón. Esa afección no le permitió disputar el certamen que la Argentina, de la mano de Emanuel Ginóbili y Luis Scola, ganó con claridad para clasificarse a los juegos de Londres 2012. A ello se suma su fuerte cáracter. En algunas ocasiones protagonizó serios cruces con jugadores rivales y dirigentes de los clubes y de la liga que le valieron sanciones.
El presente, mientras tanto, lo encuentra mentalizado con su equipo, aunque la idea del retiro aparece en el horizonte. Gutiérrez ya dio algunas señales de su futuro al confesar su deseo de seguir vinculado con el básquet. «Cuando deje de jugar me gustaría ser entrenador», dijo en una entrevista reciente. «Eso sí, si me decido a seguir como técnico, la idea será llevar a los jugadores por el camino del sacrificio y del trabajo. Ese es el camino que me llevó a ganar tanto». Por lo pronto, el espíritu competitivo lo mantiene intacto.

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